Un juez que simpatiza con el kirchnerismo encabeza una reunión de judiciales en el Vaticano
Se trata de Andrés Roberto Gallardo, que conoce al Papa desde 2003 y conserva su vínculo; dijo que el Poder Judicial en la Argentina “está en una crisis terminal” y apuntó contra la Corte, en línea con los argumentos de la vicepresidenta
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ROMA.- La salud del Papa frustró su presencia, prevista para mañana, en una cumbre de jueces que comenzó hoy en el Vaticano sobre “Colonialismo, Descolonialización y Neocolonialismo: una perspectiva de justicia social y bien común”, en la sede de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. Aunque el papa Francisco igual estará presente con un mensaje.
La cumbre fue organizada por el juez porteño Andrés Roberto Gallardo, que preside desde 2018 el Comité de Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y Doctrina Franciscana y que ya organizó otros dos eventos de este tipo en el Vaticano, el último, en 2019. Asisten varios argentinos como el exjuez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni, Ana María Figueroa, presidenta de la Cámara Federal de Casación Penal Argentina, Gullermo Treacy, Juez de la Cámara Contencioso Administrativa Federal de Capital Federal, el académico Enrique Dussell y la diputada del Frente de Todos, Vanesa Raquel Siley, entre otros; así como magistrados y académicos de otros países de América latina, como el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos.
Más allá de la preocupación por la internación del Papa, Gallardo, que conoce a Francisco desde 2003, cuando el entonces arzobispo de Buenos Aires se interesó, como él, en el tema de los cartoneros, dijo a LA NACION que estaban viviendo su ausencia en la cumbre, que tiene lugar en la Casina Pío IV, en un ambiente optimista. “Llegan buenas noticias sobre la evolución de su dolencia, parece que todo está mejor y además su secretario privado me acaba de mandar un mensaje que seguramente leerá mañana el cardenal Turkson (Peter, canciller de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales), algo que obviamente lo hace bajo la orden de él y son cosas que escribió él, así que es todo muy alentador.
“Es un evento dirigido al conjunto de países periféricos que básicamente se reducen a los países que componen el continente africano y a los países de América latina, de México para abajo, con sus diferencias, sus matices, sus composiciones poblacionales, sus diferentes experiencias colonizadoras en términos históricos y en términos geopolíticos, con países centrales que operan claramente en nuestras regiones y que ejercen prácticas de neocolonialismo, que se nota principalmente en las universidades, donde la formación es con pardigmas exógenos”, explicó Gallardo. “Esta es la orientación general del encuentro, que es para escuchar a los que han estudiado durante décadas a estos temas, tratar de encontrar vías de resolución, tratar de revisar nuestras prácticas judiciales para no ser funcionales a este tipo de políticas y, por sobre todas las cosas, dirigir la mirada a la justicia y el bien común. Ésa es la preocupación del Papa: cómo lograr que la justicia y el bien común prevalezcan por sobre las prácticas neocoloniales”, agregó.
Consciente de que muchas veces este tipo de eventos suelen ser malinterpretados en la Argentina, Gallardo fue más allá: “Todos aquellos que vean el fantasma de que esto es una jugada del Papa para incidir en un proceso político particular, están equivocados”, aseguró. “El Papa está en otra línea, está en otra dirección, tiene muy claro su papel universal, no está en esta cuestión chiquita, mezquina, ni de una elección, ni de una rivalidad de partidos, está por sobre todo eso. Tenemos que poner el eje en cuál es el verdadero sentido de este encuentro y es ése: descubrirnos en un proceso global, complejo, que nos condiciona y cómo hacer para quebrar ese condicionamiento y hacer posible la justicia y el bien común”, subrayó.
En este marco, adelantó que la exposición de Zaffaroni iba a girar en torno de la obra de fray Bartolomé de las Casas, el “apóstol” de los indios y cómo repercutió su pensamiento en el tema de una idea universal de derechos humanos y de freno a las políticas colonizadores.
-Usted es considerado un juez “k”...
-Sí, ya lo sé, es un mote que me puso Clarín y este tipo de motes son muy difíciles de sacar.. Pero la verdad es que nunca estuve, ni me junté con Cristina. Es más, en la gestión de Gils Carbó me presenté a tres concursos para fiscal general federal, salí primero en uno, segundo en otro y tercero en otro. Yo estaba en las tres ternas, que eran Rosario, Córdoba y San Martín, provincia de Buenos Aires y no me nombraron en ninguna y hablo de la gestión de Cristina... Me pusieron “k”, cada vez que hablo dicen que soy “k” (risas), yo puedo simpatizar con muchas cosas que propone el peronismo, con cosas que propone la izquierda, pero de ahí a decir que soy “k”, correrá por cuenta de quien lo dice.
-¿Cómo ve el tema de la Justicia en la Argentina?
-Creo que la Justicia hace rato está en una suerte de barranca abajo en términos de institucionalidad y de percepción social: hay un divorcio entre el Poder Judicial -que es lento, que es ineficiente, que no tiene capacidad de respuesta, no tiene creatividad-, y la sociedad. El Poder Judicial está en una crisis terminal y requiere de una urgente reconfiguración.
-¿Esta reconfiguración también incluye la Corte Suprema?
-Y sí. La Corte Suprema, tal cual está concebida, es un sistema que no funciona, primero y principal porque de alguna forma se está centralizando en un órgano que tiene una lentitud superlativa, temas que son muy urgentes y que cuando se resuelven ya no le interesan a nadie. Además hay otro tema, que es cómo incorporar ciertos conceptos democráticos en la máxima decisión judicial... Hay que revisar todo esto, cómo y quién es algo que es muy complejo porque, al margen de la crisis del Poder Judicial, estamos en una crisis de representación absoluta de todo el sistema político.
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