Una denuncia por violencia de género altera el debate por el cupo femenino en la CGT
La médica Sandra Maiorana, una de las dos mujeres que ocupaba un cargo en el consejo, acusó a dirigentes de su gremio y ahora la central obrera evalúa su caso
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Sandra Maiorana fue hasta 2018 una de las dos mujeres que integraban el consejo directivo de la CGT. Proviene de la Asociación de Médicos de la República Argentina (AMRA) y llegó a ocupar una silla en la central obrera de la mano de Hugo Moyano. Denunció recientemente en la Justicia por violencia de género, hostigamiento y persecución a cuatro dirigentes de su gremio de la seccional Santa Fe. A uno de ellos, lo acusa de correrla de su cargo en la Secretaría de Salud cegestista.
La acusación de Maiorana se conoce justo cuando la CGT abre su debate para reformar su estatuto y cederles protagonismo a las mujeres. La intención de los gremialistas es modificar la actual normativa para llevar de 35 a 70 la cantidad de miembros del futuro consejo directivo. En ese esquema, cada gremio tendría dos cargos que serían ocupados por un representante varón y una mujer, según contaron a LA NACION fuentes sindicales que participan del rearmado. El martes habrá una reunión clave en Azopardo para definir la futura estructura.
La ley 25.674 establece un mínimo de 30% de cupo femenino en las conducciones gremiales. Desde la entrada en vigencia de la normativa, hace 18 años, hasta la actualidad jamás se cumplió en la CGT a pesar de figurar en el artículo 47 de su estatuto.
Maiorana apuntó contra Erik Mendoza Díaz, el secretario general de AMRA. “Me corrió del cargo en la CGT para ocuparlo él. Lo dejé al caso en manos de la Secretaría de Igualdad de Oportunidades y Género, pero [Héctor] Daer y [Carlos] Acuña lo saben”, dijo en radio Zónica+.
En su denuncia, Maiorana señaló a Mendoza Díaz, Eduardo Taboada, Pablo Crispo, Daniel Vercesi y Néstor Rossi, todos miembros de la seccional santafesina del sindicato de médicos. “Múltiples y distintas conductas han exteriorizado su misoginia hacia mi persona, agrediéndome verbalmente en infinidad de situaciones y denostando mi cargo y la seriedad con el que ejerzo el mismo, para el que fui elegida por nuestros afiliados”, señaló la denunciante.
Las denuncias fueron ampliadas el 11 de agosto ante el Ministerio de Trabajo de la Nación y el INADI, según publicó el sitio Mundo Gremial. “El motivo real de la misma que fue agredirme y hostigarme a nivel personal, tergiversar mis palabras, desprestigiarme, tratar de violentarme, todo esto armado previamente junto con los otros denunciados”, afirmó Maiorana.
El caso de Maiorana genera incomodidad en la CGT en medio del debate por la ampliación del cupo femenino. Noe Ruiz, titular de la Secretaría de Igualdad de Oportunidades y Género y hoy única mujer con cargo en el consejo directivo, reconoció que la central obrera está “a la espera” de las resoluciones que adopten la cartera laboral, a cargo de Claudio Moroni, y el INADI para definir qué hacer con las autoridades de AMRA que habrían desplazado a Maiorana. “Es un problema interno de su gremio, pero estamos al tanto de lo que sucedió y lo que denunció Sandra”, dijo Ruiz.
A partir de mañana, la cúpula de la CGT avanzará en su plan de reformar el estatuto para ampliar la cantidad de miembros directivos. El consejo directivo está actualmente integrado por dos secretarios generales, Daer y Acuña, y 35 miembros (25 en el secretariado) y 10 en otras funciones. De prosperar la reforma en estudio, la cantidad de miembros se duplicará y cada gremio aportará un representante varón y una mujer. A modo de ejemplo, la Unión de Empleados Judiciales mantendría su silla en la cúpula para Julio Piumato, que trabajaría en tándem con Maia Volcovinsky, de su gremio. Es decir, los históricos jefes sindicales difícilmente pasen al retiro.
La medida en evaluación despertó críticas, entre ellas, de Maiorana y Ruiz. “Si hay un hombre titular y una mujer suplente, somos como un florero”, cuestionó Maiorana. Mientras que Ruiz, en declaraciones a Télam, dijo: “Preferiría un 30% real a un 50% irreal y teórico”. Luego, consultada por LA NACION, se rectificó: “Queremos que el 30% del cupo femenino se cumpla y que la mujer esté en el cargo sola, sin parecer inferior”.
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