Un lunes negro para el relato de Cristina Kirchner
El espía Zanchetta, al servicio de Tailhade para atacar a la Corte; allanaron la casa de un íntimo de Máximo Kirchner; la Policía Aeroportuaria, complicada en el escándalo; la puja de Macri y Massa por la conducción de Boca
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En la campaña electoral, en la política, en la vida institucional de la Argentina, irrumpió este lunes una novedad muy perniciosa para el oficialismo. Complicada en muchas dimensiones, pero sobre todo en una: afecta el corazón del discurso que ha sostenido Cristina Kirchner y todo su entorno a lo largo de los últimos años, respecto de la relación entre política y Justicia, kirchnerismo y Justicia, persecución judicial, lawfare y, sobre todo, una materia escurridiza, pestilente, oscura, difícil de manejar, que es el papel de los organismos de inteligencia, de los sótanos del Estado y de la política en la vida pública.
Hay una serie en Netflix sobre el Mossad, sobre el servicio de inteligencia israelí, que empieza con la pantalla en negro y una frasecita en letras blancas. Aparece en el margen inferior de la pantalla y tiene un tamaño chico que dificulta su lectura, pero es una sentencia de John le Carré, que dedicó su vida a narrar en distintas formas de ficción el mundo de los servicios de inteligencia, el espionaje: “La calidad de una democracia se mide por el control que ejerce sobre sus organismos de inteligencia”. Ese tema tan escurridizo, si se quiere también peligroso, agresivo, atraviesa la democracia argentina de los últimos años de manera muy inquietante.
Este lunes estalló una novedad en lo que tiene que ver con estas relaciones entre Justicia, política y servicios de inteligencia. En determinado momento, el ministro de la Corte, Horacio Rosatti, recibe en su casa de la ciudad de Santa Fe la novedad de que tiene varias líneas de teléfono celular puestas a su nombre que él no había requerido. Daba la impresión, o se podía suponer, que alguien quería usar esas líneas a nombre de Rosatti. Hizo la denuncia. Al poco tiempo, su colega Carlos Rosenkrantz se encontró con la misma novedad: líneas telefónicas puestas a su nombre que él no había contratado. Se abrió una investigación que comienza a llevar adelante el fiscal Gerardo Policcita y el juez de la Capital Federal, Marcelo Martínez de Giorgi. Esa investigación empezó a avanzar lentamente y se produjo otro episodio, mucho más resonante. Todos recordamos un viaje de jueces, fiscales, exfuncionarios de inteligencia, publicistas, con funcionarios del Grupo Clarín a Lago Escondido. Esa información la filtra, seguramente, el kirchnerismo, probablemente, la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), y después aparecen unos chats entre los mismos viajeros donde distintos magistrados intentan imaginar o inventar coartadas para disimular ese viaje.
A partir de estos chats, que indican seguramente una intervención del espionaje en la conversación de todo este grupo, se inicia otra investigación. Esa investigación conduce hasta Misiones. En esa provincia se encuentran operadores de telecomunicaciones que confiesan que ellos tienen la capacidad de fraguar tarjetas de celulares, generar tarjetas gemelas, algo parecido a lo de esas líneas no contratadas de Rosatti y Rosenkrantz. El juez Martínez de Giorgi plantea que esa causa es colindante, convergente, con la que él estaba llevando adelante sobre el presunto espionaje, sobre estos dos magistrados de la Corte, en la que después queda involucrado como víctima Juan Carlos Maqueda, en un episodio similar. Así se hace cargo de toda la investigación.
Esa investigación tuvo distintos pasos. Descubren que hay un expolicía de la Policía Federal, Ariel Zanchetta, que está vinculado a este espionaje sobre jueces de la Corte. Se sigue investigando esa línea. Zanchetta termina preso en Marcos Paz y el lunes se produjo esta novedad. Apareció un pedido de distintas diligencias del fiscal Policcita delante del juez Martínez de Giorgi, allanamientos, etc. Porque se descubre que este policía retirado era informante de relevantes figuras del kirchnerismo.
Zanchetta formó parte de un grupo inorgánico de policías que prestaban servicios clandestinos a la entonces Secretaría de Inteligencia en la época en que la comandaban Francisco Larcher, mano derecha del espionaje de Néstor Kirchner, Antonio Stiuso, que era el cerebro de toda esa organización, y Fernando Pocino, que era el que tenía el vínculo con estos policías en la época de Kirchner. Este Zanchetta, que aparece vinculado a estas operaciones de espionaje sobre jueces, viene de aquella época y ya formaba parte de aquella SIDE que hoy se llama AFI. Había otros policías como Joaquín Pereyra, Ariel Di Filippo, quienes iniciaron inclusive en su momento una causa que después quedó anulada sobre un grupo de periodistas.
