Una pila de decretos aguarda la firma de Milei y el gabinete lo espera para hacer más cambios
La salida de Posse apareja modificaciones importantes en el organigrama; los servicios de inteligencia están virtualmente acéfalos a la espera de cambios; Sturzenegger, en gateras; el Jefe de Estado se ausentó por una semana
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El lunes por la noche, minutos antes de embarcar a los Estados Unidos, Javier Milei rubricó un escueto decreto de cuatro artículos para aceptar la renuncia de Nicolás Posse y nombrar a Guillermo Francos como nuevo jefe de Gabinete. Esa salida rápida para cortar con la incertidumbre dejó, no obstante, una batería de asuntos relevantes sin resolver. Con el Presidente en el exterior hasta el próximo domingo, muchos cambios pendientes en el organigrama que requieren la firma presidencial quedaron en el aire.
En lo formal, los decretos con las modificaciones de estructuras y nuevas designaciones esperarán al regreso del Presidente, señalaron dos fuentes calificadas de la Casa Rosada. Victoria Villarruel tiene firma, pero habitualmente los cambios en el gabinete llevan la rúbrica del Jefe de Estado. La vicepresidenta, además, no está en una situación política que la habilite a avanzar con ese tipo de facultades: pese a que forma parte del Poder Ejecutivo, su nombre ni siquiera figura en el Mapa del Estado que el Gobierno publicó en su sitio oficial.
El asunto más sensible que aguarda a Milei en Buenos Aires es el vinculado a la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Su titular, Silvestre Sívori, renunció al mismo tiempo que Posse porque había llegado al puesto de la mano del jefe de Gabinete y correspondía que dejara vacante su silla, tan sensible para el Presidente.
El movimiento se dio en medio de las versiones que indican que Milei sospechó de espionaje interno en su equipo y de la existencia de “carpetas”. Desde la AFI niegan rotundamente que el organismo haya realizado ese tipo de tareas. Las operaciones, no obstante, no son exclusivas de esa agencia: hay otras dependencias del Estado que tienen sus propios servicios de inteligencia y, además, en la Argentina no hay control alguno sobre el espionaje privado.
Esta semana, el organismo de los espías quedó virtualmente acéfalo. En el Gobierno aseguran que harán un cambio de fondo en los servicios. Con el Presidente fuera del país, su asesor de mayor confianza, Santiago Caputo, se puso al frente de la transición en el área. Tal como contó LA NACION, en el edificio de 25 de Mayo estuvo, tanto el martes como el miércoles, Sergio Darío Neiffert, representante del Poder Ejecutivo en el Consejo Directivo de la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar) y hombre de Jesús Cariglino que ya es nombrado como su sucesor de Sívori.
Con el ascenso de Francos, en tanto, el Gobierno tiene previsto diseñar una jefatura de Gabinete muy distinta y despojar a la cartera de varias de las funciones que tenía. Ninguno de los ocho secretarios de Estado que dependían de Posse, sin embargo, pudo hasta ahora renunciar formalmente: la Casa Rosada necesita que sostengan su firma para evitar la paralización total de expedientes hasta que se reformulen las áreas.
El propio Posse, inclusive, asistió a Balcarce 50 el martes y el miércoles para cerrar temas y hacer el traspaso de funciones. Francos repartió su agenda entre las reuniones internas y su función política, que lejos está de abandonar. Pese a la pila de asuntos de gestión que tiene como nuevo jefe de la administración, el flamante ministro coordinador le dedicó varias horas al Congreso para intentar pasar la Ley Bases desde su nuevo rol.
Batería de cambios
Fuentes de la Casa Rosada explicaron que la degradación del Ministerio del Interior a secretaría de Estado (algo que no ocurrió desde su creación hace más de 70 años) requiere subsanar distintas cuestiones legales. En principio se espera que todos los organismos del extinto ministerio -desde la Dirección Nacional Electoral hasta la de Migraciones pasando por el Renaper- pasarán a depender del nuevo secretario de Interior, Lisandro Catalán. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, no obstante, hace tiempo que viene pidiendo más “fierros” para el combate del delito organizado, y eso incluye a algunas de las dependencias que están en Interior.
Con la nueva Jefatura de Gabinete, Milei debe definir a dónde recalarán las 23 empresas del Estado que hasta ahora estaban aglutinadas bajo una secretaría a cargo de Mauricio González Botto, uno colaborador estrecho de Posse que, se descuenta, dará un paso al costado apenas termine la transición.
La otra duda es si seguirá en su puesto el secretario de Relaciones Parlamentarias, Omar De Marchi, una figura de Pro que recaló en la Casa Rosada por su relación directa con Milei, pero que nunca fue integrado a la mesa de negociaciones de la Ley Bases y el paquete fiscal. Hasta ahora, Francos se mostró poco permeable a incorporar a su equipo a exponentes del partido amarillo y en cambio se exhibió más proclive a trabajar con dirigentes justicialistas, como Daniel Scioli (Turismo).
El Presidente también tiene que decidir qué áreas quedarán bajo la órbita de la nueva cartera de “modernización” que le creará a Federico Sturzenegger. Las funciones de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología (allí están el área de telecomunicaciones y de contrataciones públicas) y de la Secretaría de Simplificación del Estado -que hasta ahora dependían de Posse- podrían derivarse al economista.
Otra duda que comenzó a sobrevolar en la gestión de Milei es si se aprovechará también una redistribución de tareas con el ministro de Economía, Luis Caputo, que heredó una mole cuando absorbió el extinto Ministerio de Infraestructura. “Toto” nunca estuvo demasiado entusiasmado por manejar semejante elefante, que incluye 14 secretarías, mientras él está abocado a la macro y a administrar el gasto.
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