Valentín Díaz Gilligan: turismo, deporte y aliados bajo la mira de la Justicia
Cree que tendrá más tiempo para dedicarse a tocar la guitarra y el cajón peruano en la Tom Waitsed Band, el grupo de jazz que integraba antes de ser funcionario.
Aliviado luego de renunciar a su cargo, aunque enfrascado en el pedido y la búsqueda de documentos que demuestren su inocencia, Valentín Díaz Gilligan pasó ayer su primer día fuera del Gobierno. A los 44 años, su destino es una incógnita, aunque los ministros y miembros de Pro que lo llamaron ayer le hicieron saber que lo esperan pronto de vuelta en la Casa Rosada y en el partido, donde ocupa un asiento en la mesa ejecutiva.
Apasionado del fútbol, ese deporte fue el que lo conectó con el mundo Pro. En su adolescencia, Díaz Gilligan se hizo amigo de Fernando de Andreis jugando precisamente ese deporte y compartiendo la pasión por River Plate. El fútbol, paradójicamente, le traería el peor dolor de cabeza de su vida, a través de la sociedad con Francisco "Paco" Casal, quien según él sería el dueño del dinero depositado en la cuenta del banco de Andorra que determinó su salida del Gobierno.
A fines de 2013, De Andreis lo convocó para trabajar con él en el gobierno porteño, pero por su "experiencia en el área turística", según cuenta el propio Díaz Gilligan. Dos años después, la dupla se repitió, pero en la Casa Rosada. ¿Qué funciones cumplía Díaz Gilligan como subsecretario? Fuentes vinculadas al negocio del fútbol lo relacionan con la discusión con las empresas que terminó con la televisación gratuita. "Era 80% [Fernando] Marín, 10% De Andreis y otro 10% el Presidente. No fui a ninguna reunión", se defiende el exfuncionario. Sí reconoce que estaba trabajando en dos posibles eventos futuros: el Mundial de fútbol de 2030 y el de Básquet de 2027, que la Argentina quiere organizar. En Turismo sí acepta que su rol era el de coordinador interministerial y que eso le daba una enorme influencia en esa área, que comanda el ministro Gustavo Santos. También trabajaba el diseño de la nueva marca país en el exterior.
Ya sacó el título de economista y el cuadro de Julio A. Roca de su despacho. Se refugia en su familia (actual pareja y una hija adolescente) y sus amigos de la política. Su futuro es incierto.