Una puesta en escena para la reconciliación, frustrada por los reproches cruzados
El presidente y la vice se reencontraron en público pero volvieron a exhibir sus diferencias; Cristina objeta la forma en que Alberto se relaciona con el poder económico; sugestivas ausencias
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Al final del acto por los 100 años de YPF, el Gobierno y La Cámpora difundieron una foto de “amor y paz” en la que Alberto Fernández le toma la mano a Cristina Kirchner. El metamensaje que transmitieron la Casa Rosada y la agrupación que lidera Máximo Kirchner –ausente sin aviso en Tecnópolis, al igual que Sergio Massa- fue que existe la posibilidad de una reconciliación entre el Presidente y su vice. Pero los discursos de ambos estuvieron repletos de mensajes cruzados, algunos no tan amistosos, que en el fondo reflejaron concepciones diferentes de ejercer el poder.
En rigor, la vicepresidenta tomó la iniciativa con una intervención que –pese a que no leyó, fiel a su estilo- estuvo minuciosamente ensayada, a tal punto que en el medio exhibió un video en el que se observó al exministro de Economía Nicolás Dujovne afirmar que fue una “bendición” que la administración de Cristina Kirchner no se haya endeudado porque era tan “estrafalaria” que el mundo “no le prestaba plata”. En ese punto y en los cuestionamientos al expresidente Mauricio Macri, estuvieron los únicos puntos de contacto entre ambos.
Alberto Fernández, que había preparado un discurso formal con menciones al general Mosconi y al potencial exportador que tiene el país a partir del yacimiento de Vaca Muerta, tuvo que improvisar una respuesta después de que la vicepresidenta le recordara que él tiene la lapicera y le pidiera que, efectivamente, la utilice. Fernández se sintió tocado porque la dama aludió a un encuentro que él había tenido con el ceo del Grupo Techint, Paolo Rocca, clave para que el demorado proyecto del gasoducto Néstor Kirchner finalmente cobre cuerpo. “Ganar dinero no es una indecencia”, replicó el Presidente cuando, por enésima vez, Cristina le enrostró un trato blando con empresarios que el kirchnerismo siempre puso en la vereda de enfrente.
Pero los dardos políticos no quedaron ahí. La vicepresidenta desempolvó viejas tapas de diarios –entre ellas una de LA NACION- que daban cuenta de la estatización del 51 por ciento de YPF en 2012. Aquel año, Alberto Fernández estaba en el llano y era muy crítico de la gestión de Cristina Kirchner. A tal punto, que inicialmente puso reparos a la medida del tercer gobierno kirchnerista. Tal vez por eso, el Presidente devolvió gentilezas: “Que YPF sea estatal no garantiza nada”, advirtió y ensayó una explicación sobre el contexto en el que se desempeña la petrolera de bandera nacional.
Fernández también apeló a su “vena hippie”, pese a que admitió entre risas que “a Cristina no le gusta”, y citó al flaco Luis Alberto Spinetta para concluir que no todo tiempo pasado fue mejor. Lo hizo después de escuchar pacientemente los más de treinta minutos que tomó la vicepresidenta para su discurso, con un gesto propio de alguien que se preparó para el imponderable. Con elegancia, sin el golpe directo al que apela Cristina, el mandatario pareció ubicar así a la dama en el pasado y pidió, en cambio, “unidad” para construir el futuro.
El Presidente y la vice tuvieron un solo gesto cómplice durante el acto, que presenciaron funcionarios y dirigentes de ambos bandos en que se encuentra dividido el oficialismo. Fue cuando recordaron haber leído prácticamente a la par el libro “En torno a lo político”, de Chantal Mouffe, la mujer de Ernesto Laclau –aclamado por el kirchnerismo- en los años de la presidencia de Néstor Kirchner. Pero fue un gesto breve, casi un oasis en medio los mensajes cruzados, que impidieron al oficialismo escenificar una tregua política.
Para colmo Sergio Massa, que intenta mantener la unidad del Frente de Todos y se muestra tanto con Alberto como con Cristina, esta vez no apareció en la foto de la reconciliación. Aunque no lo admite públicamente, el tigrense está cansado de la “telenovela” que protagonizan el Presidente y la vice. Estaba en un acto en Moreno junto a Gabriel Katopodis y nunca llegó a Tecnópolis. No fue por falta de tiempo, porque el ministro de Obras Públicas sí apareció en la primera fila del auditorio.
Máximo Kirchner tampoco estuvo para presenciar el reencuentro. Sus cuestionamientos a Fernández por sus contactos con empresarios son incluso más duros que los que su madre le enrostró al Presidente.
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