Volver a empezar: el desafío del macrismo tras la polémica
Tras la controversia pública que provocaron los contratos que involucraban al comentarista deportivo Fernando Niembro con el gobierno porteño, hay coincidencia entre dirigentes del frente Cambiemos y analistas de opinión pública en que, al menos durante la semana en que repercutió el caso, Mauricio Macri perdió un tiempo precioso teniendo que dar explicaciones en lugar de cosechar adhesiones. Y ninguno de ellos descarta que, en medio de ese contratiempo, no haya descendido algún que otro punto en intención de voto.
Más que nunca, estarán presentes en los recuerdos del postulante presidencial de Pro algunas estrofas de una vieja canción de Alejandro Lerner: "Volver a empezar, aún no termina el juego, Volver a empezar, que no se apague el fuego; queda mucho por andar y que mañana será un día nuevo bajo el sol". En los despachos de campaña del macrismo se discute cómo convertir la crisis en oportunidad.
La tentación de los dirigentes macristas de utilizar la dimisión de Niembro a su candidatura para mostrar que no son iguales que el Frente para la Victoria puede ser peligrosa desde la óptica electoral. Si bien es larga la lista de funcionarios kirchneristas que desde hace rato deberían haber dejado sus cargos públicos por escándalos aparentemente mucho más graves que el "affaire" Niembro, aquella estrategia encuentra no pocos riesgos. El primero ya está a la vista: desde el massismo, por intermedio de Facundo Moyano, se insinuó que entre el kirchnerismo y el macrismo discuten cuál de las dos fuerzas es menos corrupta que la otra.
La picardía de los dirigentes que apoyan a Sergio Massa es evidente. Saben que los votos que pueda perder Macri por supuestos hechos reñidos con la moral difícilmente irán a parar al candidato oficialista, pero sí podrían engrosar el caudal del ex intendente de Tigre.
En las últimas semanas, curiosamente, tanto Daniel Scioli como las primeras espadas electorales del gobierno de Cristina Kirchner parecerían haberse olvidado de Massa. Como si no los molestara la posibilidad de que el candidato del frente UNA experimentara algún crecimiento electoral. La razón es lógica: la resistencia de Massa a la polarización le impide a Scioli acercarse al 45% de votos que requiere para asegurarse el triunfo en la primera vuelta, pero también inhibe el crecimiento de Macri y apuntala el sueño de algunos sciolistas de imponerse el 25 de octubre con un porcentaje algo superior a los 40 puntos y diez de ventaja sobre el actual jefe de gobierno porteño.
Para evitar sorpresas desagradables, Macri debería alcanzar en la primera vuelta electoral el 35% de los sufragios. Eso forzaría a Scioli a llegar a los 45 puntos, algo que hoy no es imposible, pero sí bastante difícil. Los desafíos del candidato de Cambiemos podrían sintetizarse así:
- El primero, empezar a brindar mensajes más claros, con propuestas más concretas. Por ejemplo, ha señalado que piensa terminar rápidamente con el cepo cambiario, pero nunca explicó cómo lo haría ni con qué equipo de economistas.
- El segundo será forzar el voto útil a expensas de Massa para acelerar la dinámica de una polarización con Scioli, explotando la ventaja competitiva que para Macri supone haber sido el segundo candidato más votado en las PASO de agosto.
- El tercero -señalan en Pro- es capitalizar el efecto de la "locomotora" María Eugenia Vidal, con la intención de que el apoyo a la candidata a gobernadora bonaerense contra Aníbal Fernández traccione votos para Macri.
Como dice Lerner, nunca es tarde para volver a empezar y evitar que el eco de la gloria duerma en un placard.
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