Una sesión crispada, al filo de la suspensión
El debate legislativo fue intenso, con cruces a los gritos y pedidos de la oposición para levantarlo por las protestas callejeras
Cuando Fernanda Vallejos pidió la palabra, las "cuestiones de privilegio", un ardid reglamentario al que recurrió la oposición para estirar el debate y hacer tambalear la mayoría oficialista, llevaban ya más de cuatro horas. A contramano de la estrategia de sus compañeros, la diputada kirchnerista reclamó abocarse "de una vez" a la discusión de fondo. La cortina invisible que separaba en dos el recinto de pronto cayó. Los oficialistas la aplaudieron entre risas. En su bloque se agarraron la cabeza.
Fue un oasis de humor en una sesión cargada de agresiones, suspenso y dramatismo. Al ritmo de los incidentes que explotaban en la calle, el debate en el palacio se transformó en una guerra de desgaste, en la que cada sector demostró que estaba dispuesto a jugar a fondo.
El primer encontronazo lo protagonizaron Agustín Rossi y Elisa Carrió. Cuando él tomó la palabra para quejarse por la denuncia penal que había presentado la diputada por los incidentes de la sesión del jueves pasado, ella lo interrumpió fuera de micrófono y se levantó para irse. "Vos, andate tranquila nomás. Total, ¿para qué te queremos acá?", le dedicó él, mientras Carrió lo saludaba, sobradora, con el brazo en alto. "Te hubieras ido cuando eras funcionaria de la dictadura en el Chaco", se calentó Rossi. Ella se la siguió por Twitter: "Habla Rossi, quien tuvo como jefe del Ejército a Milani, hoy preso por crímenes de lesa humanidad".
Pese a la tensión, el recinto se mantenía al margen de la convulsión que se vivía en la calle. La cápsula se quebró de golpe: "¡Presidente, la represión afuera no para!", advirtió Araceli Ferreyra a los gritos. El vuelo de los helicópteros se oía cada vez más cerca. Restos de los gases lacrimógenos entraban por los balcones internos, y hacían toser a periodistas y asesores.
Acorralado, el presidente de la Cámara sometió a votación una propuesta del kirchnerista Horacio Pietragalla para pasar a un cuarto intermedio. La oposición ganó 125 a 111. En Cambiemos se encendieron las luces de alarma. Tras bambalinas, Emilio Monzó reunió a los jefes de bloque y les dijo que pediría instrucciones al Poder Ejecutivo. No tuvo que hacer ninguna llamada. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, fue uno de los funcionarios que, tras un encuentro con gobernadores del PJ, se quedó para monitorear el debate en el despacho de Monzó. La respuesta fue contundente: "Pase lo que pase esto no se levanta de ninguna manera".
El presidente de la Cámara intentó seguir adelante. Andrés Larroque, uno de los diputados de La Cámpora que salieron a la calle para interceder frente a los incidentes, se acercó agitado hasta el estrado. "¡No van a terminar bien las cosas si no se levanta ya esta sesión!", dijo, tras denunciar la represión policial. Carrió redobló la apuesta: "¿Qué significa que mañana decida un grupo que no puede funcionar el Gobierno? Eso se llama estado de hecho, que en términos jurídico es un golpe de Estado".
Los choques se sucedieron sin pausa durante la sesión. Otras dos veces la oposición intentó sin éxito interrumpir el debate. Con el aporte del Bloque Justicialista, el oficialismo ganó dos votaciones que llenaron de suspenso el recinto. Aunque con mayoría, en el interbloque de Cambiemos primaba el nerviosismo.
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