Liquidar todas las reservas es una estrategia electoral; la pobreza y su efecto en el voto villero; La Matanza y Hurlingham, dos grandes batallas peronistas
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En un momento de mucha incertidumbre y descalabro económico, quienes miran la economía están alarmados por la escasez de reservas del Banco Central (BCRA). Los expertos calculan que si tuviéramos que ir a ver cuánto quedó de dólares en condiciones de ser utilizados en el mercado, lo que se llaman reservas líquidas, quedaron 400 millones de dólares, lo que es poquísimo. Se asumieron compromisos para fortalecer el nivel de reservas o, por lo menos, para que los pagos al Fondo no dañen del todo la capacidad del BCRA. Compromisos con el oro, que se hipotecó y se des-hipotecó. Se fue a buscar un préstamo de la Corporación Andina de Fomento, que no es un préstamo sino un depósito que realiza ese banco de desarrollo regional a cuenta del desembolso que debería producir el Fondo Monetario Internacional (FMI) después de las vacaciones de verano en el Hemisferio Norte. Sergio Massa da por seguro que ese desembolso va a estar, pero todavía el acuerdo con la Argentina no pasó por la aprobación del directorio del Fondo. Técnicamente, más allá de las convicciones que pueda tener Massa respecto del destino de su negociación, es una jugada extraordinariamente audaz. Se intentó utilizar el segundo tramo del Swap con China y no se utilizó. Por eso se le fue a pedir plata a Qatar. ¿Por qué no se utilizó? Porque el FMI le hizo saber extraoficialmente a Massa que no caería tan bien en el organismo darle tanta participación al yuan en la relación con el Fondo, porque se entiende que ese incremento de la participación del yuan en el comercio exterior, y eventualmente, en los pagos al Fondo, se corresponde con una estrategia monetaria y geopolítica de China para enfrentar a Estados Unidos. Es decir que el Fondo operó en este caso como vocero del Tesoro, que es lo que suele pasar por el extraordinario poder que tiene la Secretaría del Tesoro de los Estados Unidos en ese organismo multilateral.
Todo esto despierta muchas suspicacias, más allá del dato ya muy divulgado de que el Gobierno ha usado reservas que corresponden a depósitos en dólares de la gente. Como país estamos en el borde de la cornisa. Una situación extraordinariamente vulnerable por esa falta de reservas. Pero lo que hay que destacar, que probablemente no se ve del todo claro, es que esta decisión de poner al Banco Central y a la macroeconomía en esta situación tan delicada es el resultado de una decisión deliberada del Gobierno, del núcleo del poder que conduce el país, que surge del diálogo entre Cristina Kirchner y Sergio Massa, y se define como estrategia electoral. El Gobierno, Massa, Cristina Kirchner, eventualmente Alberto Fernández, que no sabemos cuánto opina de estos temas, han resuelto que debían poner en primer plano un objetivo: mantener el nivel de actividad económico, que la economía siga funcionando, que la producción y el consumo se activen como vectores que conducen el voto.
¿Qué relación tiene esto con las reservas? Se decidió liquidar las reservas para mantener el nivel de importaciones. Sin importaciones es imposible producir. Gran parte de las importaciones son bienes de capital, llámese máquinas, o insumos que sirven para la producción de bienes que después se van a consumir en el mercado doméstico o se van a exportar. Si hubiera una decisión de las autoridades económicas de preservar más las reservas del Central, se hubiera pagado el costo de restringir más las importaciones, que ya están muy restringidas. Cuando uno interrogaba a la mayoría de los economistas de la Argentina en el mes de febrero respecto de qué iba a pasar hoy, inclusive calculando que iba a haber una sequía que iba a impactar en el corazón de las reservas del BCRA, esos economistas pronosticaban un mayor nivel de reservas y un menor nivel de actividad para esta época del año. El Gobierno tomó otro camino. Liquidan las reservas, poniéndose en una situación extremadamente riesgosa, con tal de mantener el nivel de actividad que, según la ideología y forma de mirar las elecciones del Gobierno, es mucho más determinante para el resultado electoral del oficialismo que el nivel de activos que pueda tener el BCRA. Más allá de la inquietud que puede producir la baja de reservas, que se proyecta sobre el precio del dólar blue, que está disparado. Estamos ante un tema central de la campaña. Hay un nexo entre toda la narrativa respecto de lo que está pasando en el BCRA con las reservas monetarias y los objetivos electorales del Gobierno. Todo asociado a compromisos muy opacos que asumió el Gobierno en materia de créditos, de endeudamiento. Hablamos de un Gobierno que promete siempre no endeudarse, pero vive endeudándose de manera poco transparente.
