Una sola vez hubo segunda vuelta en la historia argentina
Estuvo prevista en seis ocasiones, pero sólo se hizo en los comicios porteños de 2003
La Constitución porteña señala que Mauricio Macri, que obtuvo más de 20 puntos respecto de Daniel Filmus, deberá pasar a la segunda vuelta. Pero la historia indica que de las seis ocasiones en que la ley previó segundas vueltas el ballottage sólo se concretó en una oportunidad.
A partir de ahora, los dos candidatos más votados comenzarán a desplegar su estrategia electoral rumbo al domingo 24. Macri no prevé hacer cambios sustanciales: seguirá haciendo propuestas, hablando con los vecinos y está convencido de que parte de los votos que fueron a Jorge Telerman terminarán volcándose en su apoyo. Sí, en cambio, el líder de Pro se preparará para una campaña sucia, dijeron sus allegados.
Filmus, por su parte, decidió anoche que se presentará en el segundo turno para intentar descontar la notable diferencia de votos que le sacó Macri. Por ahora, en el Gobierno está previsto que el presidente Néstor Kirchner apoye la campaña y que Filmus no desistirá de participar en los comicios de fin de mes. Anoche, el ministro de Educación y candidato a jefe de gobierno porteño vaticinó que ganará en el ballottage y anunció que para ello volverá a recorrer las calles porteñas para insistir en sus propuestas para la ciudad.
La única posibilidad que la Constitución porteña le daba a Macri para evitar la segunda vuelta era conseguir más de la mitad de los votos, pero al cierre de esta edición el empresario no los obtenía.
No cabe duda de que el caudal de sufragios que obtuvo Macri tiene un claro significado consagratorio del empresario como líder político de la oposición, por más que la elección tenga alcance porteño.
Pero la Constitución porteña, que copió el ballottage del modelo francés, es distinta de la nacional, que introdujo un ballottage desfigurado, llamado "criollo". La Constitución nacional, reformada en 1994 a instancias de Carlos Menem, estableció que el candidato se consagra automáticamente presidente si consigue más del 40 por ciento de los votos y una diferencia del 10 por ciento respecto del segundo. La Constitución porteña, en cambio, no prevé que la brecha de votos del primero sobre el segundo tenga consecuencia legal alguna.
Historias sin ballottage
En términos políticos, la lectura es otra. La Argentina es un país acostumbrado a las mayorías absolutas, fuertes, a los extremos del todo o nada.
La primera vez que se estableció el régimen de ballottage fue en 1972, cuando era presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse y Arturo Mor Roig era ministro del Interior.
El peronista Héctor Cámpora obtuvo el 49,5 por ciento de los votos y debía haber segunda vuelta, pero el líder radical Ricardo Balbín (que obtuvo el 25%) le dio por ganada la elección. Un año después, la reforma Mor Roig, que aspiraba a que Juan Domingo Perón fuese derrotado en una segunda vuelta por una coalición de toda la oposición, tampoco se concretó: en los comicios presidenciales de 1973, Perón ganó en el primer turno con el 62 por ciento de los sufragios.
Luego de la reforma constitucional de 1994, que introdujo el ballottage, en las elecciones presidenciales ganaron en primera vuelta, por mayoría absoluta, Carlos Menem (1995) y Fernando de la Rúa (1999). En 2003, Menem y Néstor Kirchner debieron pasar a la segunda vuelta, pero no fue necesario porque el primero renunció a continuar en la carrera electoral.
En el régimen porteño, De la Rúa, cuando fue elegido jefe de gobierno, en junio de 1996, ganó con el 39,9% de los votos, pero no debió pasar a la segunda vuelta porque aún no existía ese régimen, ya que la Constitución porteña se sancionó cuatro meses después.
En las elecciones de mayo de 2000, Ibarra obtuvo el 49,3% y Domingo Cavallo, que había sacado el 33,2%, se bajó del ballottage.
La única oportunidad en que sí hubo segundo turno electoral fue en las elecciones porteñas de 2003, en los comicios entre Macri y Aníbal Ibarra. El primero le había sacado una luz escasa de 3,32% de votos, pero en la segunda vuelta Ibarra ganó con siete puntos de diferencia y se consagró jefe de gobierno.
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