Vaca Muerta: los ecos judiciales de un negocio con tres cabezas
Neuquén y Vaca Muerta no pueden estar más unidos. Debajo de la tierra, las millonarias reservas petroleras; arriba, las peleas por el reparto de los millones que producen aquellos recursos. La tecnología, la inversión, las miserias, la ambición y la corrupción se conjugan perfectamente. Y claro, depende quién dirija las riendas de la provincia más estratégica de todas para los próximos años, se impondrá una u otra.
Neuquén es bicéfalo. Hay dos grandes poderes que manejan la provincia. Por un lado, la política; por el otro, las petroleras. Entre ambos, casi como un nexo de poder instalado, subyace otro: los sindicatos.
Durante años se consolidó un enorme paquete de negocios e intereses cruzados a la vera de los pozos petroleros. Unos y otros conocen perfectamente la metodología y los sobrecostos que genera esa manera de hacer negocios. Hubo un acuerdo de productividad cuando Juan José Aranguren era ministro de Energía para bajar aquellos costos. Pero no hubo caso, a la larga las empresas aún se quejan de los costos que tiene operar en la cuenca. Pero el petróleo paga todo.
Neuquén es otro mundo. Allí la inversión florece. La relación de negocios y negociados entre el trípode que forman el sector público, el privado y los sindicatos está aceitada como en pocos lugares. Todos se conocen. Y como si a este triángulo le faltara algo aparece el apoyo nacional con medidas que les dan más y más dinero a los petroleros. A las empresas, incentivos y subsidios a la producción. No es para menos, en unos años, inversión mediante, Vaca Muerta podría convertirse en otra fábrica de dólares de la economía argentina, algo que el campo ya hace desde muchos años atrás.
Tan distinto es Neuquén al resto de la Argentina que no sólo la inversión tiene sus beneficios. Los empleados petroleros no pagan impuesto a las ganancias en la gran mayoría de los ítems que conforman la nómina. Ese privilegio, que inició en la época del gobierno de Cristina Kirchner y que esta administración no pudo remover, significa enorme cantidad de dinero que no se recauda.
Hubo un intento cuando se planteó el proyecto del presupuesto de este año para eliminar la exención del impuesto a las ganancias en ítems como viáticos, pagos de viandas y horas de viaje, entre otros. Gran parte de los sueldos petroleros se liquida por ahí. Pero los petroleros fruncieron el entrecejo y la iniciativa se cajoneó. Nuevamente, el trípode de poder funcionó. Los sindicatos torearon, el gobierno provincial apoya porque es menos dinero para el consumo, la recaudación y los negocios y las petroleras acompañaron. Finalmente, gran parte del sueldo de sus empleados lo paga el resto de la sociedad con sus impuestos. Tanta potencia tiene ese conglomerado de poder que se ha enquistado en varias oficinas de las torres vidriadas de Buenos Aires: muchos ejecutivos del sector utilizan esa exención para no pagar el impuesto a las ganancias y sus sueldos sonríen frente a los de otras industrias.
Las administraciones locales son las encargadas de monitorear ese trípode perfecto. Los negocios que derrama la actividad hicieron millonarios a los jerarcas del sistema. Los líderes del Movimiento Popular Neuquino (MPN), una suerte de PRI argentino, por el partido que gobernó décadas a México, disfrutan de la política pero sobre todo de los negocios.
El inicio de la época moderna del petróleo en Neuquén se podría localizar en 2008 cuando empezó a regir la ley corta, una norma que le daba a las provincias la potestad de negociar los contratos de concesión sobre las áreas petroleras. Neuquén hizo punta con Panamerican Energy (PAE), la compañía de los hermanos Bulgheroni. Hubo un acuerdo y la empresa renegoció por décadas sus derechos de concesión. En ese momento, el gobernador Jorge Sapag , florecía con los negocios de las petroleras y los suyos.
Hubo un hecho que resultó determinante como para que el número uno de la política local no se presente ahora como candidato y se dedique sólo a los manejar los hilos de la provincia desde su casa. Mientras negociaba los contratos con las compañías, hubo un intento por depositar cinco millones de dólares en la Banca Privada de Andorra. Lo hizo su ministro de Energía, Guillermo Coco. Si bien aquellos bancos no se caracterizan por la rigidez en la búsqueda del origen de los fondos, el depósito fue rechazado. La información nunca se supo hasta que el diario El País de España publicó una serie de notas que trataba sobre lavado de dinero y corrupción en aquel banco. Según el diario madrileño, el depósito no se aceptó por considerar que "los fondos corresponden a comisiones y regalías originadas por las intermediaciones en las renegociaciones de las concesiones que se otorgan periódicamente a empresas reconocidas en la explotación de petróleo en la región". Pocas cosas tan frustrantes en el mundo financiero como que rechacen un depósito en un paraíso fiscal. A Sapag y a Coco les pasó.
La investigación se conoció el año pasado y desde entonces, el mandamás provincial prefirió no presentarse por temor a que regrese sobre sí aquella sombra. Hoy la Banca de Andorra está mencionada en varios pasajes de la causa de los cuadernos como uno de los lugares por donde triangulaba el dinero para pagar propiedades compradas por el secretario Daniel Muñoz en el exterior.
Florecían los negocios en Neuquén mientras se renegociaban los contratos. Tanto que las visitas quincenales que Sapag hacía al Ministerio de Planificación Federal, siempre entraba por el estacionamiento y subía directo a los principales despachos, generó la necesidad de comprar un avión. El gobernador cambió un helicóptero que estaba en la flota provincial por un avión jet que volaba para la gobernación de Salta. Trato hecho y a volar más cómodo. Desde entonces, los viajes a Buenos Aires se sucedieron tanto que el líder del MPN, para no dejar demasiados rastros, paraba en la ciudad en un departamento de su madre.
Al ritmo de las renegociaciones, en Neuquén se convirtieron en grandes anfitriones del elenco kirchnerista que hoy está preso. José López, célebre por el revoleo de bolsos, era asiduo concurrente a las veladas. También iba en avión privado como para que sea más cómodo el traslado.
Las declaraciones de varios arrepentidos en la causa de los cuadernos ya han posado la investigación en la llamada Patagonia Norte. Los hombres de la Patagonia Sur, que coparon el gobierno con Néstor Kirchner como presidente, armaron sociedades y negocios a la vera del petróleo. Una cadena de farmacias en Santa Cruz, Autopfarma, quedó en medio de la investigación ya que la expansión fue gracias a la inyección de dinero que le colocó Muñoz. Pasaron de dos a 22. En la zona de Neuquén la Justicia mira con atención otra cadena que tuvo una expansión similar y que inició sus actividades en 2010. Ahora son un imperio económico.
El contador de los Kirchner, Víctor Manzanares, ya apuntó a alguna sociedad de Muñoz en esa zona. Es cuestión de tiempo como para que la madeja de negocios y negociados neuquinos empiece a desenmarañarse.
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