Una outsider de Comodoro Py que recorrió el mundo
Uno a uno, Inés Weinberg de Roca se encargó de visitar y convencer a los legisladores porteños de que debían darle su acuerdo para convertirla en jueza del Tribunal Superior de Justicia de la ciudad. Le costó cinco meses de golpear puertas y llegó con lo justo. En la tercera y última votación consiguió los 40 votos. En el Gobierno dicen que sin esa "determinación" no hubiera sido posible. Apuestan a que se repita.
En 2012, como ahora, la elección había sido ciento por ciento de Mauricio Macri . Igual que hoy, ella llegó en contra de los deseos de Daniel Angelici y sin padrinos identificados. La tarea que la espera en el Senado no es más sencilla.
Entre 2003 y 2008, Weinberg fue jueza del Tribunal Penal Internacional y juzgó los crímenes de Ruanda, elegida por la Asamblea General de la ONU, que en 2009 la nombró en el Tribunal de Apelaciones de las Naciones Unidas. Fue la primera presidenta de ese tribunal. Fueron años en los que alternó entre la Cámara en lo Contencioso Administrativo porteña y la cúpula de la justicia internacional. Todo lejos de las causas que desvelan a los políticos locales.
"Tendremos que googlearla", dijo ayer un fiscal de Comodoro Py minutos después de que Macri anunció por TV que Weinberg era su candidata a procuradora general de la Nación, jefa de todos los fiscales. Weinberg jamás tuvo contacto con el edificio donde habitan los responsables de las causas más sensibles para la política. Esa condición de outsider del poder de los federales fue considerada un mérito para ser la elegida.
"No se le conocen cables que la unan a ningún personaje. Ni Lorenzetti ni Angelici ni nadie. A diferencia de los otros candidatos que sonaban, ella es de Macri y nadie más", afirmó a LA NACION un alto funcionario de Comodoro Py que conoce como pocos los hilos de ese edificio con la política.
Si el Senado le da su acuerdo,Weinberg asumirá la Procuración con el desafío de activar un procedimiento penal que pone las investigaciones en cabeza de los fiscales y ya no de los jueces, algo que seguramente generará fricciones. En el Gobierno sostienen que tiene experiencia con el nuevo sistema, el acusatorio, porque es el de los tribunales internacionales. Le auguran a Weinberg una gestión clave, pero "de transición". Cumple este año 70 y tendría garantizado el cargo hasta los 75. Después, requeriría un nuevo nombramiento del presidente y otro acuerdo del Senado.
El ofrecimiento de Macri le llega a Weinberg el año en el que asumió como presidenta del Superior Tribunal porteño. Como jueza de la ciudad, no se le conocieron enemigos. Consultado por LA NACION, la elogió incluso el juez más resistido por Macri, Roberto Gallardo. "No comparto posturas filosóficas y políticas, pero en muchos expedientes demostró que pudo mantener una posición equidistante y equitativa, independiente", dijo.
Hija de alemanes, Weinberg nació en Buenos Aires y se recibió de abogada en la UBA a los 21 años. Un año después se doctoró en La Plata con tesis sobresaliente. Se especializó en derecho internacional en el Instituto Max Planck, de Hamburgo, y de regreso al país dio clases en la cátedra de Derecho Civil de Guillermo Allende. Decidió entonces que quería ser jueza, pero no conseguía ser elegida. En una recepción que el Instituto Iberoamericano de Hamburgo hizo para Carlos Menem, se acercó al entonces presidente y se lo contó. Poco después, él la nombraba jueza civil.
Esta tarde, Weinberg vuelve a verse con el Presidente. La idea era que Macri le comunicara formalmente la postulación, pero se adelantó y el anuncio fue por TV.
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