La novedad que aparece este lunes es que este policía Zanchetta informaba sobre sus tareas de espionaje sobre jueces a dos personas muy relevantes. Uno, el diputado Rodolfo Tailhade, cerebro fundamental de toda la estrategia judicial de Cristina Kirchner, defensiva y ofensiva respecto de la Justicia, cerebro principal de la Comisión de Juicio Político y de las tareas del Congreso en su embestida contra la Corte. Y dos, a Fabián Rodríguez, una figura eminente de La Cámpora muy ligada a Máximo Kirchner. En su momento fue presidente de Télam. Estuvo a cargo con Axel Kicillof de las comunicaciones de la provincia de Buenos Aires. Y hoy es uno de los directivos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
La AFIP la dirige un ultra kirchnerista como Carlos Daniel Castagneto, muy vinculado en su momento a Alicia Kirchner. En el área de aduanas, alguien central en el mundo de poder de Sergio Massa, Guillermo Michel, Virginia María García, excuñada de Máximo Kirchner, y Néstor Fabián Rodríguez, militante de La Cámpora de Avellaneda, muy ligado al mundo del conurbano y por lo que lo llaman el “Conu” Rodríguez. Bueno, el “Conu” Rodríguez recibía informes de Zanchetta, quien informaba sobre jueces federales. Hay una larga lista en la que entran, entre otros, el juez Lijo, el juez Borinsky, Hornos, Giménez Uriburu y Basso. O sea, dos figuras importantísimas porque son miembros del tribunal oral que juzgó y condenó a Cristina en la causa de la obra pública de Santa Cruz.
Es importante quién es Tailhade, porque además de ser un diputado, engranaje principal de las relaciones agresivas entre el kirchnerismo y la Justicia, antes fue jefe de contrainteligencia de la AFI durante la presidencia de Cristina Kirchner. Y este es un dato importante a la hora de formular hipótesis sobre esto que está pasando, porque es el jefe político del actual jefe de contrainteligencia de la AFI, Esteban Carella. Es decir, Carella políticamente responde al diputado Tailhade.
Desde el oficialismo, y sobre todo desde La Cámpora, se explica que Zanchetta era en realidad un periodista vinculado a portales de noticias de la provincia de Buenos Aires, que no sólo hacía investigaciones o consultas en base de datos, sobre todo una base de datos que también fue allanada [Sudamericana Data], no sólo preguntaba por jueces, también preguntaba por personalidades del kirchnerismo, espiaba o quería tener información de miles de personas, entre las cuales está la propia Cristina Kirchner. Es una buena explicación para decir que en realidad no era un espía, era una especie de periodista que investigaba a todo el mundo. Ahora, lo curioso es que Zanchetta no publicaba esas investigaciones, era un periodista raro que consultaba bases de datos, obtenía información medianamente clandestina y no se sabe muy bien dónde la publicaba. Es cierto, preguntaba sobre muchísima gente, pero a quienes reportaba, Tailhade y Rodríguez, les informaba sobre jueces, sobre gente con la que el kirchnerismo está en conflicto. Y algo más interesante, él se presentó a la Justicia diciendo: “Yo soy además de un policía retirado, soy periodista que trabaja en dos medios, la agencia Nova y RealPolitik, y voy a poner como testigos a estos periodistas que son compañeros de trabajo míos en esos portales”. La Justicia los llamó como testigo y nunca se presentaron. O sea, no hay nadie que haya dado testimonio hasta ahora de que fuera periodista. Así como hay agentes inorgánicos de inteligencia, pareciera que hay periodistas inorgánicos.
