Vaca Muerta: el fuerte crecimiento esperado aún no impacta en la economía
La producción de gas y petróleo no convencionales se incrementó en el último año 233% y 81%, respectivamente, y se espera que en los próximos años siga aportando al sector; sin embargo, el impacto en el mercado energético aún no es significativo
Vaca Muerta era, apenas seis años atrás, una potencial nueva fuente de hidrocarburos para el país. Desde entonces, su dinamismo fue exponencial. Del primer acuerdo que firmó YPF con la petrolera estadounidense Chevron, la noche del 16 de julio de 2013, para invertir 1500 millones de dólares y comenzar a explotar la formación geológica, a la llegada de nuevos jugadores, la producción no convencional de petróleo y gas pasó a representar un 14% y un 36%, respectivamente, del total del mercado de hidrocarburos.
El incremento de producción se logró con explotar solamente un 3% de los 35.000 kilómetros cuadrados que abarca Vaca Muerta, de los cuales 30.000 se encuentran en la provincia de Neuquén y el resto se reparte entre Mendoza, La Pampa y Río Negro. Esto explica el potencial que tiene el reservorio y por qué atrae tanto la atención de las empresas, los políticos y los inversores, aunque no necesariamente toda la roca madre genere la misma productividad que se vio hasta ahora.
El impacto de Vaca Muerta en el producto bruto interno, sin embargo, todavía no es relevante. El sector energético representa apenas un 6% del PBI, y esto incluye, además de todo el gas y el petróleo (convencional y no convencional), la generación de electricidad y la producción de biocombustibles.
"El valor de la producción no convencional es relativamente chico. Lo único significativo son las proyecciones a futuro –dice Fernando Navajas, economista de la fundación FIEL y analista del sector energético–. Lo que está generando Vaca Muerta en gas es una sustitución de la disminución de los volúmenes producidos en los pozos convencionales".
En petróleo, en cambio, el analista señala que la caída de la producción convencional se frenó. Por lo tanto, todo lo que se extrae de Vaca Muerta es ganancia, ya que no tiene que compensar las declinaciones de otras cuencas. Esto se refleja en que el mes próximo la Argentina cumplirá 12 meses consecutivos sin importaciones de petróleo, como adelantó ayer la nacion, y a partir del segundo semestre de este año el país pasará a ser un exportador regular de crudo nuevamente, luego de perder ese estatus hace 10 años.
El potencial que tiene la Argentina en lo que respecta a recursos hidrocarburíferos también es seguido de cerca por otros países. Según la Agencia de Información Energética de los Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés), el país ocupa el segundo lugar en el mundo en cantidad de recursos no convencionales por la magnitud de los gasíferos y el cuarto por los petroleros.
"Estos recursos representarían 23.720 millones de toneladas equivalentes de petróleo (TEP), superior a 300 veces el actual consumo anual de hidrocarburos. Valuadas a 60 dólares el barril de petróleo y a 4,5 dólares por millón de BTU [medida inglesa de gas que se utiliza en el sector], el valor de estos recursos sería superior a 10 veces el PBI del año 2017", analiza un informe del Estudio Arriazu Macroanalistas, escrito por Ricardo Arriazu.
El economista señala que la evolución reciente de la producción en la Argentina da indicios de que los recursos realmente existen y que su magnitud podría ser incluso superior a la estimada. "El país está hoy en condiciones de explotar estos recursos en condiciones competitivas, aunque a un costo superior al de los Estados Unidos. Las estimaciones de la EIA están basadas en cálculos de los recursos de petróleo y gas que existen en estas formaciones y de estimaciones sobre qué porcentaje puede ser recuperado. Sin embargo, poseer abundantes recursos naturales no es garantía de un desarrollo económico sustentable", advirtió Arriazu.
"La experiencia histórica está llena de países con abundantes recursos naturales que fallaron en su objetivo de mejorar las condiciones de vida de su población. La Argentina es uno de esos ejemplos, aunque con la rareza de que la volatilidad de las políticas económicas y la falta de rumbo terminó construyendo una historia que alterna momentos de gran crecimiento cuando se alinearon las políticas económicas, políticas y sociales con momentos en los que la falta de consensos generó políticas inconsistentes y nos llevó a la decadencia", agregó.
Según otro informe del Instituto Argentino de Energía General Mosconi, escrito por Julián Rojo, de los 135 millones de metros cúbicos diarios (m3/d) de gas que se extrajeron en febrero (último dato disponible), 55 millones provinieron de la producción de no convencionales. En lo que se refiere a petróleo, de los 2,2 millones de metros cúbicos mensuales (casi 500.000 barriles diarios), lo no convencional representó apenas 381.000 m3 (85.586 barriles por día).
Para que los recursos no convencionales puedan desarrollarse a mayor velocidad haría falta que hubiera más inversiones que los apenas US$4200 millones que se desembolsaron el año pasado. Aun así, en el último año la producción de petróleo no convencional (shale oil) creció 81% y la de shale gas, 233%, según datos de la Secretaría de Energía.
Sin embargo, este ritmo de crecimiento no es sostenible si no se siguen perforando pozos, lo que implica igual o más inversión que hasta ahora. "Uno de los grandes limitantes para un desarrollo rápido de estos recursos es la falta de recursos financieros genuinos en el país, lo que obliga a obtenerlos en el extranjero. Al mismo tiempo, la inestabilidad macroeconómica histórica genera incertidumbre y eleva la tasa de retorno que se exige para una inversión en la Argentina. A esto se agrega que nuestro costo de producción es aún 25% superior al de las mejoras zonas de los Estados Unidos", compara Ricardo Arriazu.
