A través de una investigación de la secretaría de Educación a la cual accedió el equipo de Luis Majul en LN+ se puso en duda la trasparencia del programa “Libros para aprender” y la efectiva distribución a las provincias del material educativo; en qué se invertirá ese dinero
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Tras la polémica desatada por la decisión del Gobierno de no comprar 14.000.000 de libros escolares pertenecientes al plan “Libros para aprender”, un informe elaborado por la secretaría de Educación al cual tuvo acceso y presentó Luis Majul en LN+, reveló que los costos para la adquisición del material escolar ascendían a casi $100 mil millones, pero puso en duda que los mismos llegaran a las aulas y se evaluó que se trató de un “un sistema altamente ineficiente y corrompido”.
El lunes el Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, definió retirarse de ese programa nacional y trasladar la compra a las provincias que estén interesadas en adquirir los ejemplares. Tal como anticipó LA NACION, la gestión de Javier Milei argumentó que no hizo la compra de los libros a las editoriales porque el procedimiento “estaba muy demorado” como para llegar a tiempo con el inicio de clases. Como hizo en otros casos, el Gobierno se amparó en la presunta “falta de transparencia” del programa nacional heredado y optó por no hacer el gasto.
Ahora el mencionado informe, con información exclusiva de LN+ demostró que el programa Libros para aprender que se inauguró en febrero de 2012 durante el segundo mandato de Cristina Kirchner, significaba un gasto anual por $95 mil millones “en libros y logística”.
Antes de la marcha atrás que dio la administración de Javier Milei se pretendía “gastar $75 mil millones en contrataciones directas a ocho editoriales y $20 mil millones en logística”, según consignó Majul en base al informe.
En ese sentido, se definió que existía “arbitrariedad en la elección” de los libros -estilo cuadernillos- que eran fabricados. “Las provincias seleccionaban cuatro títulos dada una y la Nación, con un organismo opaco, decidía a cuáles comprar, lo que lleva a preguntarse por los criterios de elección y favoritismos ocultos”, explicó el periodista sobre la operación.
Además, se puso la lupa sobre los centro de distribución. Se habló del “misterioso señor picking”. “Los libros eran controlados por una empresa designada por el Ministerio de Educación que influía en ser el objeto de servicio de picking por parte de las editoriales, generando dudas sobre la trasparencia del proceso”.
Cuando se empezó a analizar el costo verdadero de cada libro, se llegó a la conclusión de que cada libro que lo querían vender a $14.000, si se quitaban los sobrecostos costaba $5000.
“Aunque el costo por libro se redujo dramáticamente, de las primeras charlas con las editoriales, surge la interrogante si esta medida afectó la calidad el material educativo y si esto no era aun negocio”, se interpreta en el informe de Educación.
Por otro lado, se dio a conocer en qué se reutilizarán los fondos ahorrados. “Los $100 mil millones que se usaban para los libros, y que algunas provincias no recibían, se van a reinvertir en un plan nacional de alfabetización que consiste en la distribución digital de materiales didácticos, ya en posesión de la secretaría de Educación. Contenido vanguardia”, se explicó al respecto.
“Las compras quedarán en manos de las provincias. El programa como venía, con formato nacional no va a existir más”, dijo una fuente oficial a LA NACION.
La iniciativa -implementada en 2022 y 2023 por el exministro de Educación, Jaime Perszyck- contemplaba la compra y la entrega de material bibliográfico (o cuentos en caso del nivel inicial) a cada niño, donde cada ejemplar tenía el nombre y le pertenecía al alumno.
Según una ronda de consultas que hizo LA NACION en distintas provincias del país, el programa “Libros para Aprender” tuvo una utilidad dispar. Hay jurisdicciones, como la Capital Federal o Mendoza, que imprimen sus propios libros y no le dieron mayor uso a los manuales que enviaba la Nación. En otras provincias, como Corrientes, Santiago del Estero o Río Negro las carteras educativas valoraron positivamente la iniciativa porque permitió que muchos alumnos pudieran llevar un libro a sus casas por primera vez.
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