¿Cuál es el funcionamiento, el circuito de esta información? Y acá hay un dato curioso, de los muchos datos que aparecen en este expediente. Hay una investigación, una intrusión en estas bases de datos de este expolicía federal Zanchetta, indagando sobre Silvio Robles, mano derecha del juez Rossati, funcionario de la Corte. Curiosamente, al otro día aparece una nota de Página 12 el diario del sindicalista kirchnerista Víctor Santa María, haciendo referencia a que Robles asistió a un cumpleaños de un funcionario de la ciudad de Buenos Aires. Sobre la base de esa nota, que da la impresión que se inspiró en el espionaje de Zanchetta, el kirchnerismo presentó una recusación en contra del juez Rosatti para que no pueda intervenir en el caso de la coparticipación de la ciudad de Buenos Aires, que está en litigio en la Corte. Es decir, es un mecanismo por el cual se hace una operación de inteligencia, se la blanquea en un medio amigo, como Página 12, y después se utiliza esa nota para una operación institucional de obstrucción de la Justicia. Este mecanismo, que es bastante antiguo, parece que se repite mucho en todo lo que nos va mostrando esta causa, que dio lugar a algo grave, políticamente, como el allanamiento de la casa de Fabián Rodríguez, mano derecha en materia de comunicación de Máximo Kirchner.
En el caso de los chats de los jueces que viajaron a Lago Escondido, hay un intercambio entre el diputado Tailhade y “AAA”, que es el número que la justicia identificó como del celular del policía y agente de inteligencia inorgánico Zanchetta, en donde se lee: “Me los pasó el jefe de inteligencia de la Policía Aeroportuaria de Bariloche”. Es decir, Zanchetta le está explicando a Tailhade que la información sobre los chats, que después se hacen públicos, de estos jueces federales con funcionarios y empresarios, etcétera, son chats provistos por un organismo de inteligencia, esta vez oficial, que es el de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).
Hay en el kirchnerismo obviamente una lupa puesta sobre Martínez de Giorgi, que realizó estos allanamientos en este momento a pocos días del balotaje. También sucede poco después de que el oficialismo firmó el dictamen acusatorio contra los jueces de la Corte en la Comisión de Juicio Político.
Aparece entre los blancos de esta investigación, una pregunta donde indagan el 9 de octubre del año pasado sobre cómo es el country donde vive la nueva ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz. Había interés en saber en qué condiciones vivía la esposa de Enrique Albistur, íntimo amigo de Alberto Fernández, tanto que es el que le presta el departamento en Puerto Madero al presidente.
Una nota a pie de página como para divertirnos un poco: hay una discusión ahora, aparentemente, entre Alberto Fernández y Enrique Albistur sobre quién tiene que pagar las expensas de estos años en que Alberto estuvo en el gobierno, porque él aduce que no tiene que pagarlas porque estuvo viviendo en Olivos. Se ve que son contabilidades muy estrictas entre locatario y locador, o entre el amigo y él “ocupa”, por decirlo de alguna manera.
Este escándalo pone en tela de juicio, vaya la redundancia, el juicio político a la Corte porque debilita justamente los argumentos, muchos usados por los diputados del oficialismo en esa Comisión de Juicio Político en contra de la Corte. Tanto es así que en la primera página de la declaración de descargo que hace el juez Rosatti la semana pasada frente a las acusaciones que le hacen, él plantea que gran parte de la acusación está basada en operaciones de inteligencia clandestina como las que ahora salen a la luz debido a estas investigaciones de Martínez De Giorgi y del fiscal Policcita.
Para Massa, esto es una gran complicación, porque en medio de la campaña electoral, en el último tramo hacia el balotaje, a él lo obliga toda esta historia a definirse en relación con un tema crucial que es la relación entre kirchnerismo y la Justicia, que es una relación extraordinariamente conflictiva. Massa, que tiende a ir a buscar, como es lógico, votos de clase media, no peronistas -puntualmente de algunos radicales, de gente de Larreta, etc.-, no quiere aparecer ligado a lo que sería una intervención sistemática, agresiva del Poder Ejecutivo y de la política sobre la Justicia. A tal punto que el domingo, entrevistado en LN+ por Luis Majul, cuando fue consultado por el juicio a la Corte, dio una respuesta muy mal preparada, sobre todo porque uno espera que Massa se prepare un poco más para preguntas que son tan cantadas. Majul le preguntó: “¿Qué opina usted del juicio político de la Corte?”. Y respondió: “Todavía no estoy enterado, me voy a informar después de que pase el balotaje, y ahí voy a enterarme de los fundamentos”. Es decir, los fundamentos por los cuales su coalición en la Comisión de Juicio Político quiere llevar adelante la remoción nada más y nada menos que de los jueces de la Corte.
