Un cerco que ahora comienza a cerrarse
Cristina Kirchner dejó de ser una intocable para los jueces del poder. Los allanamientos dispuestos por el juez Claudio Bonadio para obtener información sobre propiedades de la empresa Los Sauces SA, cuya titularidad detenta junto a sus hijos, revelan que el cerco ha comenzado a cerrarse.
Se suman a la indagatoria que el mismo Bonadio le tomó por la venta del dólar futuro y a la reciente imputación por enriquecimiento ilícito y falsificación de documentos públicos por presuntas irregularidades en los negocios inmobiliarios de esa sociedad. El traspaso de los muros del célebre edificio de Madero Center es también un símbolo de que las defensas montadas para proteger a la ex presidenta comienzan a ceder.
Sería ingenuo suponer que Cristina Kirchner aceptará mansamente el avance sobre los restos de su poder, sus bienes y su libertad. Dueña de una destreza ejecutiva que exhibió intensamente durante más de una década, conoce como nadie los resortes institucionales, las grietas del sistema y los actores del fuero federal, donde aún conserva algunos aliados. Tan inocente como presumir que este mani pulite a la criolla responde a un cambio institucional cierto, cuando lo encarnan aquellos mismos que antes mostraban amnesia o modorra para investigar.
Cristina ha respondido con una marcha multitudinaria a su primera indagatoria. A cada acción encontró cómo devolver el embate, a cada avance supo dar su contragolpe. Sugerir que la corrupción salpica a todos podría ser una estrategia para igualar su desgracia. ¿Con qué responderá a una eventual segunda indagatoria? Más allá de la verdad de los expedientes, se jugarán batallas procesales, reclamos de nulidades y chicanas, que podrían repercutir en la eficacia de las investigaciones.
La fatiga social sobre la corrupción, el repudio a la impunidad, y cierto oportunismo, son los motores de esta competencia de los jueces federales por mostrarse activos a la hora de investigar el pasado. El avance judicial contra casos de corrupción del kirchnerismo es un bálsamo para todos aquellos que aspiran a sentir justicia ante el saqueo permanente de la República. Pero otra dimensión también parece estar asomando. La sociedad comienza a reclamar el fin de la corrupción en tiempo real y será tan dura con el presente como con el despojo del ayer.
La nueva administración podría verse entrampada por los efectos de este avance. Si el Gobierno intentara controlar la onda expansiva de esta embestida, podría ser acusado de manipular al Poder Judicial. Si Cristina Kirchner terminará presa, su victimización podría acentuar las grietas en una sociedad que atraviesa serias dificultades para cerrarlas, y tensar el escenario político e institucional.
Las próximas semanas podrían intensificar el enfrentamiento entre la ex presidenta y el Presidente. Ambos aparecen imputados -Mauricio Macri por los Panamá Papers- y se acusan mutuamente de corrupción. Un combate al que buena parte de la sociedad asiste como espectadora y que conlleva una disputa de intereses políticos y necesidades del poder.
Profesor de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Austral.
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