Un fallo que ayuda a sanar heridas
Mauricio Macri estaba convencido de que lo único que pretendían quienes liberaron a Cristóbal López era perjudicarlo. Esa semana de mediados de marzo la lista de conspiradores contra el Gobierno la encabezaban los camaristas Eduardo Farah y Jorge Ballestero, que estaban demoliendo uno de los éxitos que podía exhibir: la corrupción se paga con la cárcel.
Ballestero y Farah no hicieron caso a las advertencias que les llegaron a través de mensajeros que dijeron venir del edificio de 25 de Mayo, sede de los espías. Les dijeron que una decisión así tendría consecuencias. Y las tuvo.
La liberación de Cristóbal López hizo detonar el conflicto entre la Justicia y el Gobierno. Macri apretó la botonera del poder para en menos de un mes fulminar a quienes, según su interpretación, eran los líderes de la conspiración. Ballestero, que ya venía con problemas de salud, pidió una licencia que es el prólogo de su alejamiento definitivo cuando le cierren las denuncias que el Gobierno le hizo en el Consejo de la Magistratura. Farah pidió ir a un tribunal de San Martín, pero mientras se genera la vacante, terminará en el fuero penal tributario. Justo allí donde se juzga la evasión, el delito por el que López quedó libre.
Macri creyó ver la mano del titular de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, en la sentencia que firmaron los dos jueces. Esa misma semana el máximo tribunal había frenado el trámite de dos causas sensibles de Cristina Kirchner. Fue necesaria una reunión de Marcos Peña y Germán Garavano con los cortesanos hace diez días para aflojar tensiones. Ahora todo está tranquilo, y los jueces y el Gobierno trabajan en conjunto en una reforma judicial.
Para terminar de sanar las heridas todo debía retrotraerse a antes del 16 de marzo, cuando López salió de la prisión. El fiscal Germán Moldes sobreactuó y pidió detenerlo de nuevo, pero incluyó entre los presos a Ricardo Echegaray. Cuando el asunto llegó a Casación se empantanó por las controversias sobre quiénes tenían que ser los jueces que integrarían la Sala I que debía resolver. Estaba todo muy sensibilizado luego de que la Corte cuestionó la forma en que se conformó la dupla Ballestero-Farah para resolver la libertad de López.
Finalmente Hornos resolvió que la sala quedara integrada por él mismo, Ana María Figueroa y Eduardo Riggi, que había intervenido con anterioridad. Mientras los números de la economía hacían ruido en los medios, se aceleraron los tiempos judiciales. Anteayer las partes explicaron por qué López debía ir a la cárcel y ayer estaba escrito el fallo de 148 carillas con su arresto.
Hornos imprimió velocidad. Ayer a la tarde hizo volver a Tribunales al juez Leopoldo Bruglia de la Cámara Federal y a Julián Ercolini para que ejecutaran la sentencia de Casación y firmaran el pedido de captura de inmediato. Con López preso antes del fin de semana, la herida quedaba sanada.
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