Esta respuesta es increíble por muchísimas razones, pero sobre todo por una: porque Massa, en ese grupo de diputados que acusa a la Corte, tiene dos diputados propios del Frente Renovador: uno es Ramiro Gutiérrez y la otra es la diputada Micaela Morán. No sabremos antes del balotaje cómo se van a pronunciar estos dos diputados con respecto al juicio político a la Corte. Y no lo sabremos porque hubo una jugada de Massa de las últimas horas: logró que se prorroguen las sesiones ordinarias del Congreso, y que por lo tanto el calendario afecte también con una prórroga la firma del dictamen donde el oficialismo acusa a la Corte para que sus diputados no tengan que firmar agresivamente frente a la Corte, y esto puede ser un argumento de campaña de Milei en contra de él.
Todavía no se conoce toda la información que hay dentro de los celulares del agente inorgánico, del expolicía Zanchetta. Ha aparecido una milésima parte de un caudal extraordinario de información. Quienes conocen lo que falta aparecer en público afirman que en esas indagaciones de espionaje clandestino, uno de los blancos es el propio Massa. Entonces hay que preguntarse si Cristina Kirchner, Tailhade, La Cámpora, en todos estos años donde la relación con Massa parecía tan amigable, también querían saber en qué andaba Massa.
Hubo un pronunciamiento de dos personas claves para Massa en los últimos días en relación al tema Justicia-kirchnerismo, Gobierno-Justicia, tema que ahora se debe haber agravado. Uno de esos pronunciamientos es nada menos que el de Roberto Lavagna, un hombre muy ligado a Massa, a quien el ministro acaba de presentar como una especie de consultor al que tendría muy en cuenta durante su eventual gobierno para dar una señal de razonabilidad frente a los mercados. Lavagna condenó el juicio político a la Corte de la fuerza que postula a Massa, pero el que fue más duro fue Juan Schiaretti, que no dijo “condeno el ataque del gobierno kirchnerista en contra de la Corte”, sino que dijo: “Condeno el ataque del gobierno kirchnerista del ministro Massa en contra de la Corte”. Es decir, se preocupó por ponerlo a Massa como victimario de la Justicia.
Como siempre sucede en la Argentina y mucho más en el kirchnerismo, se desatan todas las fantasías conspirativas y paranoicas. Inclusive algunos que se preguntan, irracionalmente a mi juicio, si no estará Massa detrás de todo esto, porque Massa tiene una relación estrechísima con Martínez de Giorgi. No sabemos si esa vinculación no se establece también a través de servicios de inteligencia a los que Martínez de Giorgi estuvo tan ligado durante toda su carrera, sobre todo a Antonio Stiuso. Martínez de Giorgi, que realizó estos allanamientos, es el mismo que realizó allanamientos a una cantidad de empresas financieras, en el fondo, al servicio de Massa durante todos estos días.
¿Qué papel juega Zanchetta?¿Es un agente inorgánico que espía por su cuenta o es una estación en la circulación que hace la información clandestina? La AFI, supongamos, y Esteban Carella, tan ligado a Tailhade, realizan operaciones ilegales, le entregan la información a Zanchetta y este la publica para que no aparezca la AFI haciendo esas operaciones ilegales. Es importante el tema porque, entre otras cosas, quien fue el responsable político de la AFI durante todo este tiempo es el candidato a vicepresidente de Massa, Agustín Rossi, que algo tendrá que decir sobre todo esto.
¿Qué dice la ley de inteligencia? ¿Qué estas actividades están prohibidas? ¿Para quiénes? Para cualquier funcionario de inteligencia. Pero dice algo más: “Incurrirán en el mismo delito quienes hubieran sido miembros de alguno de los organismos integrantes del sistema de inteligencia nacional que realicen acciones de inteligencia prohibidas por las leyes”. Esto quiere decir que a Tailhade, que fue jefe de contrainteligencia de la AFI de Cristina, le cabe este artículo. Si un exfuncionario realiza operaciones de inteligencia clandestina, también le cabe el peso de la ley de inteligencia. Lo mismo Zanchetta. Porque es un expolicía al que lo abarca la misma ley. O sea, empieza a haber una situación penal complicada para quienes son protagonistas principales de esta triste historia.
Es muy importante cómo se produce un conflicto entre Lavagna y Massa en un momento en que Lavagna es un activo de la campaña en la que Massa intenta, con toda lógica, ir hacia el centro y despegarse del kirchnerismo. Para eso está escondida Cristina. Para eso Massa no quería que se introduzca el tema del juicio político a la Corte. Para eso no aparece en la campaña Máximo Kirchner. Pero más importante todavía es el conflicto que aparece con Schiaretti a raíz del juicio político contra la Corte, y mucho más a raíz de toda esta información que ha estallado en una especie de lunes negro para la campaña de Cristina y de Massa.