Estas decisiones producen otro tipo de inquietud que no tiene que ver con el dinamismo de la economía o el nivel de actividad sino con la situación del dólar. Acá nos encontramos con algunas curiosidades, bastante simpáticas, relacionadas con esta duplicidad de Massa como ministro de Economía y candidato a Presidente. Si miramos la página Dólar Hoy, con la divisa norteamericana en $585, advertimos que alguien se equivocó en el equipo de Massa. Habría que hablar con la agencia que le maneja la publicidad, con la que parece haber algunos problemas. En el momento en el que se estaba produciendo una corrida apareció en aquella página un aviso de “Massa, presidente”. Yo no soy quién para cuidar los intereses de Massa pero si fuera su asesor le diría ‘sacá tu nombre de todo lo que tenga que ver con el dólar’. Se ve que los que siguen la campaña de Massa no están tan convencidos de que esto sea riesgoso.
El problema de las reservas, nivel de actividad y corrida cambiaria es en realidad uno de los síntomas de un panorama económico mucho más amplio en su dificultad, diríamos en su dolor. Este lunes hubo una homilía, día de San Cayetano, de Jorge García Cuerva, que es el nuevo arzobispo de la ciudad de Buenos Aires. A las 11 de la mañana habló en la misa que se celebró en Liniers, en la Iglesia de San Cayetano. García Cuerva tuvo una exposición ligada, es obvio, a la situación económica y social. Dijo que “no hay bolsillo que aguante”, habló de la “maldita inflación” y de la degradación social que supone el trabajo en negro, y se refirió al trabajo esclavo. Es un mensaje permanente de la Iglesia, que se enfatiza con García Cuerva, que tiene toda una trayectoria personal ligada al mundo de los pobres. Pero también es interesante, si queremos leer entre líneas y mirar más de cerca el mensaje político de Garcia Cuerva, que no haya tenido ninguna inhibición para enviar este mensaje tan crudo respecto de la economía a una semana de las primarias, donde Sergio Massa se juega gran parte de su carrera política. Cuando se conoció que García Cuerva era el nuevo arzobispo de la arquidiócesis de Buenos Aires, apareció enseguida el matrimonio Massa emitiendo mensajes y fotos que daban a entender una relación con García Cuerva mucho más cercana de lo que en realidad es. Bueno, si había alguna duda de que la relación con los Massa podría condicionar a García Cuerva, el lunes esa duda se despejó tras ese mensaje tan duro sobre la economía que el arzobispo emitió a menos de una semana de las elecciones.
El discurso de García Cuerva puede explicarse a través de unas estadísticas de una consultora que está especializada en cuestiones sociales y de pobreza, que se llama exQuanti. Si nos detenemos en uno de sus trabajos, que exhibe el movimiento de la pobreza en la Argentina y en el conurbano, nos damos cuenta de que, obviamente, el conurbano es la zona más castigada del país. Hay una diferencia entre el 45,8% de pobreza en el conurbano bonaerense y el 38,7%, que es el promedio de los grandes aglomerados del país. Pero el dato importante es que, después de una caída en el nivel de pobreza posterior a un pico de 47,9% que se corresponde con la pandemia, se está volviendo a un nivel similar en un contexto totalmente distinto del que produjo la severísima cuarentena organizada por Alberto Fernández. Esto habla del drama social, pero también del drama político del oficialismo. La curva ascendente corresponde a la gestión de Massa. Es un ascenso entre el primer trimestre del 2022 y el primer trimestre del 2023 de 38,4% al 45,8% de la pobreza en el conurbano y del 34,3% al 38,7% en el total de los aglomerados del país. Otro dato que nos muestra la encuesta es que si miramos la imagen general, hay un nivel ya estable de altísima pobreza, que parece ser estructural.
