Un perfil comercial y con menos cargos, los planes de Solá para la Cancillería
El futuro canciller prevé absorber el control del comercio exterior, hoy en la órbita de Producción, y eliminar gabinetes en el Palacio
Felipe Solá contempla entre sus primeras medidas como ministro de Relaciones Exteriores una serie de cambios estructurales en la Cancillería. El primero, y el más sustancial, será levantar el perfil económico de la cartera mediante la absorción del control del comercio exterior, que hoy depende del Ministerio de Producción. Solá considera que "no tiene sentido" que la Cancillería no tenga el manejo total de los intercambios comerciales con otros países.
El futuro canciller incluso deslizó, la semana pasada, que el presidente electo, Alberto Fernández, podría cambiar el nombre del ministerio para darle mayor institucionalidad a la participación de la Cancillería en la economía. La cartera pasaría a llamarse Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
La designación de Solá para hacerse cargo del comercio exterior no es una decisión menor. Las relaciones comerciales de la Argentina con el mundo serán en los próximos meses tema de debates políticos relevantes, liderados por el futuro del acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, que, si bien el gobierno de Mauricio Macri y Europa lo consideran cerrado, Solá asegura que se debe renegociar para evitar impactos negativos en la industria argentina. La Unión Europea ya planteó que es imposible volver a discutir la letra de un pacto que llevó más de 20 años de negociaciones.
Para entrar en vigor, el acuerdo debe discutirse en todos los parlamentos. Según Solá, el texto no conseguiría los apoyos necesarios.
La relación con Estados Unidos, que Fernández busca recomponer tras años de enfrentamientos con el kirchnerismo, también tendrá su capítulo en el comercio exterior, particularmente después de que el presidente Donald Trump anunciara la semana pasada el fin de un beneficio para la Argentina y la imposición de aranceles para el acero y el aluminio.
El futuro canciller también buscará implementar cambios en la planta de la Cancillería. Aunque asegura que su intención no es forzar cambios masivos en los cargos y destaca la formación del personal diplomático, Solá quiere reducir la cantidad de cargos en el organigrama para agilizar la toma de decisiones. Según él, hay un exceso de gabinetes en el Palacio San Martín.
"Los secretarios y subsecretarios tienen todos gabinete. ¿Saben para qué sirven? Para laburar y para no laburar. Conozco los gabinetes en los que solo se ve a quien trabaja, a quien trae el resultado del trabajo. Yo voy a volar todos. Los gabinetes van a ser los directores de línea", adelantó Solá en su última disertación en la Universidad Torcuato di Tella.
Así como pretende eliminar esos puestos, Sola dice que buscará acercarse a la paridad de género en sus equipos al frente del ministerio. Cree que si bien la mujer se abrió paso en los últimos años en el mundo de la diplomacia, aún hay una oferta de hombres mucho mayor que de mujeres para cargos de peso. El futuro canciller apuesta a tener "un mix" entre hombres y mujeres en su gabinete y promete implementar medidas para que la igualdad de género no quede solo en una foto. "Hay que modificar conductas de la Cancillería que son bastante machistas", dice.
Además de los cambios estructurales, Solá sumó detalles en las últimas horas del giro político que impondrá el gobierno de Fernández en su política exterior. Focalizado en "desideologizar" las relaciones exteriores, el futuro ministro asegura que la Argentina buscará apartarse de algunas máximas impuestas en los últimos años, como la cada vez mayor presión diplomática contra Venezuela.
Si bien aseguran que la Argentina se acercará más a las posturas de no intervención que mantienen Uruguay -al menos hasta el cambio de gobierno- y México, el país no abandonará el Grupo de Lima. Ese lugar será utilizado para ejercer contrapeso a las posturas más duras, como la de Brasil.
Solá reitera que Fernández apuesta a mantener una relación institucional con el gobierno de Jair Bolsonaro pese a las diferencias personales entre los dirigentes. Según Solá, la Cancillería buscará evitar una escalada de la retórica combativa, una decisión cuyos efectos no se pueden proyectar cuando en el futuro cercano habrá roces entre los gobiernos por la intención de Brasil de reducir los aranceles del Mercosur, que Fernández rechaza.
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