Urquía, de empresario modelo a "enemigo K"
Es uno de los senadores del PJ que criticó las retenciones
El senador Roberto Urquía es el prototipo del dirigente kirchnerista que, de buenas a primeras, pasó del pedestal a la lista negra.
Elogiado como un "empresario modelo" por la propia Cristina de Kirchner, que lo encumbró al frente de la estratégica Comisión de Presupuesto del Senado en diciembre, ahora Urquía es un "chanta, enemigo de los Kirchner", como lo catalogó el verborrágico piquetero Luis D Elía, vocero informal del pensamiento íntimo del matrimonio presidencial.
¿Qué sucedió para que la Casa Rosada le soltara de esta manera la mano a este cordobés, uno de los empresarios más poderosos del país?
Al parecer, el senador Roberto Urquía (PJ-Córdoba) incurrió en el pecado de la deslealtad cuando, en pleno conflicto con el campo, deslizó su desacuerdo con aspectos de la resolución 125, que impuso un esquema de retenciones móviles al sector agropecuario. Es cierto que varios legisladores y dirigentes cuestionaron -aunque con extrema prudencia para evitar represalias- esta medida. Urquía, si se quiere, fue uno más de ellos. Pero lo que más enojó al matrimonio presidencial, según legisladores que lo frecuentan, es que la crítica provino de un empresario mimado por el Gobierno, cuyo emporio aceitero, Aceitera General Deheza (AGD), recibió en los últimos años millones en concepto de subsidios.
"El esquema de retenciones variables es bueno, pues traza un horizonte de previsibilidad para el sector: si el precio del producto sube, las retenciones suben, y viceversa. Pero hay que revisar el nivel de las alícuotas; no puede ser que si sube demasiado el precio, el Estado se quede con el 95 por ciento de la suba", había dicho Urquía a una radio cordobesa.
Por entonces, el conflicto con el campo atravesaba su punto más candente. Urquía se llamó a silencio. Si algo caracteriza a este senador oficialista no son sólo sus correctísimos modales, sino también su extremo bajo perfil.
Pero la daga ya había calado en la Casa Rosada, que no pudo tolerar que Urquía, que había recibido varios favores del Gobierno, les pagara de esa forma, interpretaron en los principales despachos legislativos.
Según estas fuentes, no sólo la empresa AGD fue destinataria de suculentos subsidios del Oncca -organismo de control agropecuario-, sino también se la benefició con una aduana emplazada en su misma ciudad, General Deheza, enclavada en el sur cordobés.
El conflicto con el campo sumió a Urquía en una pesadilla. Al igual que otros legisladores, sufrió el hostigamiento de ruralistas vecinos, que le exigían que se pronunciara contra las retenciones. Urquía, tras intentar en vano que la Casa Rosada contemplara algunas de sus propuestas para cambiar el esquema de retenciones, optó por marcar tibia distancia del Gobierno.
Su pesadilla no termina. Algunos ruralistas aún lo critican y el matrimonio Kirchner lo desterró luego de que Urquía firmara un documento, junto con el gobernador Juan Schiaretti y los restantes legisladores nacionales cordobeses, instando a que se revisara la polémica resolución 125. La reprimenda del Gobierno no tardó: el nuevo presidente del Oncca, Ricardo Etchegaray, mandó a revisión todos los pagos de compensaciones que efectuó desde 2007 a la industria aceitera. Ahora AGD está en la mira.
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