Wado De Pedro, el soldado de Cristina Kirchner que se ganó la confianza de Alberto Fernández
"¿Quiénes son los de su entorno más íntimo?", le preguntó la periodista Viviana Canosa a Alberto Fernández en la primera entrevista que dio después de ganar las elecciones. El presidente electo se tomó un segundo para pensar la lista y empezó por un nombre: Eduardo "Wado" de Pedro.
El próximo ministro del Interior tiene una característica única: es, al mismo tiempo, un dirigente de extrema confianza de Fernández y de Cristina Kirchner, con quien fue secretario general de la Presidencia, en el último año del mandato. De Pedro es, en definitiva, un hombre de Cristina que en los últimos dos se ganó la confianza de Fernández.
Integrante de la conducción nacional de La Cámpora desde la creación de la agrupación, en 2007, Wado reivindica a Máximo Kirchner como su jefe político y como su amigo. El hijo de la expresidenta le encarga desde hace años el tendido de puentes con sectores ajenos al kirchnerismo, en el mundo político y en el ambiente judicial.
Hijo de Enrique De Pedro y Lucila Revora, dos dirigentes peronistas desaparecidos, se crió en Mercedes, con sus tíos maternos y sus primos, a los que considera sus hermanos. Llegó ahí después de que lo secuestraron junto con su madre, el 11 de octubre 1978, en un operativo comando en una casa de Floresta. Los militares acribillaron el baño en que se escondieron. Él tenía casi dos años y salvó su vida de milagro, porque su mamá lo metió dentro de la bañera y lo cubrió con su cuerpo.
"Tenemos un paquete para la familia Revora", le dijeron al cura párroco de Mercedes, que lo fue a buscar al cruce de las rutas 5 y 41, el 13 de enero de 1979, después de tres meses de cautiverio. Integrado a la agrupación Hijos, de adolescente organizó un escrache a Alfredo Astiz, y el 20 de diciembre de 2001 fue detenido y torturado por la policía, en la represión que terminó con la salida de Fernando de la Rúa.
Con Raúl Pérez, el "alter ego" político de Sergio Massa, diseñaron a fines de 2018 el plan que le permitió al peronismo arrebatarle a Cambiemos una silla en el Consejo de la Magistratura. Esa jugada, un hito en la construcción del Frente de Todos, catapultó sus acciones en el nuevo armado. Wado se consolidó como un negociador político, el papel que tendrá que profundizar desde el 10 de diciembre.
"Es el menos trosko de los nuestros, más parecido a un peronista clásico", lo define un diputado de La Cámpora, y destaca una virtud por la que es muy valorado en la organización: "Habla con todos, pero nunca pierde de vista cuál es su terminal. Hay algunos que se ponen el traje de operadores y terminan jugando la propia, o se contagian y terminan representando los intereses de los tipos con los que hablan, como Paladino [Jorge, delegado personal de Perón durante su exilio]. Él siempre defiende a Cristina y a Máximo".
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