Una gestión incendiada, con Javier Milei “en otro plano”
La salida de Posse desnudó un curioso estilo de gestión; con el Presidente en Silicon Valley, se sucedieron los escándalos; el reparto del poder que deja vacante el exjefe de Gabinete
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Es asombroso el grado de disfuncionalidad que la gestión libertaria tuvo en sus primeros seis meses de vida y que se destapó como una olla con la salida de Nicolás Posse. El exjefe de Gabinete y examigo de Javier Milei era un filtro de todas las designaciones de funcionarios y de buena parte de los expedientes. Controlaba a las empresas del Estado y a la inteligencia nacional. Y era responsable de un aspecto más: hacía la “prefirma” (el doble check) de los decretos presidenciales, documentos que el jefe de Estado rubricaba casi sin leer porque no quería perder tiempo en burocracias.
Para hacer la evaluación final de los decretos y sus implicancias, Posse se valía del equipo jurídico del renunciado titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) Silvestre Sívori. Es solo una arista más de lo que ahora en la Casa Rosada reconocen como un engendro. El secretario de Legal y Técnica, Javier Herrera Bravo, nunca pudo sentarse cara a cara con el Presidente, como se hizo toda la vida. Se espera que de acá en más eso cambie.
El padre de la criatura del primer semestre, sin embargo, no fue Posse. El ingeniero industrial, que llegó a compartir psicólogo con el Presidente, asumió todas esas responsabilidades por pedido de Milei. Si Posse acaparaba demasiado es porque el líder libertario decidió no involucrarse en los problemas mundanos de la administración pública. El jefe de Estado está -como él dijo- “en otro plano” respecto al resto de los mortales.
La situación se hizo muy evidente esta semana. Milei firmó un escueto decreto de cuatro artículos para nombrar a Guillermo Francos por Posse, se subió al avión y se sumergió en el futurismo de Silicon Valley, un parque de atracciones a los ojos libertarios. El Presidente, que tiene trato diario con muy pocos funcionarios, no se pegó al teléfono cuando 300 industrias se quedaron sin gas. Tampoco intervino para destrabar el dictamen de la ley Bases o para resolver qué destino darles a los servicios de inteligencia, que por estos días están formalmente acéfalos.
En Buenos Aires, un recién ascendido Francos elevó el sentimiento de equipo del Gobierno y luego continuó con el traje de Ministro del Interior. Con más espalda para tomar decisiones (definió las últimas concesiones a los senadores por la Ley Bases), el flamante jefe de Gabinete siguió oficiando de mesa de entrada de la política, que ahora ve en él el resquicio para pedir y destrabar fondos. Quien comenzó a expandir su influencia, avalado por Milei, es el asesor Santiago Caputo, “The Hand of the King”, como exhibe el prendedor que abrochó en su solapa y que detectó TN.com. La insignia confirma que él tiene poder delegado, como bien podría interpretar Cristina Kirchner, fan de Game of Thrones.
Caputo fue quien eligió a Sergio Neiffert, de su confianza, para coordinar la AFI, un organismo que probablemente cambiará de nombre, se mudará de edificio y se subdividirá en varias agencias, de acuerdo a los planes que tienen en Presidencia. También seleccionó a quien se ocupará del área de telecomunicaciones del Gobierno, una secretaría estratégica que hasta acá controlaba a Posse. Allí, el asesor presidencial colocará a Darío Genua, un licenciado en administración de empresas que creció al calor de Federico Achával en el municipio de Pilar.
Lo que no se terminó de definir es qué se hará con las 23 empresas públicas, el precioso tesoro que controlaba Posse. Aunque Milei quiere crearle un ministerio a medida a Federico Sturzenegger, lo más probable es que acote las funciones de “El Coloso” a la desregulación y modernización del Gobierno y que no le entregue las sociedades del Estado. Tampoco le sacará funciones a Luis Caputo (Economía), su protegido, en favor del futuro ministro.
Focos
Mientras se define cómo se repartirá el juego que dejó vacante Posse, en el Gobierno se suceden los focos de incendio. El último papelón fue el de los alimentos, que pasaron de estar almacenados para capear “catástrofes” a ser repartidos de urgencia por el Ejército para evitar que se pudran. La titular de Capital Humano, Sandra Pettovello, echó al secretario de Niñez, Adolescencia y Familia y responsable del área social, Pablo De la Torre. La ministra lo denunció en la Oficina Anticorrupción y en la Justicia por no haber informado que los alimentos estaban próximos a su vencimiento y por presuntas contrataciones irregulares de personal. Pettovello y De la Torre también eran amigos de antes. Las rupturas son de telenovela en La Libertad Avanza.
En las últimas horas, en la Casa Rosada quisieron enfriar el escarnio público contra De la Torre por temor al efecto boomerang ¿Está debidamente documentado que el traspié de los alimentos fue responsabilidad pura y exclusiva del secretario eyectado? El exfuncionario podría intentar defenderse y exponer a Pettovello, otra protegida de Milei.
Quien se proyectó en medio del escándalo fue la funcionaria Leila Gianni, peronista y kirchnerista que militó para Sergio Massa pero que, según ella, “la vio” y se calzó la gorra de las “Fuerzas del Cielo”. El nombre del reemplazante de área social, no obstante, no está definido. A esta altura, nadie en el Gobierno niega que Pettovello tiene un elefante demasiado grande que administrar.