Otras condiciones esenciales para el desarrollo exitoso de estos recursos son que haya equilibrios macroeconómicos, fiscal y externo y una baja de la tasa de inflación. Al mismo tiempo, este desarrollo debería fortalecer las cuentas fiscales y externas y contribuir a la baja del riesgo país. De este modo, se generaría un círculo virtuoso.
Impacto económico
En su informe, además, Arriazu realizó una evaluación económica de lo que generará el desarrollo de Vaca Muerta e indicó que el PBI tendría un aumento, tanto por el impacto directo de la producción de hidrocarburos (mayor extracción, transporte, separación y refinación) como por su efecto indirecto: los gastos en insumos nacionales –incluye salarios e impuestos– elevan su capacidad y luego se materializan en un incremento de la producción en otros sectores.
El primer actor en sentir estos efectos es la provincia de Neuquén, que tiene una de las tasas de desempleo más bajas del país: 4,8% en la capital provincial (la tasa promedio del país fue 9,1% en el último cuatrimestre de 2018, según el Indec).
En cuanto a salarios, un operario que trabaja en el pozo de un yacimiento en Vaca Muerta gana aproximadamente $120.000 por mes, con un esquema de trabajo de 14 días seguidos en jornadas de 12 horas diarias y siete días de descanso.
"El empleo aumenta en el sector desarrollado, especialmente en las zonas de influencia de la explotación de estos recursos no convencionales, pero también crece en otros sectores que se expanden por efecto ‘encadenado’", indicó el informe.
De hecho, en Añelo, el pueblo que está más próximo a los mayores yacimientos de Vaca Muerta, tuvo una ola inmigratoria desde que comenzó el desarrollo de la formación, ya que pasó de los 2500 habitantes en 2012 a los actuales 8000. Por día, además, cruzan el pueblo entre 5000 y 6000 operarios que viajan desde la ciudad de Neuquén.
La provincia, por supuesto, es también la gran beneficiada con las regalías hidrocarburíferas que pagan las empresas. Neuquén recibe por impuestos un 12% del valor en boca de pozo de la producción no convencional y se queda con el 15% de la producción convencional. "De cada 100 barriles de petróleo que se producen, Neuquén se queda con 12 y 15, según el desarrollo", ejemplificaron las autoridades provinciales. La diferencia en el porcentaje de las regalías se debe a que el gobierno renegoció en 2008 los contratos, cuando extendió por 25 años más la concesión de los yacimientos convencionales que vencían en 2017.
El año pasado, Neuquén recaudó por este impuesto $10.229 millones por la producción de petróleo y $12.839 millones por la de gas, lo que significó un aumento total real del 43% con relación a 2017. Estos ingresos son coparticipables y se reparten entre los municipios. "El impacto fiscal total dependerá del uso que hagan las provincias de esos recursos, como cancelar deuda, atesorarlos en un fondo intergeneracional o gastarlos", advirtió Arriazu.
En lo que se refiere a producción, si bien los datos cambian cada mes, en febrero (último dato oficial disponible) en Neuquén se extrajeron 73,5 millones de metros cúbicos de gas por día y 132.865 barriles de petróleo diarios, lo que significó el mayor pico productivo desde 2009. Del total de la producción, lo no convencional equivale al 61% del petróleo y al 67% del gas.
Efecto en las cuentas externas
Con la mayor producción de gas y petróleo, se espera que el país vuelva a tener superávit energético, como tuvo en 2006, cuando la diferencia entre exportaciones e importaciones del sector generaba un ingreso de 6100 millones de dólares. Siete años después, tras la decisión del gobierno anterior de congelar las tarifas de gas y de electricidad y de intervenir en el precio de los combustibles, en 2013 la Argentina tuvo un déficit de 6900 millones de dólares.
"La mayor producción de hidrocarburos reducirá las importaciones de combustibles y luego aumentará las exportaciones, aunque en el caso del gas puede tomar algún tiempo, –dice Arriazu–. Las importaciones de bienes de capital aumentan para el desarrollo de la producción, pero no llegan a afectar la mejora en la balanza energética. Las compras de insumos del exterior están autofinanciadas con ingreso de capitales, por lo que no hay necesariamente presiones sobre las reservas del Banco Central".
Otro cambio que genera pasar de ser un país importador a uno exportador neto de energía es la tendencia hacia la baja del precio interno del gas y de la electricidad. "Un menor costo de la energía funciona para otros sectores como una ‘devaluación interna’, mejorando su competitividad. En el caso particular de los fertilizantes, la disponibilidad asegurada de gas, y a un costo menor, permitiría bajar su precio, incentivar su uso en el sector agropecuario e incrementar los volúmenes de producción, activando una nueva ola positiva sobre la economía", explicó Arriazu.
Por último, la relación entre el riesgo país y la magnitud de las inversiones generará "círculos virtuosos-viciosos", como dijo el economista. "Un crecimiento importante de la producción contribuye a mejorar las cuentas externas y fiscales y a reducir el riesgo país, lo que incentiva la inversión y la producción, profundizando la baja del riesgo país. Lo contrario sucede si se implementan políticas macroeconómicas imprudentes que boicotean el aporte del sector energético en desarrollo e impiden la caída del riesgo país", concluyó.
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