Wado de Pedro, el hijo de la “generación diezmada” que renunció sin irse, y que oscila entre la militancia y el establishment
Sus padres fueron asesinados durante la dictadura y empezó a militar en la agrupación HIJOS; después se transformó en uno de los líderes de La Cámpora; de perfil moderado, entabló puentes con el empresariado y los gremios
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Eduardo “Wado” de Pedro comenzó a perfilarse como posible candidato poco después de septiembre de 2021. Las elecciones de medio término de ese año lo ubicaron primero rompiendo su habitual bajo perfil, signado fundamentalmente por su disfluencia. Fue la noche de las primarias, cuando habló tras los comicios, organizados bajo la órbita de su cartera. Luego, poco después de la estrepitosa derrota del Frente de Todos, le presentó su renuncia públicamente al presidente Alberto Fernández, una movida que le costó la buena relación que tenía con el mandatario, pero que lo comenzó a posicionar públicamente. Siempre conservó una característica básica: fue un soldado disciplinado de Cristina Kirchner.
“El cambio no fue reciente, quizá se visibilizó en el último tiempo”, distinguían por entonces en su círculo más cercano, el mismo que comenzó a agrandarse significativamente cuando Cristina Kirchner, con quien lo une una relación de extrema confianza, empezó a señalar sutilmente en su dirección. La exmandataria habló de un “hijo de la generación diezmada”, como quien podía encaminarse a las urnas y casi en simultáneo el equipo alrededor de De Pedro se multiplicó con el sello de La Cámpora, de la que es uno de los miembros fundadores.
Su padre, Enrique de Pedro, fue asesinado en 1977. Su madre, Lucila Rébora, fue acribillada un año después, en un ataque en la casa de Flores en la que vivía con el hoy candidato, que por entonces tenía cerca de dos años. Su familia materna recién pudo recuperarlo en 1979 y desde entonces De Pedro fue criado por sus tíos maternos: Estela Rébora y Javier Ustarróz, junto a los tres hijos biológicos de la pareja. Dos de ellos, Juan Ignacio y Gerónimo, son hoy también figuras públicas. El primero es intendente de Mercedes, el segundo es el representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. Una silla estratégica en el órgano que define los hilos de la justicia y en el que De Pedro ocupó un lugar en el segundo gobierno de Cristina Kirchner.
Tiene 46 años y está casado con Elena Lima, una docente mercedina como él, a quien conoció cuando ambos eran chicos. Juntos tienen dos hijos a quienes crían en la ciudad distante a poco más de cien kilómetros de Buenos Aires.
A la justicia, precisamente, le dedicó varias críticas De Pedro, muy en línea con el discurso duro de Cristina Kirchner. En abril pasado, durante un acto en Plaza de Tribunales, por la situación judicial de la vicepresidenta, de Pedro apuntó a la Corte Suprema de Justicia: “La Argentina a 40 años de democracia tiene que seguir encontrando los canales institucionales de discusión política. No podemos permitir que dos o tres zarpados o zarpadas hablen con un tono que sabemos que termina en violencia”, dijo.
Los medios tampoco quedaron exentos de su mirada crítica. “No es un loco suelto ni es un hecho aislado: son tres toneladas de editoriales en diarios, televisión y radios dándole lugar a los discursos violentos. Son los que sembraron un clima de odio y revancha, y hoy cosechamos este resultado: el intento de asesinato a Cristina Kirchner”, dijo en septiembre de 2022, tras lo sucedido en el frente de la casa de la vicepresidenta, en la que fue atacada por Fernando Sabbag Montiel. También criticó recurrentemente los “discursos de odio” que, según él, emiten ciertos medios de comunicación.
Abogado por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Magíster en Políticas Públicas de la Universidad de San Andrés (UdeSA), De Pedro militó desde muy joven. En la organización H.I.J.O.S, que nuclea a descendientes de desaparecidos durante la última dictadura militar, y en el Sindicato de Judiciales. Esa militancia lo llevó a la Plaza de Mayo el 20 de diciembre de 2001 mientras caía el gobierno de Fernando De la Rúa, luego de ver cómo la policía avanzaba sobre las Madres de Plaza de Mayo. Su intervención lo llevó a terminar detenido.