Hay un estudio de Laboratorio Betta Lab que dirige Juani Belbis sobre los votos libres que quedaron en la elección general del 22 de octubre. Es decir, es obvio que de todas las fuerzas que compitieron quedaron solamente en carrera los dos que ingresan al balotaje, Unión por la Patria, con Massa, y la Libertad de Avanza, con Javier Milei. El resto son votos disponibles. 6.200.000 de Juntos por el Cambio y los de Schiaretti, 1.800.000 votos, 6.79%. Ahí hay un caudal de votos importantísimo para Massa y para Milei. Massa está buscando estos votos y no logra que Schiaretti se los facilite. Al contrario, se distancia de él. Le dice a su electorado, yo no tengo nada que ver con Massa.
Entre los votos de Schiaretti de las PASO a las generales hubo un aumento. Fue impresionante. En Entre Ríos, 374%. Pasó de 9400 a 44.000 votos. Sumó 35.000 votos. En Jujuy 326%. En Catamarca 323%. En la provincia de San Juan 297%. En Buenos Aires 276%. Donde menos sumó es en Córdoba, porque son los votos de él. Quiere decir que acá hay un dinamismo electoral, hay un votante que tampoco es un votante duro de Schiaretti, que es el votante al que hay que ir a buscar. Para eso Massa envió un emisario a hablar con el gobernador. Y Schiaretti le dijo, “yo no tengo nada que ver con Massa porque con él fui socio en el año 2019, en un grupo que se llamaba Alternativa Federal. Un día Massa desapareció y apareció al lado de Cristina Kirchner. Desde entonces nunca me dio explicaciones”.
Este problema del pase de Massa de la oposición al kirchnerismo y gente que había apostado a él y a la que él no le dio explicaciones lo complica Massa en la relación con mucha gente. Hoy centralmente con Schiaretti, que dice “todavía estoy esperando que me explique por qué nos dejó o por qué me dejó”. El problema es que en esto también compromete la posición de Martín Llaryora, del nuevo gobernador de Córdoba. Hay que recordar que en Córdoba Milei salió primero, después Patricia Bullrich y Massa tercero, es decir es un electorado muy esquivo para Massa. ¿Qué hizo Massa? Envió a Córdoba a uno de sus principales operadores políticos, astutísimo, Juanjo Álvarez, para ver si puede trabajar en las segundas líneas del peronismo cordobés, un poco a escondidas de Schiaretti y de Llaryora. Massa visitó Córdoba para aprovechar ese trabajo de Álvarez. Apenas regresó desde el exterior, ayer, Schiaretti destrozó a Massa en un discurso donde caracterizó de muy mala manera la gestión económica.
Hay que mirar este tema que relaciona a Massa con el Juicio político porque es clave para la elección del 19 de noviembre. Sin embargo, no es la única clave, hay otras claves. Algunas tienen que ver con anecdotario, folclore. ¿Qué puede hacer cada candidato para traer un poco de luz a su candidatura? Por ejemplo, Massa está tratando a través de alguien muy ligado a él, entre otras cosas por los negocios de la televisación del fútbol, Claudio “Chiqui” Tapia, el presidente de la AFA, de que haya algún guiño de Lionel Messi a favor de la candidatura de Massa. Es un problema porque no sabemos si Messi, pero “los Messi” y sobre todo la familia de la mujer del futbolista, los Roccuzzo, son macristas. A tal punto que si uno revisa las redes sociales de Messi, el único político que aparece seguido por Messi es Macri.
Esto abre todo un panorama, que es la lucha que hay entre Massa y Macri en esta campaña. Es decir, Massa tiene un conflicto electoral con Milei y un conflicto de poder con Macri, que en buena medida explica el alineamiento del expresidente con Milei. No es la única razón, ni la principal, pero es importante. Una prueba de esto se dio también en el programa de Majul, en La Cornisa. Cuando Majul le preguntó a Massa por la situación judicial de Cristina, él dijo algo así como: “Yo no pongo las manos en el fuego por nadie, que se pronuncie la Justicia”. Y aclaró: “Tampoco me gusta que alguien desde un medio de comunicación o desde una banca legislativa condene por su cuenta sin esperar el pronunciamiento de la Justicia”. Por eso, “tiene que estar tranquila Cristina”, señaló y siguió: “Tiene que estar tranquilo Macri en la causa de los parques eólicos”. Pero nadie le había preguntado sobre eso. Es obvio que le está mandando un mensaje a Macri, diciéndole que si él llega al poder, mire bien esa causa porque no se va a meter con ella, pero es donde va a tener problemas. Es obvio el mensaje. Muy Massa.
