Un juez que causaba sospechas y divisiones en el kirchnerismo
A una parte del Gobierno la decisión de la Cámara Federal de La Plata de hoy, de apartar al juez Federico Villena de su megacausa de espionaje, le resulta un alivio.
"Tiene que limpiarse de lo que hizo, por eso hace todo esto", decía esta semana un funcionario muy cercano a Alberto Fernández, que considera a Villena un converso. Su preocupación no era meramente institucional. También práctica: "Son los primeros que se vuelven a dar vuelta".
En el Gobierno no solo recuerdan que Villena llegó impulsado por Silvia Majdalani, la número dos de la AFI macrista; desconfían porque fue justamente Villena quien firmó las órdenes que se usaron para seguir los movimientos del Instituto Patria y para escuchar a los presos de la cárcel de Ezeiza.
Lo recuerda hoy la Cámara Federal de La Plata cuando le saca la causa: Villena firmó las autorizaciones para lo que la AFI informó como "tareas de la especialidad’ que se habrían llevado a cabo a mediados del año 2018 sobre las actividades y los domicilios de la Vicepresidente de la Nación, dra. Cristina Fernández de Kirchner", sostiene el fallo como un argumento central para correr a Villena de la causa de espionaje con fundamento en que no tiene la "imparcialidad necesaria" para investigar el caso.
Cristina Kirchner, sin embargo, se abrazó a esta causa. Dos horas y media estuvo en Lomas de Zamora para ver las pruebas del espionaje en su contra y asumir el rol de querellante, en una visita que promocionó en las redes sociales con una llegada cinematográfica.
"Esto tiene que ser interpretado a la luz de que acá había una mesa judicial. Y esa mesa judicial estaba integrada nada más y nada menos que por el presidente de la Nación [Mauricio Macri]", dijo ese mismo día Alberto Beraldi, el abogado de la vicepresidenta. El allanamiento dispuesto por Villena en la casa de Darío Nieto, el secretario privado de Macri, que es su sombra desde que estaban en el Gobierno, pareció ir en esa línea. De ese allanamiento el juez se llevó, desbloqueado, el teléfono celular de Nieto.
"Es lo mismo pero al revés", fue la fórmula con la que criticaron a Villena dos funcionarios que compararon esta causa con las desventuras del kirchnerismo en Comodoro Py durante los años que estuvieron en el llano.
Sin embargo, ante el entusiasmo de la vicepresidenta con el caso, en el Gobierno se cuidaron de no hacer públicas sus dudas sobre el juez. Olfato o información, decían que Villena no iba a seguir al frente del caso mucho tiempo más.
Quien sí hizo públicos sus reparos fue, paradójicamente, Graciana Peñafort, directora de Asuntos Jurídicos del Senado y asesora legal de suma confianza de Cristina Kirchner, que el martes, después de que Villena ordenada 22 detenciones, escribió en Twitter. "Saben? Viví la angustia de la detención de Héctor Timerman. Me prometí a mí misma nunca más celebrar detenciones. Y también me prometí defender siempre las garantías de todos, hasta de los que no quiero, porque vi lo que pasa cuando no se respetan. Nunca Más Nadie Más". Y siguió: "No seamos ellos".
Como era esperable, el mensaje cayó pésimo en algunos de sus compañeros. "No entiendo tu tweet Graciana?", le contestó Eduardo Valdes. Junto con Leopoldo Moreau, Valdes fue uno de los dirigentes que más celebró la marcha del caso. "Generas dudas", le dijo.
Villena sale ahora de la escena. No puede recurrir el fallo que lo apartó. En principio, ni él ni nadie. El Código dice que no hay "recurso alguno" contra la decisión que tomó la Cámara. Sin embargo, como toda resolución puede ser atacada por arbitrariedad, Cristina Kirchner, querellante en el expediente, podría intentar un recurso de Casación. Sus posibilidades de éxito serían mínimas, advierten en los tribunales. Recursos como estos proceden rara vez cuando la decisión es de no apartar al juez cuestionado. No a la inversa.
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