Si nos centramos en otro de los gráficos de exQuanti, que pone el foco en la indigencia y no en la pobreza, también podemos observar un pico en el tercer trimestre del 2020. Y tenemos nuevamente un nivel muy alto de indigencia, entre aquellas personas que no tienen planes sociales, que alcanza el 13,2%. Esto significa que, cada 100 personas, hay más de 13 que tienen dificultades para comer. Es un drama cada vez más importante que le está cambiando, en cámara lenta, el rostro a la Argentina. Se trata de niveles bastante estables y altos. Es algo muy difícil de cambiar y algo que adquiere ya características crónicas de un problema muy grave ya que hablamos de gente que no tiene para comer y supera el 10%. Obviamente este es el trasfondo de las elecciones.
Un tercer gráfico, vinculado a la pobreza en niñas, niños y adolescentes, nos permite dar cuenta de que, en el total de aglomerados del país, cada 100 chicos hay 56 que están en situación de pobreza. En el conurbano, cada 100 chicos hay 64 que están en situación de pobreza. En muchísimos casos son chicos que no han visto a sus padres ni a sus abuelos trabajar. Demográficamente esto tiene un potencial enorme de reproducción de este problema.
Estamos frente a una inercia complicadísima. Esto no hay que mirarlo solo desde el punto de vista electoral, es un problema de toda la dirigencia argentina. Pero obviamente tiene efectos electorales que desvelan extraordinariamente hoy al oficialismo. Es imposible entender la preocupación que uno advierte en la dirigencia oficialista si uno no mira este tipo de cuadros sociales, que no dejan dormir desde hace mucho tiempo a Cristina Kirchner. ¿Por qué? Porque la perduración de este problema está desenganchando el voto de los pobres del peronismo clásico, del kirchnerismo, hoy de Unión por la Patria.
Nosotros estamos inhibidos de mostrar encuestas por la veda electoral, algo que es bastante ridículo pero hay que acatarlo. Por lo tanto, vamos a hablar conceptualmente de un estudio que realizó el equipo del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS), que dirige el jesuita Rodrigo Zarazaga. Es un estudio muy inusual, y original, porque encuesta presencialmente a las villas de emergencia de la ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense y está realizado por tres personas: Zarazaga, Ernesto Calvo y Gonzalo Elizondo. El estudio demuestra que hay un retroceso del peronismo como el que vimos en las elecciones de 2021, por eso es inquietante el problema de la pobreza para el oficialismo. Es un retroceso del 30% histórico del peronismo en las villas de emergencia. Hay un avance de la negatividad, de gente que dice que no le interesa ninguno de los candidatos disponibles. Alrededor de un quinto de la población de las villas dice que rechaza el menú completo. Hay mucha incertidumbre, de gente que no se sabe si no quiere contestar o que no tiene decidido el voto.
Y algo muy interesante. Cuando se pone el foco en los menores de 25 años, el candidato peronista está prácticamente a la misma altura, un poco más arriba, que Javier Milei, que expresa un voto de mucha bronca dentro del mundo de la pobreza. ¿Esto qué indica? Algo muy importante que muchas veces por razones clasistas se omite. Y es el nivel de politización, de conciencia política que hay entre los pobres. Que no son una masa operable mecánicamente.
Esto abre un signo de interrogación y desata una polémica dentro del aparato peronista. En general se supone que esta gente de la que estamos hablando es la que se moviliza a través de la maquinaria electoral del peronismo. La gente que se moviliza “clientelarmente”. Al mirar algunas de las elecciones provinciales, en Neuquén por ejemplo, el MPN perdió la elección a pesar de que ha tenido una maquinaria muy aceitada para movilizar a su base; perdieron la elección los Rodríguez Saá; el peronismo de Uñac en San Juan; y el peronismo chaqueño tuvo problemas. Entonces, empieza a haber -y este es un debate abierto en el comando de campaña de Sergio Massa- una discusión de si les conviene llevar a la gente a votar o no, porque quizás llevan gente que en el cuarto oscuro les vota en contra. Esto es lo que está en tela de juicio en el conurbano, que es la secuela del mismo fenómeno del año 2021, sobre todo de las primarias de septiembre, cuando se verificó un fenómeno que el peronismo no estaba habituado a registrar: mucha abstención entre los más pobres. Aparentemente esta inercia continúa, frente a una elección muy misteriosa donde toda la clase política está operando sobre datos desconocidos: se presume el voto del 30% del electorado, y hay un 70% en una zona de penumbra, donde no sabemos muy bien qué está pensando la gente. Interesantísimo fenómeno, que estaría indicando que la persistencia de la pobreza como fenómeno sistémico, que es algo que se despliega a partir de la crisis de 2001, está cambiando la política.
