Un tsunami opositor que preanuncia horas dramáticas en el Gobierno
Alberto Fernández no se había preparado para un resultado tan catastrófico; se viene una presión dramática sobre el Presidente y su Gabinete
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Un tsunami de votos opositores sacude al gobierno de Alberto Fernández en las primarias celebradas con protocolo de pandemia. Como una crisis en capítulos, el oficialismo recibió desde las 18 una sucesión de noticias amargas. A la derrota previsible en la Capital siguió una sangría en Córdoba, caídas en Santa Fe, Chubut, Chaco. Se ponía peor: segundo puesto en Santa Cruz, derrumbe en Entre Ríos. Y el impacto definitivo de un desastre en el bastión kirchnerista de la provincia de Buenos Aires.
Debilitado como nunca, después del golpe a su imagen que significó la revelación de la fiesta en Olivos durante la cuarentena 2020, Fernández enfrenta ahora un desafío interno de primera magnitud. El castigo que le propina el electorado es monumental. Pierde por más diferencia que aquella que él le sacó a Mauricio Macri en las elecciones generales de 2019.
“Las elecciones se ganan por un punto”, se cansaron de repetir en la Casa Rosada. Esperaban un resultado magro, no un Waterloo. Fernández repetía ante quien quisiera escucharlo que las PASO serían un plebiscito a su gestión. Lo decía con espíritu defensivo. Creía que la victoria que le marcaban las encuestas -otra vez incapaces de detectar el humor social- le daría una coraza de poder para resistir los intentos de intervención de su gabinete por parte de Cristina Kirchner y sus fieles. Quedó preso de su voluntad de independencia. Con los números todavía moviéndose en la app de resultados, ya se celebraba el juicio malicioso sobre la candidata Victoria Tolosa Paz, invención albertista que navegó por la campaña con declaraciones tan picarescas como insustanciales. La libido del peronismo no está para chistes.
No hizo pie ni en el conurbano, donde ganó por apenas 2,7 puntos. El kirchnerismo tampoco puede tirar la primera piedra, jibarizado en su fortaleza.
Son horas de agitación en la cima del poder. A Fernández le espera un asedio. Vértigo puro. Los cambios de elenco no aguantarán a las generales. ¿Podrá sostener a Santiago Cafiero en la Jefatura de Gabinete? La presión sobre Martín Guzmán se tornará insoportable. Un resultado módico ya hacía prever acciones económicas apresuradas para conquistar votos en noviembre a golpe de dinero público. ¿Cómo impactará eso en la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI)? Ciencia ficción en estas horas de duelo kirchnerista.
Por debajo del 40 por ciento en la provincia era un fracaso, admitían hasta ayer en la Casa Rosada y en el Instituto Patria. Pasado el ecuador del escrutinio, la lista de Victoria Tolosa Paz arañaba el 34%, el mismo número que obtuvo en sus horas más bajas Cristina Kirchner como candidata de una facción del peronismo, en 2017. Sin Sergio Massa y con Alberto Fernández como jefe de campaña de Florencio Randazzo. El valor del Presidente como instrumento electoral capaz de sumar por fuera de la pecera kirchnerista entró definitivamente en contradicción.
“Sabemos que hay errores que hemos cometido. A partir de mañana vamos a trabajar para que en noviembre los argentinos nos acompañen”, dijo Fernández, con Cristina a su lado. Ella decidió salir a enfrentar la derrota, como pocas veces antes. Sin hablar y con una tensión indisimulable en el rostro. “Todo está en el aire”, confiaba una fuente desde el escenario de la derrota.
En tren fantasma
La noche del domingo resultó para el kirchnerismo un viaje en el tren fantasma por el mapa argentino. Una de las escalas más dolorosas fue Santa Fe. Juntos por el Cambio ganó por 10 puntos (en la interna opositora se impuso la lista radical que para el Senado encabeza la periodista Carolina Losada). Marcelo Lewandowski, candidato del gobernador Omar Perotti, superó al exministro Agustín Rossi en las primarias peronistas.
Córdoba fue una sangría para el Frente de Todos. El senador Carlos Caserio rozó los 10 puntos, a 37 de distancia de la suma de las listas de Juntos por el Cambio. Quedó tercero y con escasas opciones de renovar la banca. Luis Juez se impuso por amplio margen al radical Mario Negri en la batalla opositora.
Toda la zona agropecuaria le dio la espalda al Gobierno. Entre Ríos sorprendió con un apoyo arrasador a la lista que encabeza el exministro Rogelio Frigerio: 51,7% contra 29,5% del Frente de Todos. En La Pampa la oposición ganó por 10 (48% a 38%). Pero el castigo al Gobierno se sintió de Norte a Sur. Pocos casos más simbólicos que Santa Cruz, la cuna del kirchnerismo, donde Juntos por el Cambio superó por 12 puntos al Frente de Todos, afectado por la ruptura del PJ local.
En el otro extremo geográfico, el peronismo perdió en Chaco (44%- 35%), Corrientes (59% a 34%) y Jujuy (46% - 28%). En Cuyo, sufrió en Mendoza (perdió 43% a 25%) y en San Luis (46% a 37%).
Un Congreso distinto
Si el Gobierno no consigue revertir esta tendencia en las elecciones generales del 14 de noviembre, su bloque en el Senado se reduciría a 35 bancas, dos por debajo del quórum. Hoy tiene una cómoda mayoría de 41, con la que Cristina Kirchner se paseó a gusto durante dos años. En Diputados el Frente de Todos perdería la primera minoría a manos de Juntos. Un proyecto como la reforma de la Procuración General, clave para el plan kirchnerista de control del Poder Judicial, quedará herido de muerte. A Guzmán le esperan dificultades para aprobar el presupuesto, que debe presentar en la semana que empieza..
Del otro lado, Horacio Rodríguez Larreta celebra una noche soñada. Salió airoso en la Ciudad con su apuesta por María Eugenia Vidal y dio el batacazo en Buenos Aires con el sorprendente triunfo contra el Frente de Todos, liderado por la boleta que encabeza Diego Santilli. Le toca ahora la misión de reconstruir el espíritu de unidad en Juntos por el Cambio. Pero la lluvia de votos ayuda a curar las heridas que dejó la construcción de las listas, con mudanzas de territorio discutidas y denuncias varias de juego sucio.
La oposición mira noviembre con ilusión. La participación –afectada por la pandemia– no llegó al 70%. En los últimos tres procesos electorales hubo una suba de votantes en las generales que siempre benefició a la coalición de Pro, la UCR y la Coalición Cívica.
Incluso Macri celebra lo que vive como una revancha después de la durísima caída de 2019. Buscaron su presencia en el final de la campaña y -pese a ser el blanco del discurso oficialista- la coalición que él creó hace seis años vuelve a instalarse como una clara alternativa de poder. Un resultado como este lo devuelve al terreno de los que sueñan con la Casa Rosada.
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