Un gesto con más de un mensaje
Los isleños votaron por el sí. ¿Es todo lo que hay para decir? Ayer, el parlamentario británico de izquierda independiente George Galloway se pronunció a favor de una soberanía compartida entre Gran Bretaña y la Argentina sobre las islas. Esto, según Galloway, conviene a Gran Bretaña, que, a causa de mantener el conflicto abierto, ha perdido posiciones en América latina. Se trata, entonces, no de un pronunciamiento a favor de los argumentos argentinos, sino de un debate sobre cómo Gran Bretaña debe mantener su posición en el mundo y, particularmente, en este continente. Las islas, para Galloway, no deberían ser un obstáculo para la política británica en América Latina. Éste es el núcleo del argumento.
Acá, los isleños que conocen bien a Galloway piensan que es un hombre en busca de notoriedad, que le estrechó la mano a Saddam Hussein y, sobre todo, que fue a un show del tipo Gran Hermano, observación que les alcanza para descalificarlo, aunque en la Argentina podría hacerle ganar una elección.
Cuando pregunté si Galloway acaso no podría representar una línea de la opinión pública británica preocupada por el gasto que implica sostener la defensa militar de las islas, algunos contestaron que quizá sí. Pero que lo importante es que ellos, los isleños, deberían estar dispuestos a colaborar económicamente con esa defensa cuando empezara la explotación petrolífera. Tuve la impresión de que sólo algunos pensaban así, pero que confiaban en que tal cosa pudiera discutirse en el futuro. Por eso es difícil saber cuán difundida está la idea que, de la manera más explícita, me fue expuesta por un funcionario de una repartición pública vinculada con la pesca.
Ayer, en la caravana de autos con que se celebró el referéndum, había un cartel encabezado por un característico dibujo de la corona británica. Abajo, un reclamo o advertencia: "Keep calm and keep the Falklands British", o sea que las islas deben seguir siendo británicas, y para ello la corona, es decir el Foreign Office, debería mantener la calma. Me intrigó el cartel, y les pregunté a varios isleños si veían allí un mensaje al Foreign Office. No estaban seguros. Pero, si no era un mensaje al Foreign Office, ¿a quién se le decía que se mantuviera tranquilo y que mantuviera a las Malvinas dentro del dominio británico? ¿Quién otro podía ser el destinatario del mensaje? Los extranjeros tendemos a sobreinterpretar. Un cartel gemelo a éste transmitía una consigna clarísima: "Calma Argentina, las Falklands nos pertenecen". Quien había impreso este cartel había impreso el otro, más enigmático, porque echa una sombra de desconfianza: ¿será Gran Bretaña capaz de abandonar las islas a los argentinos porque esto puede llegar a convenirle por razones políticas tanto como económicas?
El parlamentario británico Galloway dio su respuesta a esta pregunta: hay que negociar con la Argentina la soberanía, porque esto nos resulta más favorable que la intransigencia en nuestras relaciones con América Latina. Visto desde la perspectiva británica, conservar las islas como territorio de ultramar obliga a gastar mucho dinero, aunque visto desde la perspectiva argentina creamos que Gran Bretaña se salva con el petróleo que comenzará a explotarse. Mucho les gustaría a los británicos salvarse con ese petróleo o con cualquier otra cosa, pero me temo que no alcanza y ellos lo saben, ya que tienen alguna experiencia en hacer las cuentas presupuestarias.
El referéndum, si se admiten estas hipótesis, fue una doble señal. Por un lado, los isleños reafirmaron, ante la Argentina, una identidad cultural y su inscripción como territorio de ultramar de Gran Bretaña. Pero saben que esa condición de territorio de ultramar queda abierta a posibles cambios. Ellos mismos podrían optar por reconsiderarla y buscar otro estatuto político. También Gran Bretaña debería estar convencida de que ésa es la solución que más le conviene para las islas. Gran Bretaña fue un poderoso imperio durante siglos y tal cosa implicó mirar siempre, en primer lugar, sus propios intereses y no los de sus dominios.
Nadie me dijo acá que teme que Gran Bretaña reconsidere la inscripción de las islas como territorio de ultramar. Lo pregunté muchas veces y la respuesta fue siempre negativa. Pero es necesario enmarcar esa respuesta en el deseo, muy unánime, de que tal cosa suceda y siga sucediendo.
Si hay algo que los isleños temen es ser incluidos, bajo cualquier forma, en la soberanía argentina. Frente a esta pregunta, la respuesta es siempre clarísima. Los isleños son hombres prácticos: muchos me dicen que sería más cómodo tener mejores relaciones con "el continente", que obviamente mejorarían las comunicaciones y el abastecimiento. Pero nadie parece dispuesto a pagar el precio de un cambio de soberanía.
El recuento de votos que estamos presenciando en este momento es una consecuencia de la invasión argentina de 1982, me dice un hombre que la vivió. También los argentinos podemos pensar las consecuencias de aquella derrota: votamos en 1983.
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