Este cambio forma parte de un panorama de creencias raras, contradictorias, por parte del electorado y la sociedad. Hay una encuesta que nos muestra el marco conceptual de las elecciones. Se trata de un estudio, que ya mencioné hace algunos días, del instituto de opinión pública Pulsar, radicado en la Universidad de Buenos Aires, en el que se dedican a estudiar cuales son las imágenes de los problemas públicos que se forman en la cabeza de la sociedad.
Toda la discusión de la elección tiene que ver con cómo estabilizar la economía, y cómo ordenar las cuentas públicas, o sea, cómo hacer un ajuste fiscal. Se le pregunta a la gente: ¿Usted está de acuerdo con que el Estado gasta mucho? ¿Está bastante, poco, o nada de acuerdo con esta idea? El 61% cree sin dudar que el Estado gasta mucho. El 19% está bastante de acuerdo. Es decir, juntos, el 80% de los encuestados, en este estudio de Pulsar de la UBA cree que el Estado gasta mucho.18% está poco de acuerdo. ¿Pero por dónde recortaría la gente el gasto? Acá hay algo muy interesante. El gran problema, para los que creen que hay mucho gasto, es la política. En términos abstractos: porque, ¿qué es recortar a la política? Dios sabrá. ¿Qué significa un recorte a la política? Bueno, esta respuesta está absolutamente ligada al problema de la abstención electoral. En la clase media, entre los ricos y también entre los pobres. El 69% está bastante de acuerdo con que hay que recortar a la política, y 22% muy de acuerdo.
Si nos metemos a mirar los números con lupa, estas son ideas a las que son más proclives los votantes de Juntos Por el Cambio y la Libertad Avanza que los votantes de Unión por la Patria.
Planes sociales: el 49% cree enfáticamente que hay que recortarlos. No sé si es un buen consejo después de ver los números de pobreza. Muy de acuerdo, casi el 50%. Y el 23% está “algo de acuerdo”. Pareciera que es más aconsejable para el público recortar planes sociales que recortar el empleo público. Y ya cuando le llega la guadaña a la clase media, se empieza a volver más reacia la opinión pública a hacer recortes porque solo el 25% dice estar convencido de que hay que recortar los subsidios a los servicios públicos, contra el 49% que está muy de acuerdo en recortar los planes sociales. Lo que no hay que tocar, y donde parece haber un consenso, es en salud pública y educación. Este es el mapa cerebral de la sociedad argentina respecto de un tema central de discusión económica, como es la relación con el gasto público y el rol del estado.
Todo esto envuelve el debate electoral. Todo esto es el background y el contexto en el cual se desarrolla una elección con varios enigmas sobre todo para el oficialismo. Uno de los enigmas, si uno quiere simbólico, es lo que está pasando en La Matanza. Porque allí, aparentemente, está bastante acorralado el peronismo de Fernando Espinoza y Verónica Magario, por el Movimiento Evita. Si uno hablara con los líderes del Movimiento Evita, ellos creen que están casi empatados con el intendente Espinoza. Estamos hablando del peronismo de La Matanza que es, históricamente, el corazón del peronismo. Esto tiene muchos significados en la interna del peronismo. Cristina Kirchner apoya a Espinoza, Máximo Kirchner y La Cámpora también. No porque quieran apoyar a Espinoza, sino porque están apoyando la idea de que la política siga pasando por el aparato partidario y los intendentes, y no por un movimiento social. Estamos en presencia de una avanzada del Movimiento Evita sobre el principal aliado de Axel Kicillof, que es Espinoza y sobre todo Magario. La Matanza, Espinoza y Magario son las muletas con las que se sostiene Kicillof frente a una embestida sistemática de Máximo Kirchner aliado con Martín Insaurralde de Lomas de Zamora, que quería ser el candidato a vicegobernador de Kicillof. El gobernador salió a decir que su fórmula iba a ser Kicillof-Magario, estando Máximo en China, para atornillar su relación con La Matanza y que no le copen la legislatura poniendo a Insaurralde como candidato a vicegobernador. Pero esto es anecdótico. Lo importante es que si miramos la película en cámara lenta, los movimientos sociales aparecieron cada vez con más poder a partir de la crisis del año 98′, se consolidaron en el 2001, se politizaron y se estructuraron desde el 2001 en adelante y hoy le están disputando el poder a los intendentes peronistas en nombre de la justicia social. Esto es un cambio importante en la política.
