Un operativo extremo de seguridad que no sufrió sobresaltos
El Servicio Secreto se mostró satisfecho con sus exigencias a nivel de seguridad
En la primera jornada de visita del presidente de Estados Unidos en el país, a los jefes del Servicio Secreto de Barack Obama se los vio satisfechos, casi contentos.
Ayer, los casi 2600 policías argentinos y 350 agentes federales y del cuerpo de marines no tuvieron mayores sobresaltos y todo salió como estaba previsto. Algunos especialistas locales calificaron de "excesivo" el operativo de seguridad montado por los norteamericanos: "Sabían bien que aquí no había un grado de hostilidad preocupante como para, casi, hacerse cargo de la seguridad de la Casa de Gobierno durante la visita de Obama", confió a LA NACION un experimentado hombre de seguridad acostumbrado a vigilar los desplazamientos presidenciales.
Poco antes de las 10.40, cuando Obama salió con su comitiva rumbo a la Casa Rosada, no sólo fue cortada toda la Avenida del Libertador, sino también todas las operaciones aéreas comerciales en el Aeroparque por un espacio de casi media hora. Lo mismo ocurrió a las 19.50, cuando se trasladó de Palermo hasta el Centro Cultural Kirchner.
Es más, durante toda la jornada de ayer se prohibieron las operaciones aéreas en todos los aeródromos del primer y segundo cordón del Gran Buenos Aires.
Nada se dejó librado al azar en Balcarce 50, donde los agentes del Servicio Secreto hicieron cumplir todas sus exigencias. Hasta los fotógrafos de los distintos medios, tanto nacionales como extranjeros, cuestión poco frecuente, tuvieron que pasar sus cámaras, lentes y teleobjetivos por los rayos X.
Se supo que hubo algún roce entre funcionarios de esa área de seguridad respecto de que era demasiada la vigilancia asignada a Obama y que Mauricio Macri se había quedado con pocos hombres de su custodia.
"Yo también tengo que cuidar a mi presidente", se le oyó responder con cierta aspereza a un funcionario argentino a sus pares norteamericanos cuando se preparaban los dispositivos de seguridad hace algunas horas.
El único atisbo de sobresalto fue una movilización que, por la tarde, hicieron algunas organizaciones de izquierda que marcharon hasta Plaza Italia, frente al predio de La Rural, donde se realizó el encuentro organizado por la AmCham (la Cámara de Comercio de los Estados Unidos). Allí quemaron algunas banderas norteamericanas, pero un pesado vallado metálico y un cordón de la Guardia de Infantería de la Policía Federal impidieron que accedieran a las cercanías de la embajada de Estados Unidos.
Otro grupo de operaciones del Servicio Secreto ya tiene todo listo en San Carlos de Bariloche, adonde hoy, poco después del mediodía, partirán el presidente de Estados Unidos y su familia. Allí se alojarán en el hotel Llao Llao, que, a partir de anoche y hasta la medianoche del jueves, cuando regresen los Obama a su país, estará cerrado al público.
Como en Buenos Aires, el primer anillo de seguridad será de los norteamericanos y se sumarán allí unos 1500 hombres de la policía rionegrina, de la Gendarmería Nacional, de la Prefectura Naval y de la Policía de Seguridad Aeroportuaria.
En las últimas horas se estaba decidiendo en el Sur cómo iba ser el traslado de la familia Obama desde el aeropuerto Teniente Luis Candelaria, en San Carlos de Bariloche, hasta el hotel Llao Llao, y no se descartaba que entrara en operaciones el Marine One, el helicóptero Sikorsky modelo VH-60N Black Hawk, del United States Marine Corps.
En la mañana de ayer llegaron a Bariloche dos aviones de transporte Boeing C-17 Globemaster III, de la fuerza aérea de Estados Unidos, aeronave de 53 metros de longitud que puede transportar 78 toneladas de carga. De esta manera ya suman seis los aviones de este tipo que están estacionados en dicho aeropuerto: serán los encargados de llevarse la impresionante logística de seguridad de regreso a Washington.
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