Un caso que puede fortalecer o debilitar a la gestión bonaerense
Cerca de Vidal quieren evitar que la fuga se extienda en el tiempo y, también, un final violento
LA PLATA.- Apenas 17 días después de asumir, el gobierno de María Eugenia Vidal empezó a atravesar un difícil momento, de extrema tensión y que, según cuál sea el desenlace de la crisis, podría fortalecer o debilitar la gestión. La escandalosa fuga de los hermanos Martín y Cristian Lanatta y de Víctor Schillaci del penal de General Alvear es ya uno de los casos policiales más relevantes de los últimos años, que pone de manifiesto una oscura trama de complicidades en el Servicio Penitenciario Bonaerense y en el poder político, que según la mandataria "ha sido penetrado por el narcotráfico".
Ya hace casi una semana que se escaparon los asesinos de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina y las pistas se pierden en el desconcierto. El gobierno provincial dice que estuvo cerca de capturarlos varias veces. Incluso, al cierre de esta edición se afirmaba que estaban en un vehículo en la zona sur del conurbano, de donde son oriundos los asesinos, y que no encontraban un lugar seguro para esconderse ni, tampoco, la forma de salir de esa zona sin ser vistos.
"Se les están acabando los recursos, pero están armados hasta los dientes, muy jugados. Hay que ser muy cuidadosos en la detención", dijo anoche a LA NACION un estrecho colaborador de Vidal, que estaba con ella en la Cuidad Autónoma de Buenos Aires en una reunión en la que participaban también el ministro de Seguridad provincial, Cristian Ritondo; el jefe de la policía bonaerense, Juan Pablo Bressi; la ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich; el secretario de Seguridad, Eugenio Burzaco, y los jefes de la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura.
Evitar una tragedia
La fuente contó que todas las fuerzas ubican a los prófugos en la misma zona y que incluso los vieron en algunas oportunidades, pero no estaban dadas las condiciones para actuar: no era seguro ni para los policías ni para los ciudadanos. "Es más: tenemos fotos y videos de cuando estuvieron en Bosques, pero no podíamos actuar", confió una alta fuente del gobierno bonaerense.
Es que lo que menos quieren ahora es un final trágico que pueda impactar negativamente en un gobierno que recién comienza. Ya hubo un episodio de violencia que sacudió a las autoridades: los disparos contra el suboficial Fernando Pengsawath y la agente ayudante Angelina Lucrecia Yudati, que ayer continuaban internados, el primero en grave estado. "No tenían necesidad de disparar. Ni siquiera tenían que frenar. Pero lo hicieron. Estos tipos están fuera de sí", dijo un funcionario del gobierno a LA NACION.
El ataque a los policías -admitieron en La Plata- provocó una sobreexposición del ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, que ensució el transcurso de la investigación. Por eso, dijeron, ayer optaron por guardar silencio y no entorpecer el curso de la pesquisa. Tampoco había información para dar, al menos oficialmente. Ya habían dicho que los tenían cercados, pero pasaron las horas y las capturas, que a juzgar por los mensajes del gobierno parecían inminentes, no se concretaron.
El final que más teme el gobierno de Vidal -se dijo- es que muera alguna víctima inocente durante la detención. El otro, que consigan escapar. Un final aciago no sólo afectaría al gobierno de Vidal, sino que también lesionaría al de Mauricio Macri, ya que los funcionarios y las fuerzas federales también están participando activamente en la búsqueda.
El triple crimen, vinculado con el tráfico de efedrina a los carteles mexicanos, ya había salpicado al poder político. Y ya fue usado para lanzar acusaciones cruzadas. Una semana antes de las PASO, en una entrevista que concedió al programa Periodismo para todos, Martín Lanatta acusó al entonces candidato a gobernador del Frente para la Victoria, Aníbal Fernández, de ser el instigador del triple homicidio, aunque en la causa no hay elementos para imputarlo. El ex jefe del Gabinete kirchnerista, por su parte, sostuvo que esa denuncia había sido parte de una efectiva operación para dañar su imagen, que determinó su derrota, y que a los asesinos se les pagó con la libertad. Es decir: acusaciones motivadas por otros intereses, alejados de la seguridad pública.
Pero así como un mal desenlace podría complicar al gobierno de Vidal, en La Plata evaluaban que lo contrario también es cierto: un resultado exitoso: la captura de los prófugos, fortalecería al gobierno en este complicado inicio de gestión.ß
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