El escándalo de los alimentos dejó atrás el drama de la escasez de gas del inicio de la semana. En el sector advierten que si el Gobierno no hubiera pisado el gasto en obra pública, hoy existiría, de mínima, una de las tres plantas compresoras que permitirían multiplicar la capacidad de transporte del gasoducto Néstor Kirchner. Creen, además, que faltó previsión a la hora de comprar los buques de GNL para los primeros fríos.
En el Gobierno salieron a responder que las plantas compresoras debieron estar listas entre agosto y octubre de 2023, pero que Tratayén tenía el 38% y Salliqueló el 19% de avance físico, con una pesada herencia en términos de deudas y redeterminación de precios. Apuntaron que mayo fue mucho más frío que las previsiones del verano y que a eso se sumaron desperfectos técnicos de la empresa transportista TGN. Una tormenta perfecta que capeó el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, con Milei y Caputo en los Estados Unidos. El funcionario debió entrar de urgencia al sitio web que muestra las rutas de los barcos de GNL (el “Flight Radar” de los buques) y encontrar uno que estuviera cerca de la Argentina y sin destino. Así contrató el buque de Petrobras, que demoró en liberar la carga por trabas de compliance con la carta de crédito del Banco Nación por U$22 millones.
“Eduardo es una mente brillante en la cuestión regulatoria. Y tiene un modelo de lo que hay que hacer con la energía con el que Milei coincide 100%. El problema es que la realidad argentina está muy lejos de los modelos”, comentó un funcionario de la Casa Rosada.
Una versión que corrió entre colaboradores de Milei es que, hace un mes, cuando el desgaste con Posse en la gestión era evidente, se barajó la posibilidad de relegar al jefe de Gabinete al control del área energética. Ahora no está confirmado si Posse tendrá lugar alguno. Entre los libertarios también está extendido el rumor que, semanas atrás, el exjefe de Gabinete le acercó a Milei una carpeta para comprometer a Santiago Caputo y que eso provocó la ira del Presidente, que lo leyó como una operación. A partir de allí no hubo vuelta atrás entre los viejos compañeros de Corporación América.
A diferencia de Milei, su hermana Karina está continuamente contactada con Buenos Aires y siguiendo los pormenores de su mayor obsesión: el armado de un partido nacional para el oficialismo. Para llevar adelante su plan todavía tiene que esquivar el fuego amigo. En la provincia de Buenos Aires, la más importante, su principal armador, Sebastián Pareja, ya consiguió 4000 avales que debe verificar el juez electoral Alejo Ramos Padilla. Pero asoma un frente de conflicto de cara a la llamada “audiencia de nombre” porque el Partido Demócrata, que responde a Victoria Villarruel, podría plantear objeciones a la denominación “La Libertad Avanza”. Lo mismo puede pasar con un viejo herido, el senador provincial Carlos Kikuchi, otrora armador nacional de Milei, que en las últimas horas se reunió con Miguel Pichetto, Florencio Randazzo y Diego Bossio.
La tensión entre la hermana del Presidente y la vice está lejos de ceder. Esta semana, el primero en celebrar en Twitter el dictamen en el Senado de la Ley Bases fue el titular de Diputados, Martín Menem, ladero de Karina. Tras el spoiler, Villarruel esperó al día siguiente para exhibir en sus redes los documentos con las firmas estampadas y agradecer a su equipo.
Los movimientos en La Libertad Avanza se dan mientras la impaciencia de Mauricio Macri y los suyos comienza a agotarse. En su entorno entienden que un eventual acuerdo entre partidos no puede ser a medias y tardío. Que tiene que haber mesas de decisión conjuntas y cierto reparto de poder real. “Queremos ayudarlos a hacer un buen gobierno para no tener que diferenciarnos”, dijo esta semana un dirigente de peso cercano al expresidente.
En el macrismo dicen que un pinzamiento de dirigentes amarillos como el que pretenden los libertarios no surtirá efecto sin un pacto de cúpula con Macri. La presencia de Cristian Ritondo y Diego Santilli en el Luna Park de Milei no significó nada más. Ese día, Martín Menem le dio cuatro entradas a Ritondo y él las repartió con los diputados que tenía cerca. Pero lejos estuvieron los ofrecimientos de cargos, como se especuló.
Milei clausuró el Ministerio del Interior con Francos y su segundo, Lisandro Catalán. Los referentes de Pro tampoco hubieran aceptado dar el salto solos, como otrora hizo Patricia Bullrich. “No hay una Puerta 12 para subirse a LLA”, advirtieron cerca de Macri. Mientras tanto, la ministra de Seguridad da cada vez mayores muestras de lealtad hacia Milei. Le avisó, por caso, que iba a romper el bloque de Pro en la Legislatura bonaerense. El Presidente le levantó el pulgar, aunque no quiere quedar entrampado en la conflictividad amarilla. “Javier quiere una sociedad con Pro donde él tenga la lapicera. Pero quiere que la pelota le llegue redonda, sin internas”, dijo un interlocutor del jefe de Estado. Algunos libertarios de primera línea son más duros. “A Pro, del décimo lugar de la lista para abajo”, sueltan.
Al valor del acuerdo entre La Libertad Avanza y Pro probablemente lo termine fijando “la mano invisible”. Con un Gobierno exitoso, los libertarios podrán pagar barato -como hicieron hasta ahora- el apoyo de sus aliados. Si la paciencia popular se agota, Macri reclamará aparecer como el garante de la sustentabilidad del cambio. Ese es el lugar que está esperando.
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