
Una amplia variedad de reclamos detrás del rechazo abierto al discurso de Milei
Si bien la consigna principal fue en defensa de la diversidad sexual y las minorías a las que aludió el Presidente al hablar en Davos, hubo planteos culturales, de salud y derechos humanos
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“Abanicos y bombos, ¿están listos? este es su momento”. Para las 15:30 Avenida de Mayo y San Jose ya estaba copada. Era el punto de partida al que convocó la Asamblea Antifascista LGTBIQ+ que nació luego de los dichos del presidente Javier Milei en Davos. Encabezaban las columnas de las organizaciones del movimiento acompañados por los camiones que suelen estar en sus marchas. “Memoria” decía la bandera más grande. “No pasarán”, advertía otra tela verde que resaltaba entre los miles de reclamos que se acumulaban en el lateral. “Las calles son nuestras y nuestra lucha es una fiesta”.
Unos minutos después, acostados sobre el asfalto, unas veinte personas levantaron lápidas con varios reclamos: “Sin salud mental no hay libertad”, “Educación Pública”, “Derechos Humanos”, “Ley 26.150 ESI”, “Cupo Laboral Trans”, “¿Tehuel dónde está?”, “Paciente oncológica sin medicación”, “Pamela (52) Andrea (42) Roxana (52) fue lesbicidio”, “Lenguaje inclusivo”, “Cultura: Libros, cine, ficción sin censura”. Detrás estaba la bandera que lleva el lema de esta marcha lista para marchar a la Rosada: “Orgullo Antifascista Antiracista LGTBIQ+”.
El polémico discurso de Milei sobre las distintas minorías pareció disparar múltiples razones para la convocatoria, el detonante fueron sus dichos en el Foro Económico Mundial, en donde en nombre de su “batalla cultural” contra el progresismo apuntó contra el feminismo, el ambientalismo y la diversidad sexual.
A falta de una oposición clara, al igual que sucedió en marzo cuando la defensa de la universidad pública logró cohesionar a una mayoría, esta vez fue una marcha auto convocada para defender los derechos conseguidos y “marcar un límite” a la administración libertaria. Según los organizadores, ayer hubo 800.000 personas movilizadas. En el gobierno porteño fueron mucho más cautos y hablaron de 50.000 personas.
Aunque se sumaron muchos dirigentes políticos, a la hora de marchar respetaron los anillos que habían planificado: encabezaron las organizaciones LGTBIQ+, siguieron las organizaciones sindicales y sociales, y por último los partidos políticos que concentraron en el Congreso. Entre otros, participaron referentes kirchneristas como Axel Kicillof y Máximo Kirchner.
Cuando empezó la marcha la avenida de Mayo estaba copada. La gente desbordaba hacia las veredas y los subtes iban llenos. Musicalizaban bombos y las canciones que amplificaban los camiones. Por momentos los interrumpían aplausos. Se escuchaba también: “Milei basura, vos sos la dictadura”, y “Ole, ole, ole, ola, como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”. Por momentos también se escuchaban otros reclamos: “¿A ver ese grito por la salud publica? El Bonaparte no se cierra”, “¿A dónde está? Que no se ve esa famosa CGT” .
Había abanicos, paraguas con la bandera LGBTIQ+ que se movían al ritmo de la música y banderas de todo tipo. Aparecían también gorras rosas que decían: “Make Argentina Gay Again”.
Giuliana Gardini, de 30 años vino con sus amigas. “Vinimos por los dichos de Milei en Davos, la violencia que se incrementa cada vez más, la hostilidad que empezamos a sentir y el miedo a que esa violencia escale como el caso de Cañuelas [el miércoles pasado un vecino prendió fuego la casa de una pareja lesbiana]”, contó. “A mí me parece mal que intenten hacer esta marcha partidaria, es autoconvocada, es política pero no partidaria, que no la capitalice ningún partido político porque no es de ninguno”, agregó.
“Los políticos tienen que armar su propia movilización, esta trasciende lo partidario: es a favor de la libertad de pensamiento. Hoy atacan a las comunidades LGBT y a los zurdos de mierda, mañana van por todos”, coincidió Sergio Mazzitelli, 56 años.
Caminaban rumbo a Plaza de Mayo rodeados por sogas y el cordón de cuidados que armaron los organizadores, estaban vestidos de negro e identificados con cintas fucsias. No había casi presencia policial. La policía de la Ciudad aparecía recién para cortar la avenida 9 de Julio. Tampoco hubo incidentes que ameritaran una intervención.
Mara Díaz estaba a caballito de su papá. “Dejenos ser”, decía el cartel que sostenía la nena de nueve años. “Vine porque soy parte y también porque quiero que haga algo”, contó. “Por ella. Vinimos por ella y porque tenemos una necesidad imperiosa de venir a reclamar. El momento lo amerita, el dolor, la impotencia. Esto hay que hacerlo cuando se pueda, no importa si hacen 40 grados. Hay que gritar mucho”, dijo su papá que es diseñador independiente.
La Plaza se fue llenando. Para las 19 ya era difícil llegar. Poco tiempo antes, aún se podía acceder por las diagonales. En algunos lugares, ya estaban instaladas las banderas de organizaciones políticas como el PTS, o el MST. Por Avenida de Mayo llegaron las organizaciones LGTBIQ+ que estacionaron su camión frente a la Catedral.
“Luchen”, “Luchen”, pidieron antes de apagar el micrófono. Después comenzó la música. Sonó Lady Gaga, Queen, Maxi Trusso y el tema Fanático de Lali Espósito, quien también participó de la marcha. Salió a saludar desde un balcón y le respondieron con gritos y aplausos. Eran varios los que llevaban remeras con su nombre o carteles que recordaban su tuit cuando ganó Milei: “Qué peligroso, qué triste”. También había carteles que la mostraban como una reina frente a la bandera LGTBIQ+.
Marcelo Pipino, 43 años, vino con su marido y amigos. “Marcho porque es un ataque directo a la comunidad. Estoy muy contento de ver que de una manera inorgánica se transformó en una marcha transversal. A mí me parece que está bien que se hayan sumado porque institucionalmente necesitas de los partidos para cambiar, entiendo también que la gente necesite nuevos líderes, pero es la política la que hace que tengamos derechos. Yo me case con él gracias a una ley que votaron políticos”, consideró.
“Cuando paso esto me hizo acordar a cuando se votó el matrimonio igualitario. Era chico y me acuerdo lo terrible que me sentía. Me gustaría que no suceda y más cuando viene de una facción de poder como el presidente. Aunque sea para un agenda mundial, que se manifiesta así habilita muchos mensajes de odio”, dijo Juan Bechini, arquitecto de 25 años. En el pecho y en la espalda llevaba un cartel que decía: Al clóset no volvemos nunca más.
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