Una embajada vacante
La representación diplomática argentina en Moscú está vacante desde hace un año y medio. A pesar de que Rusia dio hace un año el plácet a un diplomático argentino -Hernán Massini Ezcurra-, el presidente Kirchner aún no firmó el decreto correspondiente.
Por lo tanto: al frente de la embajada está un encargado de negocios. Sobre el tema se refirió el embajador ruso en nuestro país, Yury Korchagin, en diálogo con LA NACION.
-¿Creen que la vacante en la embajada de Moscú es una señal de desinterés de la Argentina?
-No creemos que haya desatención, los hechos dicen lo contrario. Hay una relación fluida, con intercambio de delegaciones y muchos contactos. Claro que falta un embajador. La presencia de un embajador hace más eficaz la vida de la representación diplomática, es indudable. Un encargado de negocios, por más que tiene toda la responsabilidad y trata de manejar las cosas lo mejor posible, siempre tiene ese sentimiento de que su función es temporaria y eso influye. De todos modos, designar un embajador es un problema de la Argentina.
Korchagin fue consultado sobre las inversiones rusas en la Argentina. Al respecto, el diplomático admite que "no son demasiadas por ahora", pero destaca que, según las estimaciones de varios expertos, hasta el 25% de la electricidad que se produce aquí se hace con máquinas suministradas por la ex Unión Soviética, primero, y por Rusia, después.
Otro de los rubros en los que su país invirtió es el de los vinos. "En Mendoza hay una moderna bodega de capitales rusos que manda vino a granel a mi país, y cuando voy de vacaciones para allá compro siempre vino argentino", comentó. El tema parece interesarle a Korchagin. "Me gusta muchísimo y aprovecho para promocionarlo, como consumidor, no como embajador, entre mis amigos", dice, bromeando. Diplomático hasta el último detalle, Korchagin rehúsa hablar de marcas. Pero admite: "El malbec es mi favorito".