Una protesta multitudinaria, que desbordó las demandas del campo
La manifestación contra el Gobierno incluyó demandas de justicia y educación; visibilizó la crisis económica que agudizó la pandemia; y buscó sembrar comunión entre el campo y la ciudad
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SAN NICOLÁS.- La multitudinaria protesta que organizó un grupo de dirigentes autoconvocados del campo en la ciudad bonaerense de San Nicolás traspasó las fronteras del reclamo del sector, como las quejas por las restricciones a la exportación de carne, para extenderse a otras demandas vinculadas a la justicia, la educación y la crisis económica que agudizó la pandemia. Según pudo constatar LA NACION en el lugar, la agenda extendida buscó sembrar una comunión entre los problemas del campo y la ciudad.
Esa estrategia fue pensada por los autoconvocados, que dieron mayor protagonismo en los discursos a personas de a pie, como maestros, estudiantes, empresarios y jubilados, que ilustraron con penurias personales aquellos problemas que atraviesan a la mayoría de los que viajaron desde distintos puntos de la región central del país, la más potente a nivel productivo. Los dirigentes de las entidades agropecuarias, que integran la mesa de enlace, quedaron para el final en la ristra de más de 20 discursos.
En medio del precalentamiento de la campaña electoral, este núcleo con base en el campo, pero sin un rol institucional a nivel partidario, buscó repetir el espíritu de los banderazos que nacieron hace un año, cuando ese sector de la llamada “nueva ruralidad” logró viralizar desde Avellaneda, el norte de Santa Fe, reclamos más de fondo –como la resistencia al avance contra la propiedad privada- tras el fallido intento del gobierno de expropiar Vicentin.
Arriba del escenario, montado sobre un trailer que se usa para transportar granos a los puertos, Sergio Cerro, oriundo de Bragado, presidente de la Cámara Argentina de Vinotecas, planteó: “Debemos volver a ganar la calle y ocupar lugares en las instituciones”. Y apuntó: “No soy político pero si no nos movilizamos la Argentina no aguanta más”.
El fenómeno del banderazo se transformó el año pasado, en medio de la cuarentena más cerrada, en la primera cuña que logró imponer Juntos por el Cambio para disputar por primera vez la calle al peronismo. De la mano del campo las protestas contra el gobierno volvieron a mostrar poder de convocatoria. Aunque con menor ímpetu que hace un año, en varias ciudades del centro del país se replicaron movilizaciones a la par del acto central en San Nicolás.
Salvo Patricia Bullrich y José Luis Espert, el resto de los dirigentes opositores prefirieron correrse del primer plano y dejar que la protesta estuviese centrada en los problemas de esta simbiosis que se pretendió desplegar entre el campo y la ciudad.
Montada sobre el alazán Gateado, Bullrich acaparó toda la atención en la protesta en San Nicolás. Junto a medio centenar de gauchos de Güemes, y arriba de un caballo de una familia de Pergamino, la exministra de Seguridad hizo una fuerte puesta en escena en un escenario donde estuvieron ausentes las primeras figuras de Juntos por el Cambio.
“Muchos no se animan a montar un caballo”, ironizó Bullrich, en referencia la ausencia de sus pares de ese espacio. Con un poncho bordado, la exministra se transformó el imán de los manifestantes que se acercaban a tomarse fotos junto a la dirigente de Cambiemos y Gateado, que no estaba tan sereno como la exdiputada, que dijo que desde chica aprendió a montar a caballo. “Estoy acá festejando el 9 de julio para levantar al campo, a la producción y a la patria. Es totalmente injusto lo que el gobierno vuelve a hacer con el campo y los ciudadanos deben resistir”, aseguró Bullrich.
La irrupción de la referente de Juntos por el Cambio dejó por un momento de lado a los dirigentes autoconvocados que fueron los gestores de la multitudinaria protesta al costado de la autopista Buenos Aires-Rosario. La convocatoria desbordó las consignas sectoriales, como mostraban los carteles que reclamaban justicia, educación y expresaban quejas por los vacunados VIP. Las personas que hablaron en el escenario, en su mayoría, no pertenecían al agro, sino que eran “damnificados” de distintos sectores, como jubilados, maestros, empresarios de turismo afectados por la crisis económica que agudizó la cuarentena.
“Me sumé a la marcha como productor agropecuario de la región. Tengo campos en Pergamino de donde es toda mi familia. Me siento muy dañado por las políticas económicas históricas de la Argentina contra el sector. Pero en particular, por las políticas económica de este gobierno que ha subido retenciones, apretado al campo con el inmobiliario rural y con restricciones al crédito de parte de los bancos públicos”, afirmó Espert, envuelto en una bandera celeste y blanca.
Nerina Infante, madre de un alumno, afirmó entre aplausos que “los niños fueron abandonados” durante un año y medio. La maestra Alicia Valentici coincidió con este planteo al señalar que “es hora de que se piense en la educación”.
El empresario de turismo Marcelo Méndez aseguró que nunca vivió que durante tanto tiempo “se avasallen las libertades de trabajar y de viajar. Esa libertad que se avasalla para algunos la tuvo Ginés González García para retornar al país”. El nombre del exministro de Salud desató abucheos y silbidos.
El productor Juan Carlos Sabattini, de Juncal, el sur de Santa Fe, coincidió con ese planteo. “Si no hay trabajo no hay nada. Todos tenemos que poder trabajar con cierta seguridad. Yo compré vacas para invernada y no sé qué hacer igual que este empresario”.
Uno de los discursos más aplaudidos fue el de Eugenia Villata, dueña de una lavandería en Pergamino, cuando pidió a las mujeres que estaban presentes en la manifestación que mostraran sus manos. Como si fuera un recital, la mayoría subió sus manos. “No nos hacemos las manos en la manicura, somos trabajadoras y no somos oligarcas. No estamos todas veraneando en Miami como nos quieren hacer creer desde Buenos Aires”, afirmó Eugenia y recibió una ovación.
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