Una reforma urgente
El fin último de la Justicia en un Estado de Derecho es la garantía de la igualdad y la libertad de los ciudadanos. Como un síntoma de la decadencia que atraviesa el país, los sucesos de los últimos días pusieron en entredicho ambas cuestiones. Primero fuimos testigos de la privación de la libertad de una persona, sin sospecha de fuga ni de entorpecimiento de la investigación -luego confirmado por la recomendación fiscal de excarcelación-, al solo efecto de recibirle declaración, invirtiendo así el principio de inocencia y de debido proceso.
Hubo una férrea defensa corporativa. El sindicalismo, sobreponiéndose a sus propias divisiones, exigió su liberación con marchas y amenazas de impedir el funcionamiento del sistema ferroviario. La garantía de igualdad ante la ley quedó amenazada.
Como espectadores pasivos, observamos cómo miden sus fuerzas dos de los sectores más desprestigiados en la consideración social, los sindicatos y el Poder Judicial, que junto con el Parlamento y los partidos políticos se disputan los últimos lugares en las mediciones de confianza ciudadana. Realidad triste de un sistema republicano que cruje.
Entre las sospechas sobre decisiones judiciales influenciadas políticamente y la defensa de los intereses corporativos, los ciudadanos vemos escurrir el sistema de garantías.
Un fiscal que habla de "endeblez probatoria" debe encender una luz de alerta para millones de ciudadanos que no podríamos impedir el funcionamiento de un servicio público o interrumpir la circulación para exigir una libertad indebidamente conculcada. Detener un viernes para excarcelar un martes bajo caución juratoria, sin fijar fianza monetaria, es demasiado grave para que pase inadvertido.
Nada más importante, entonces, que recomponer una situación urgente: atender la situación de la Justicia y acordar las bases de una verdadera y profunda reforma para regenerar la confianza ciudadana. Una Justicia sin independencia, que basa sus decisiones en presiones políticas, es una amenaza a nuestra seguridad individual y la degradación máxima de nuestro sistema político.
El autor es diputado del PJ Federal
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