¿Quién es la candidata en La Matanza? Nada menos que la mujer de Emilio Pérsico, que resignó muchísimas posibilidades electorales en las listas de diputados del Movimiento Evita, para fortalecer la posibilidad de que su esposa compita en La Matanza contra Espinosa. Si allí hay un resultado parejo entre el peronismo partidario y este otro de los movimientos sociales, estamos ante un cambio de primera magnitud. O ante la manifestación orgánica de un cambio que se viene produciendo desde hace 20 años. Estamos ante una sociedad en transformación, no necesariamente una buena transformación.
Esta es una de las incógnitas que tiene hoy el peronismo. La otra tiene que ver con Hurlingham. Ahí gobierna Juan Zabaleta, que es un gran aliado de Alberto Fernández, pero es sobre todo el intendente que en 2019 se le escapó decir que lo iba a matar a Máximo Kirchner. Obviamente metafóricamente. Cristina dice que los agravios prescriben a los seis meses. Este agravio parece haber durado un poco más porque todo el capital político de Máximo y de La Cámpora hoy está jugado en Hurlingham, detrás de la candidatura de Damián Selci. Y daría la impresión, por los movimientos que uno ve, como la ansiedad con que Zabaleta está yendo a los medios en estos días, de que están empatados. Selci llevó a Hurlingham a hacer campaña con él a figuras relevantes del kirchnerismo. Entre otras, a Juliana Di Tullio, que ha sido una amiga histórica de Zabaleta.
Es una prueba de poder importante para los intendentes, y es una prueba de poder importante para Máximo y La Cámpora. Que, dicho sea de paso, dejó sin remises todo el partido de Quilmes: son todos de Mayra Mendoza; la oposición quiso ir a contratar remises y ya no hay. Otro centro de disputa es Mar del Plata, con la única candidatura de Fernanda Raverta. Si uno hoy va a Mar del Plata hay muy pocos carteles de Massa. Le están dando de tomar a Massa de su misma medicina: el ultra pragmatismo, que no se demora en solidaridades. Lo han dejado un poco solo. El otro problema es que Alberto Fernández lo quiere acompañar y aparece todos los días en un programa de preguntas y respuestas tratando de reproducir lo que fue aquella campaña de Menem de 1999, cuando lo tenía como enemigo al candidato Eduardo Duhalde. Menem hizo una campaña llamada “Menem lo hizo” para reivindicar su gobierno. Probablemente, con muchos más méritos que los que utiliza Alberto Fernández para reivindicar su propio gobierno, pero en contra de lo que serían los deseos del equipo de campaña de Massa, Alberto ocupa de nuevo la escena y la va a ocupar con mayor despliegue después de todos los viajes que piensa hacer sobre todo a New York, para la Asamblea de Naciones Unidas, a China, y a Sudáfrica, para una reunión de los Brics.
