Universidades | El bloque radical lidia con una situación crítica tras la votación del veto y afronta el riesgo de una división
El martes está prevista una reunión para definir el futuro de los díscolos que volvieron a alinearse con el gobierno de Milei en la discusión por el financiamiento universitario
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El bloque de diputados de la Unión Cívica Radical (UCR) quedó en una situación crítica después de que el presidente Javier Milei lograra blindar el veto a la ley de financiamiento universitario. Es que el grupo de radicales díscolos que había auxiliado a la Casa Rosada en la votación para dejar firme la impugnación de la reforma jubilatoria volvió a desmarcarse de la bancada que conduce Rodrigo De Loredo para defender la posición del oficialismo en la discusión sobre el aumento de partidas presupuestarias para la educación superior.
La decisión de Mariano Campero, Martín Arjol, Luis Picat, José Tournier y Pablo Cervi de modificar sus posturas respecto de la votación de agosto, cuando la ley había recibido la media sanción, para contribuir con la defensa del veto presidencial a la ley reavivó la tensión en el espacio y, sobre todo, los pedidos para correrlos.
El sector que responde al eje Martín Lousteau-Emiliano Yacobitti, y la tropa de Facundo Manes, quienes pretenden imprimirle una identidad opositora a la UCR y confrontar con el Gobierno en todos los frentes, redoblaron la presión para definir el futuro de los “díscolos” apenas finalizó la sesión del miércoles. Esta vez, Julio Cobos y Mario Barletta avalaron la idea de discutir a puertas cerradas la situación de los conversos. Con ese trasfondo, De Loredo convocó a una reunión para el próximo martes.
Los cinco “radicales peluca”, como se los denomina en el seno del bloque, jugaron al límite y perdieron apoyos internos, pero no está claro que los promotores de la expulsión -Evolución Radical y el grupo de Manes- logren reunir la mayoría de votos para apartarlos.
Antes de la sesión del miércoles, De Loredo les había propuesto negociar un salvoconducto. Dado que la UCR había resuelto insistir con la ley de financiamiento universitario, les sugirió que se abstuvieran o se ausentaran en el momento de la votación. Sin embargo, Campero, Picat, Arjol y Tournier desacataron la instrucción. Algunos apelaron al argumento de que ya le habían dado la palabra al Gobierno de que colaborarían con la defensa del veto de Milei. Arjol y Tournier pasaron de apoyar el proyecto en agosto a rechazar la insistencia para apuntalar la posición del oficialismo. Campero y Picat, quienes se habían ausentado en la votación de agosto, también cerraron filas con la Casa Rosada y avalaron la impugnación del Presidente a la ley. En cambio, Cervi se inclinó por abstenerse. Hace dos meses había votado afirmativamente.
La maniobra había sido consensuada con Martín Menem, titular de la Cámara de Diputados, quien teje con sigilo para que los cinco radicales se sumen a las reuniones de coordinación legislativa a las que asisten los representantes de Pro y el MID, de Oscar Zago. Hasta el momento, los díscolos rechazan la invitación y aseguran que no serán “empleados” del oficialismo, aunque no ocultan sus coincidencias con la agenda de Milei y ya iniciaron conversaciones informales con los Menem sobre el armado electoral de 2025 en sus distritos. El grupo había anticipado su voto en la cumbre previa a la sesión, en la que escucharon duros reproches de Cobos y Barletta, socios internos de De Loredo en el eje dialoguista de la bancada. Junto a los mendocinos Pamela Verasay y Lisandro Nieri, entre otros, se ubican en el centro del grupo: optan por cooperar, pero sin ocultar matices con los libertarios, sobre todo, en los temas institucionales o en la calidad del ajuste fiscal. Para decirlo de otro modo: no quieren pintarse de violeta, como Campero, ni acercarse a las posturas del kirchnerismo ni adoptar una actitud obstruccionista con el Gobierno.
En el oficialismo apuestan a que los cinco “radicales peluca” se escindan de la bancada de De Loredo y armen su propio bloque. No obstante, Picat, Campero y Arjol, quienes coincidirán este fin de semana en Brasil, adonde viajarán para participar de la Cumbre Sudamericana AgroGlobal junto a un grupo de diputados y senadores, no piensan por ahora abandonar la bancada de la UCR. Apuestan a resistir y dar la pelea desde adentro, en caso de que no sean expulsados: “Vamos a seguir en el bloque, marcando nuestra impronta y representando a muchos radicales que quieren que al gobierno nacional le vaya bien”, puntualiza Campero.
Los conversos insisten en que sus detractores internos aplican una “doble vara”. Recuerdan, por ejemplo, que Manes o Pablo Juliano se diferenciaron de la línea dispuesta por el bloque en las votaciones de la ley ómnibus y que no fueron sancionados. Sus rivales, en tanto, repudian que se hayan retractado no solo en votaciones de proyectos impulsados por el radicalismo, sino en temas centrales para la agenda del partido, como la defensa de la universidad pública o de los jubilados. Denuncian que son infiltrados de Milei y que dañan la credibilidad del sello de la UCR. Hasta ahora, los promotores de la expulsión de los díscolos reúnen unas once firmas. Requieren convencer al menos seis más legisladores para concretar el corrimiento.
“El Gobierno, con la complicidad de algunos legisladores aliados y opositores, y utilizando recursos de todo tipo, provocó que la Cámara de Diputados termine dándole la espalda a una sociedad que, a lo largo y a lo ancho del país, dejó en claro que está a favor de la educación pública universitaria”, puntualizó Lousteau, titular de la UCR, horas después de que Milei lograra un triunfo con la asistencia de cuatro radicales. Los pases de factura también alcanzaron a formoseño Fernando Carbajal, uno de los defensores de la ley, quien se ausentó porque estaba de viaje en el exterior. Y el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, apuntó contra Tournier, que pertenece al espacio Encuentro Liberal (ELI), por “haberle dado la espalda a la educación pública”.
En las últimas horas, los díscolos presionan para participar vía Zoom -ya que varios Campero, Picat y Arjol regresarán recién el miércoles de Brasil- de la cumbre convocada para el martes para defenderse. En la cúpula del bloque son precavidos. Está claro que De Loredo hace equilibrio para evitar una fractura y mantener a los 33 diputados, con el objetivo de no perder peso en el tablero legislativo. No obstante, el último desplante de los díscolos lo hizo revisar su estrategia. ¿Optará por darles un ultimátum o los empujará a salir? Por ahora, duda y cavila una solución.
De Loredo lidia con varios frentes abiertos: no solo quedó bajo fuego del Gobierno, que intenta dividir a la UCR, y enfrenta el cuestionamiento del sector combativo del bloque, sino que sus exsocios de Pro, en guerra con Lousteau, intensifican los ataques contra su figura en el recinto o tildan al centenario partido de “populista” en un comunicado de la fuerza.
Los díscolos, entretanto, creen que una expulsión solo sería funcional al grupo de Lousteau y Manes, que presiona a De Loredo para endurezca sus posicionamientos frente al Gobierno de Milei. Además, transmiten que están dispuestos a alinearse con el bloque en temas institucionales, como la ficha limpia o la defensa del acceso a la información pública.
“Nosotros tenemos dos puntos claros: no apoyamos proyectos del kirchnerismo ni vamos a conspirar contra el déficit fiscal”, arguye Picat.
En puertas de la batalla por el Presupuesto 2025, el bloque de la UCR quedó virtualmente fracturado, con enconos personales y una permanente pulsión a la disputa facciosa.
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