Esta pelea, que es una pelea política pesada, probablemente es el conflicto político más importante que hoy hay debajo de la mesa en esta escena electoral, se trasladó al mundo del fútbol. El 2 de diciembre son las elecciones para la nueva conducción de Boca Juniors. Una encuesta, que es anterior a la derrota del Boca conducido por [Jorge] Ameal y [Juan Román] Riquelme en Río de Janeiro, muestra la fórmula de Riquelme que estaría en más o menos 45% de los votos. Y muy cerca la encuesta muestra a Andrés Ibarra, que es el candidato del macrismo a presidir Boca [exministro de modernización del estado de Macri] con aproximadamente 37-38%.
¿Qué se pregunta el mundo del fútbol? Si el 19 de noviembre gana Milei, ¿Macri se presenta como candidato a vicepresidente de Boca en contra de Riquelme? Riquelme llegó a Boca por estímulos de todo tipo, puestos por Massa, para desplazar a Macri de Boca. Es decir, hay una segunda pelea o una cancha auxiliar, que para Macri no es nada auxiliar, porque Boca es su partido político. Es la pelea entre Massa y Macri en el mundo del fútbol. No es en el único club donde compiten macristas y peronistas o macristas y massistas.
Más allá de esto hay dos factores importantísimos para la elección del 19 de noviembre. Uno es el debate. En general en los debates no pasa nada, porque son tan regulados que es imposible cometer un error. Pero estamos en presencia de un candidato muy temperamental, Milei, que por momentos presenta desequilibrios emocionales frente a determinadas preguntas o a determinadas polémicas. Y estamos en presencia de un debate que gracias a la habilidad de los representantes de Massa en la mesa de discusión se flexibilizó. El cerebro de esta estrategia se llama Juan Manuel Olmos, que fue clave en la campaña, y es el hombre a quien tal vez Massa debe su candidatura. Olmos consiguió que en el debate no pueda haber papeles y que haya más intercambios. Desde el mundo de Massa habrá que ver cómo están estudiando la psicología de Milei y qué es a lo que apuestan para desbalancear una situación complicada para ellos. El debate es una clave. Con todas las limitaciones que tienen los debates para desequilibrar una pelea.
El otro factor crucial es la fiscalización. Hay un viejo caudillo radical de Parques Patricios que, en broma obviamente, suele decir que “si la oposición no me pone fiscales me veo en la obligación moral de hacer fraude”.¿Qué capacidad de fiscalización tiene Milei? Acá hubo novedades. Macri dijo “yo voy a apoyar a Milei pero a la fiscalización la pongo yo, del Pro”. Hubo un corrimiento en las últimas horas de Carlos Kikuchi, que era el jefe de la campaña de fiscalización de Milei. Ahora irrumpió Guillermo Dietrich de parte del Pro. Todo el equipo de fiscalización del Pro en las distintas provincias se está activando y también los radicales neutrales en las provincias donde gobiernan. Por una razón elemental. A un gobernador de Juntos por el Cambio, sea radical o del Pro, que gane Milei le conviene porque esos votos en la política local están vacantes y muy probablemente los absorba él. Si gana Massa crece el rival peronista de esa provincia porque Massa sí tiene sucursales en las provincias. Milei no. Entonces hay una tendencia natural de los radicales y de los dirigentes del Pro provinciales que gobiernan Mendoza con [Alfredo] Cornejo, Corrientes con [Eduardo] Valdés, Entre Ríos con [Rogelio] Frigerio, Chubut con [Ignacio] Torres, etcétera, a fiscalizar informalmente para Milei.
La fiscalización entonces es clave. Las encuestas, salvo una de Analogías, que es una encuestadora de La Cámpora, le dan todas un poco arriba, con distintos niveles, a Milei. ¿La elección está jugada? ¿Está definida? No. Yo me remitiría a una definición inteligente del consultor y encuestador Raúl Timerman. Él dice: Massa no puede ganar pero Milei puede perder. Eso depende de los factores que mencionamos recién: el debate y la fiscalización.
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