Fue precisamente esa militancia la que terminó confluyendo en su rol como fundador de La Cámpora cuya primera mesa nacional de la agrupación estuvo constituida por él; Andrés “Cuervo” Larroque, con quien siempre mantuvieron una relación compleja, con muchas idas y venidas y tensión en el medio; Mariano Recalde, Juan Cabandié, José Ottavis, y Mayra Mendoza. Por entonces Máximo Kirchner estaba en el sur y Wado entabló una relación con él, que fue trabajándose y consolidando con los años.
En 2007 conoció a Néstor Kirchner y para el 2009, tras el conflicto que un año antes había habido con el campo, La Cámpora adquirió un rol de mayor preponderancia en el gobierno nacional. Eso fortaleció el vínculo entre Máximo y Wado. A ambos los une una buena relación, no sin tensiones, y, aunque la primera opción del legislador santacruceño para estas elecciones era Axel Kicillof, recientemente envió varios gestos que despejaron el camino de De Pedro en la interna, tanto en forma de declaraciones en actos, como en el hecho de haber facilitado este miércoles por la noche los avales que necesitaba Daniel Scioli, lo que alejó la posibilidad de una lista de unidad como quería Sergio Massa.
Con el tigrense, De Pedro mantuvo siempre una relación correcta, sin brillos. Sin embargo la avidez por la candidatura tensó la puja por lo bajo. De todos modos, la figura de Cristina Kirchner como vértice determinante hizo que el último 26 de mayo incluso hicieran una puesta en escena por la inauguración de 10 kilómetros de trazado ferroviario. Era el comienzo del camino que terminaría ungiendo un precandidato y ambos mostraron sonrisas para la ocasión. En común tienen un punto: encabezan los dos ministerios más determinantes del gabinete y tienen un vínculo prácticamente roto con Fernández.
A lo largo de sus últimos tres años y medio en el estratégico Ministerio del Interior Wado tejió una asociación estratégica con buena parte de los gobernadores, lo que sin embargo pareció complicarlo cuando a comienzos de este mes la mayoría de ellos se mostró a favor de una lista de unidad, lo que parecía inclinar la balanza a favor de Massa. “No lo complicó, porque nosotros también lo estamos planteando. Siempre planteamos unificar la estrategia electoral. Si eso no es posible, Wado dijo que sí a la PASO. Lo ideal sería acordar estrategia, él no se escuda en el dedo de Cristina”, decían por entonces cerca suya.
Un perfil que fue cambiando
Desde el 25 de Mayo, cuando tras el acto de Cristina Kirchner en Plaza de Mayo, De Pedro emitió su primer video en modo candidato, recorrió nueve municipios, ocho en la estratégica provincia de Buenos Aires, en los que realizó 18 actividades; sumó otras nueve apariciones públicas dentro y fuera de Casa Rosada, en cuya planta baja tiene su despacho; dio 20 discursos y ofreció ocho entrevistas en radio, televisión y gráfica.
“Tenemos la responsabilidad de construir una Argentina que funcione”, sostuvo aquel día apenas unas horas después la conmemoración de los 20 años de la asunción de Néstor Kirchner en 2003.
Fue precisamente poco después de eso, en 2004 que comenzó su carrera política. Fue como jefe de Gabinete de la Subsecretaría de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires en el gobierno de Aníbal Ibarra. Dos años más tarde se transformaba en uno de los fundadores de la agrupación política “La Cámpora”, en un hecho trascendental para su carrera.
Desde entonces ocupó distintos lugares en la órbita pública: fue diputado, secretario general de Presidencia y consejero en el Consejo de la Magistratura.
En el medio y despegándose de las características más rupturistas de La Cámpora, De Pedro comenzó a hablar con los empresarios y con los hombres de la justicia, varios de los cuáles lo llaman “el canciller”, por sus modos educados aún a pesar de que en la mayoría de las veces no coincidían con él. Por ejemplo se reunió un par de veces con el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, a pesar de las habituales críticas kirchneristas a Washington.
Siempre suele dejar entre sus interlocutores la percepción de que se trata un dirigente de tonos moderados, pero que en el fondo mantiene una fuerte carga ideológica, influido por el discurso de Cristina Kirchner.
También trabó buenos vínculos con el sindicalismo, de los que sumó varios apoyos en el sprint final que lo dejó a las puertas de su precandidatura.
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