Una disputa que pega de lleno en la política tarifaria del Gobierno
Lo que está en discusión detrás de la puja sobre Basualdo es el volumen de los subsidios a pagar
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En un año de elecciones legislativas, el precio de la luz y el del gas –principalmente en la provincia de Buenos Aires, donde reina Cristina Kirchner– se convirtieron en un foco de tensión que puede agrietar al Frente de Todos. El apoyo del presidente Alberto Fernández a la decisión del ministro de Economía, Martín Guzmán, de pedirle la renuncia al subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo -ratificada anteanoche por dos fuentes del Gobierno a LA NACION-, coronó fuertes desajustes que ya existían en la toma de decisiones vinculadas a las tarifas. Basualdo es un hombre que depende políticamente de la vicepresidenta y hasta ayer se resistía, con un férreo apoyo del Instituto Patria, a abandonar su puesto.
Fuentes del Gobierno afirmaron en las últimas horas que los aumentos de la luz serán dos en el año. El primero, de 9%, fue confirmado ayer en el Boletín Oficial. El segundo, en tanto, no tiene un número definido ni una cronología clara. Ayer el ENRE, dirigido por la interventora María Soledad Manín -otra adalid de Cristina Kirchner-, informó que la suba de electricidad sería la “única”. Un rato después, esa misma información eliminó esa palabra. El ENRE fue el lugar en el que desembarcó Basualdo, un sociólogo, investigador del Conicet, miembro de Flacso y columnista de El Cohete a la Luna a fines de 2019.
Anteanoche, fuentes oficiales confirmaron que existirán dos alzas para que Guzmán pueda intentar cumplir con su presupuesto, que mantiene estable la relación subsidios-PBI y que es una fracción clave de su credibilidad. Si eso no ocurriera, como anunció Cristina Kirchner el año pasado en La Plata, y solo hubiera un aumento, se requeriría más deuda en pesos o mayor emisión. Este hecho terminaría bombardeando, dicen cerca de Guzmán, la tranquilidad cambiaria. La suba del dólar, ya lo dejó en claro la gestión de Cambiemos, termina en los precios.
La decisión tarifaria no solo bombardearía el modelo de sustentabilidad de Guzmán, sino que minaría un acuerdo con el FMI, cuyo foco está en un ordenamiento fiscal. En el primer trimestre, los subsidios a la energía y al transporte aumentaron 12% real (58,5% nominal) y 17% (65%), respectivamente. “Un 57% de chicos viven en la pobreza. Hay que ordenar la cuestión. No podemos seguir gastando lo mismo en subsidios que en obra pública”, dijeron las fuentes del Gobierno. ”La renuncia está pedida. Hace 16 meses que se están reclamando cambios y no los podemos hacer”, dijeron fuentes gubernamentales sobre el trabajo de Basualdo y el que quiere encarar Presidencia con relación a la segmentación de las tarifas de servicios. “El Gobierno va a pedirle la renuncia. Seguramente hay otro lugar en el que va a rendir bien”, dijeron, pese a que anteayer lo calificaron de incompetente.
Guzmán buscó fundamentalmente resguardar la necesidad de incorporar racionalidad a las decisiones económicas en un año marcado a fuego por las elecciones, algo que el mercado comenzó a ver desaparecer con una inflación acrecentada, medidas de control sobre las empresas, versiones sobre el campo y un sector privado cada vez más decepcionado. Pero además Basualdo -como Federico Bernal desde el Enargas- venía minando la propia credibilidad del ministro de Economía. Pasó con Guzmán en Washington: con el ministro negociando con el FMI, Bernal y Basualdo, hombres de Cristina, contradecían públicamente al ministro sobre lo que iba a suceder con las tarifas. Durante esa gira, también lo cruzó directamente la vicepresidenta.
Guzmán, cercano a Joseph Stiglitz, había mantenido un buen vínculo con Cristina Kirchner, a quien incluso visitó en su departamento de Recoleta antes de cerrar la reestructuración de la deuda. Fue entonces cuando la Secretaría de Energía dejó de estar bajo la órbita del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y pasó a formar parte de Economía. Kulfas fue siempre un ministro apuntado por la vice. Fue entonces también cuando Basualdo abandonó el ENRE y se sumó al equipo de Guzmán.
El ministro de Economía empezó a enojar al cristinismo porque machacó con que el problema de la inflación era macroeconómico. Fue entonces, en medio de la renegociación de la deuda con el Fondo, cuando la vicepresidenta lo desautorizó dos veces. Primero, con las tarifas y luego cuando reclamó duplicar el plazo de pago al FMI mientras el ministro negociaba otra cosa.
Guzmán buscó apoyo en el Presidente. “Hubo varias reuniones. Hoy (por anteayer) llegó la llamada “Se hace ahora”, le dijeron sobre el aval de Fernández para echar a Basualdo. Esa carta jugada por Guzmán ahora generó la contraofensiva del ala más poderosa del Frente de Todos contra el ministro que ya dejó de hablar con Cristina Kirchner. Ahora el futuro del economista platense depende de la relación entre el Presidente y su vice. Desde hace tiempo, en ese baile caótico, hay un habitual ganador.
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