Un juez fanático de los viajes
El ministro de la Corte Suprema es señalado como uno de los cinco integrantes de la "mayoría automática" del oficialismo
"No, no vuelvo el martes (por mañana), estoy haciendo uso de mi licencia anual; la decisión de cortar una licencia para participar de un acuerdo la toma el presidente de la Corte, a partir de la urgencia que presente el tema."
Con voz pausada, Antonio Boggiano, ministro de la Corte Suprema de Justicia, respondió el llamado telefónico que La Nación le hizo a Roma para preguntarle, entre otras cosas, si regresaría nuevamente de apuro al país, como lo hizo hace unas semanas (vino y se volvió a Europa en el día) para desempatar en la causa que habilitó a Menem para reasumir, en forma anticipada, en la presidencia del PJ y asegurarse así el dominio partidario hasta el 2003.
Con frases cortas (a veces demasiado pensadas), el magistrado respondió sin alterarse las versiones que lo retratan como un hombre indeciso en el obrar y ampuloso en el decir; como uno de los miembros de la denominada "mayoría automática de la Corte" (porque vota en el sentido de los deseos del Gobierno) y como llegado al tribunal de la mano de prominentes figuras de la Iglesia.
"No soy afín al Gobierno, soy apolítico partidariamente, pero tengo mis propios juicios sobre la política y la economía. Es una impresión equivocada la de una mayoría automática que responde al poder político. Hay una tendencia de la prensa en pensar que siempre hay cuatro votos en un sentido y cuatro en otro y, a mí, me colocan en una posición de desempate", dijo, casi sin respiro, y confirmó: "Es cierto que mi ingreso en la Corte fue impulsado por (los obispos Antonio) Quarracino y (Ubaldo) Calabresi".
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A Boggiano se lo cuenta entre los cinco jueces allegados al Gobierno y cinco son los hijos que tuvo con Ana Lía Beraitz, descendiente directa de Miguel Angel Beraitz, quien presidió la Corte Suprema durante el gobierno de Héctor J. Cámpora y, luego, de Juan Domingo Perón, hasta el golpe de Estado de 1976.
Para entonces, Boggiano trabajaba con su suegro en el alto tribunal. Fue subsecretario y, más tarde, secretario letrado; llegó a juez de primera instancia e integró la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, antes de ingresar en la Corte, en junio de 1991, tribunal que también presidió.
Hoy, que habita una distinguida propiedad situada en Alvear y Rodríguez Peña, muy cerca de la Nunciatura, su máxima aspiración es ser nombrado miembro de la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Porteño, de 52 años, este juez de no más de un metro sesenta de estatura, de gestos ampulosos y de sonrisa a veces desbordante, comparte con Augusto Belluscio (según amigos y enemigos) el hecho de ser los dos juristas más sólidos de la Corte.
Dicen de Boggiano que no se define con presteza. El lo adjudica a su puntillosidad para dar un veredicto. Hay quienes aseguran que juega con la incertidumbre, que hace un personaje de sí mismo pero que, en definitiva, termina votando casi siempre en el sentido de la "automaticidad" política del tribunal. "Realmente, simpático no es. Pareciera tener pocos amigos", confesó un conocido suyo cuando se le preguntó sobre lo que se cuenta acerca de este juez, miembro de la Prelatura Opus Dei.
Se nota que transita la frontera entre Libra y Escorpio (nació el 21 de octubre de 1946) cuando le fastidian algunas notas periodísticas que no lo ponen, precisamente, en el sitial que cree merecer cada juez de la Corte.
Sus compañeros de acuerdos le tienen ciertos reparos. Lo ven como un hombre que trabaja "de afuera para adentro de la Corte", que viaja demasiado y que nunca se sabe, a ciencia cierta, si está en el país, salvo el titular del alto tribunal, Julio Nazareno, a quien comunica sus movimientos.
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De hecho, Boggiano admitió que su último viaje relámpago a Buenos Aires fue hecho a pedido de Nazareno (otro juez señalado como cercanos al Gobierno), quien insumió, en al menos una llamada, 35 minutos de diálogo telefónico a Europa para convencerlo de que volviera por unas pocas horas (comunicación que cuesta unos $ 100, según se informó en el Centro Internacional de Atención a Clientes, de Telintar).
No pudo confirmarse el gasto total del pasaje aéreo de ida y vuelta, en primera clase, de los autos especialmente destinados para los rápidos traslados y de otros que, en opinión de un ex juez de la Corte, "no son cuestionables, porque un ministro siempre debe estar dispuesto a regresar cuando el tema lo requiere". Queda para un análisis posterior qué otro interés que no sea político tenía la urgencia de la reasunción de Menem en el PJ.
"Es un poco leche hervida, bien tano, pero así como le llega el enojo, enseguida se le pasa", comentó un allegado a Boggiano.
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Se recibió de doctor en ciencias jurídicas, en la Universidad Católica Argentina y es un experto en derecho internacional privado. Entre sus votos más difundidos como miembro de la Corte figuran:
- El que avaló que unos 70.000 jubilados que mantenían juicios contra el Estado cobraran una indexación inferior a la cuarta parte del aumento del costo de vida, entre 1991 y 1995, y al índice general de remuneraciones.
- Suscribió la constitucionalidad de los indultos presidenciales a procesados, en 1990.
- Votó por el cambio de carátula en la causa contra el entrenador de fútbol Héctor "El Bambino" Veira, de "violación de un menor" a "tentativa de violación".
Y se lo vinculó con la extraña desaparición de una sentencia de la Corte, que condenaba al Banco Central a pagar honorarios millonarios a un letrado. Los denunciantes fueron sus pares Belluscio y Petracchi. El ministro de Economía era Cavallo.
Si cumple con las palabras que dieron comienzo a este perfil, Boggiano estará de regreso en el país el 18 del actual. Mañana, la Corte decidirá sobre una recusación del duhaldismo por la decisión del tribunal de convalidar el congreso del PJ de Parque Norte, de julio último, en el que Menem fue reelegido como presidente partidario y se aprobó agotar las instancias judiciales posibles para que compitiera por otro mandato consecutivo.
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