Todos estos son enigmas que sugieren una crisis en el oficialismo, que no sabemos qué profundidad o traducción electoral va a tener. Y se manifiestan en un plano muy importante para el kirchnerismo, que es el plano judicial. Se habló mucho todos estos días, de la ansiedad de Cristina Kirchner para que se mantenga Ana María Figueroa en la Cámara de Casación. Hay otro fenómeno menos visto y tiene que ver con los pliegos que se mandaron al Senado, y que revelan una colonización final del Poder Judicial Federal, no solo de Cristina Kirchner, sino de muchísimos gobernadores que tienen a sus propios candidatos a jueces esperando que se puedan aprobar sus pliegos en el Senado antes de irse. Es interesante ver un fenómeno: casi todos los candidatos a jueces que hay hoy esperando la aprobación del Senado para su pliego no han sido los que ganaron los concursos. Muchísimos de ellos ni siquiera entraron en las ternas. Es decir, hay una manipulación política vergonzosa de la selección del Poder Judicial por parte del Consejo de la Magistratura, de la presidencia de la Nación y del Senado. ¿Qué quiere decir esto? Que muchos gobernadores que se rasgan las vestiduras diciendo que la Corte está alineada políticamente, que no tiene independencia, son los primeros en someter a la Justicia Federal en sus distritos, que es la Justicia que dirime las elecciones y los delitos complejos, como contrabando y narcotráfico. Por lo tanto, todos los argumentos que han alimentado al oficialismo de la Comisión de Juicio Político en contra de la Corte, podrían, alimentar críticas a los gobernadores que promueven a estos jueces.
A propósito de esa comisión: el martes pasado declaró alló quien es la mano derecha del juez Horacio Rosatti, Silvio Robles. El jueves de la semana pasada, dos días después, Laura Latorre, que es la esposa de Robles, recibió amenazas horribles por teléfono. El caso fue judicializado y se está investigando. Aparentemente, ya hay algunos nombres por el seguimiento de las líneas telefónicas de las que provinieron las amenazas. En todo lo que tiene que ver con la pelea por la Justicia aparecen cada vez cosas más desagradables.
Terminamos: final de campaña para Juntos por el Cambio. El lunes hubo una novedad que fue la foto de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich junto a Mauricio Macri, que lo agarra a Larreta por el hombro en un gesto inesperado teniendo en cuenta la relación entre ellos de los últimos meses. Fue para apoyar la candidatura de Jorge Macri; en contra, obviamente, de la candidatura de Martín Lousteau. Se pusieron de acuerdo por consejo de Macri. El expresidente va a producir algún pronunciamiento que simule ser neutral, o cifrada y ambigua, este miércoles con una carta pública. Macri intervino para que haya un mismo búnker para esta elección. Iba a ser Costa Salguero. Pero se publicó este tuit, del legislador porteño del peronismo Juan Manuel Valdes: “En la ciudad de Buenos Aires, los votos se van a contar en el mismo lugar donde el Pro piensa montar su búnker partidario. Leíste bien, es Costa Salgueiro SA, empresa que paga un canon irrisorio de $953.134 y tiene la concesión vencida desde el año 2021. Le van a pagar $128 millones”. Aparentemente Patricia Bullrich leyó esto y dijo ‘No. Costa Salguero, no”. Y Larreta admitió cambiar el centro de cómputos, que iría a Parque Roca, y el lugar de concentración del Pro, que va a ser Parque Norte. Pero sigue habiendo rispideces. Veremos cómo procesan la convivencia el próximo domingo en un mismo lugar.
Los dos, Larreta y Bullrich, se consideran ganadores. Hay mucha atención en lo que diga el ganador esa noche, y hay mucha atención en lo que empiece a decir el ganador de la interna de Juntos por el Cambio, es decir el candidato a presidente de JxC, después de la elección, respecto de la economía. Pero no de la economía que va a implementar en un eventual gobierno, sino de la economía presente. Porque es muy probable que Larreta, y mucho más Bullrich, empiecen a exigirle a Massa que haga los deberes de ministro de Economía y que no sacrifique la economía en función de la campaña electoral. Y esto puede estar acompañado, eventualmente en el caso de Bullrich, con la amenaza de alguna denuncia penal, sobre todo por el manejo de las reservas del Central.
Massa tiene que desear por mil razones que le vaya relativamente bien en la elección. Si no le va todo lo bien que él espera, se va a encontrar con esta presión de la oposición que le va a decir: “Hacé ahora el ajuste, subí más las tarifas, devaluá y ajustá el gasto público”. Y con una presión exactamente simétrica, en sentido contrario, de Cristina Kirchner y el peronismo que le va a recordar: “Olvidate del ajuste y empezá a gastar como corresponde a una campaña”. Esa podría ser la pesadilla de Massa si los resultados más o menos aceptables que tiene hoy en su cabeza no lo acompañan el domingo que viene.
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