Los principales conceptos del editorial de Laura Di Marco en La trama del poder, por LN+
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En medio de la tragedia sanitaria y económica que vive la Argentina, me impresiona ver a un presidente en la cubierta del Titanic ofreciendo notas divertidas a streamers, youtubers, humoristas, como si fuera el preceptor canchero que los chicos de la secundaria erigirían para el viaje a Bariloche.
Esta semana le dio una entrevista al streamer y humorista rosarino Tomás Quintín Palma, un entrevistador militante hablando en lenguaje centennial, el que usan los adolescentes.
Mientras no concede entrevistas a periodistas críticos, que le hagan preguntas en serio, en esta nota se la pasó haciendo chistes, hablando como un adolescente y mostrando los stickers más comunes que se manda con Cristina Kirchner y Sergio Massa.
En cualquier otro momento sería simpático, pero en el peor momento de la pandemia, con 500 muertos por día: ¿No le parece, Presidente, que es por lo menos irritante hacerse el gracioso cuando miles de familias están de duelo por la pérdida de un ser querido?
El jefe de gabinete, Santiago Cafiero, volvió a hablarse encima: esta vez fue en el Senado. Dijo algo surreal: que las responsabilidades por los casi 80 mil muertos de la pandemia eran de los medios, la oposición, Larreta sobre todo, y la Corte.
Es decir, es –ponele- mi responsabilidad y la de María Eugenia Vidal, la de Majul, la de Leuco, la de Ocaña.
En cualquier lugar del mundo, aquí y en la China, la responsabilidad por la gestión de la pandemia es obvia: la responsabilidad es de quien gobierna.
¿Acaso los medios o la Corte son responsables del paupérrimo número de testeos, que deja a la Argentina sin política sanitaria para contener el virus? ¿La Corte o la oposición son responsables de no haber previsto la segunda ola en el presupuesto nacional?
¿Quién fue el responsable del rígido confinamiento de ocho meses con cierre total, que llevó la pobreza al 47 por ciento de los argentinos y empujó a la clase media baja más abajo todavía, además de dejar un tendal de muertos?
¿Por qué las vacunas no llegaron en el verano, como había prometido Alberto Fernández?
¿Por qué no tenemos los 14 millones de dosis de vacunas Pfizer, cuando en la Argentina se desarrollaron los ensayos clave y se hicieron justamente para que tengamos prioridad?
Obsesión fue una de las palabras que dominó la semana política.
La pronunció el jefe de Gabinete, pero la hizo viral la ministra Carla Vizzotti en la conferencia de prensa que ofreció el miércoles (agobiada, a punto de llorar) cuando dijo que la oposición y los medios tenían una “obsesión” con la vacuna Pfizer.
Vizzotti también denunció a los medios porque, según ella, tienen una agenda paralela, alejada de los intereses de la gente.
Hoy nos enteramos de que Cristina Kirchner y Sergio Massa les otorgaron a los empleados del Congreso, y por ende, a diputados y senadores –es decir, se autootorgaron- un aumento salarial, en un país que tiene a casi la mitad de su población sumida en la pobreza, 23 mil empresas quebradas por la pandemia, millones de personas con problemas de salud mental y el futuro embargado con un 60 por ciento jóvenes que carecen de los necesario para crecer como personas plenas.
¿Quiénes serán los que están disociados de la agenda de la gente, los medios o el Gobierno?
¿Quiénes serán los “obsesionados” por quitarse las culpas de encima por la pésima gestión de la pandemia, ganar las elecciones, preservar el poder y conseguir la impunidad?
¿Los medios o el Gobierno?
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