Un espejo alocado y emocionante
El desfile del Bicentenario logró que una arriesgada propuesta de raíz teatral tuviera llegada popular
El desfile del Bicentenario, a cargo del grupo Fuerzabruta, sirvió para abrir algunas puertas que, de acá en adelante, merecen ser tenidas en cuenta. Por lo pronto, que un montaje basado en la revisión histórica pueda asociarse al criterio de fiesta sin que se cuelen lecturas didácticas explícitas ni cierta solemnidad que suele invadir al teatro.
También dejó en evidencia que una propuesta de raíz teatral basada en el cruce de lenguajes artísticos, que puso en juego criterios de intervención urbana y que coqueteó con las difusas aguas de la performance puede tener llegada popular dándole un merecido cross de derecha al pensamiento que vincula a las vanguardias con los aires elitistas.
El trabajo pateó con fuerza esos dos preconceptos que suelen ponerse en funcionamiento a la hora de la creación. Las miles de caras transitando la infinita gama de la emoción, del asombro y de la admiración se convirtieron en la prueba más palpable de que aquello que sucedió en esas casi 20 cuadras estaba logrando su mejor sintonía (aquella que desvela a cualquier creador).
El creador fue Diqui James, el fundador de Fuerzabruta. Aquel mismo que comenzó su carrera cuando, de pibe, vio La Fura dels Baus en Córdoba y se le volaron las chapas. Aquel que, junto a La Organización Negra, le voló las chapas al mismo Obelisco en 1989. Aquel que, hace 18 años, vio a los franceses de La Royal de Luxe en otro gran desfile de carácter histórico. Tiempo después, aquella experiencia la hizo suya dándole su propia escala, revisando su historia y la de su país. Con el desfile volvió a la calle en una dimensión que ni los mismos organizadores pensaban (de hecho, imaginaban unas 500.000 personas y no más de 2 millones).
Anteayer, el señor James se dio todos los gustos. Apostó a enormes estructuras móviles (como la escena dedicada a los inmigrantes) y las articuló con otras de una logradísima síntesis conceptual, como la que homenajeaba al tango. Generó fuertes contrapuntos en los que el peso estaba puesto en el movimiento de la masa de gente (como en Exodo Jujeño) y los niveló con aquellas resueltas con un único elemento plástico (como el enorme libro de la Constitución realizado en hierro que se prendía fuego y que sería justicia verlo en un espacio público).
Diqui James junto a un equipo de casi 2500 personas supo manipular los tiempos y los silencios conjugando escenas expansivas con otras (la de la Guerra de las Malvinas) que generaban la justa sensación de estar viéndonos, como argentinos, en el peor de los espejos.
En términos artísticos, la apuesta del gobierno nacional fue sumamente riesgosa. El manual de los productores de eventos de este tipo está poblado de ofertas trilladas pero que, para comodidad de los políticos, nadan aguas de probada efectividad. El Gobierno no tomó esa ruta.
Para el armado del guión, James contó con el asesoramiento del historiador Felipe Pigna; del secretario de Cultura, Jorge Coscia, y del secretario de la Presidencia, Oscar Parrilli. En estos seis meses de ensayo también tuvo un encuentro con la Presidenta, la misma que anteayer demostró todo el tiempo su entusiasmo con el trabajo encargado. En estas horas, mucho se ha dicho de que el desfile destilaba una lectura kirchnerista de nuestra historia. El terreno, claro está, se presta a subjetividades. Eso sí: tanto en la transmisión televisiva como -fundamentalmente- en el programa de mano la sospecha adquiría el carácter de certeza. "La Argentina ha retomado el camino productivo" o "consolida su proceso de desarrollo con inclusión", se lee en el programa en un tono propagandístico de poco vuelo que nada tenía que ver con la riqueza poética expuesta en las calles.
Más allá de esos vericuetos, con los años, seguramente, el desfile del Bicentenario adquirirá la dimensión de aquel día en que muchísimas personas nos asombramos viéndonos en un espejo delirante, deforme, brutal, cruel, alocado y emocionante. Si eso sucede, ésa será la verdadera fuerza bruta de lo sucedido anteayer.
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