Un cambio de roles y actitudes en el momento decisivo
Después del primer debate en el que ganó la premisa de no perder, los candidatos presidenciales salieron esta vez a buscar los puntos
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Era la última oportunidad para los candidatos de mejorar, en virtual cadena nacional, sus chances electorales antes de la primera vuelta. Se notó.
Después del primer debate en el que ganó la premisa de no perder, la diferencia de lo ocurrido anoche en la Facultad de Derecho de la UBA resultó elocuente. Las réplicas fueron más punzantes; las acusaciones, más directas; la disputa, más abierta, y la intensidad de los intercambios, mucho más potente. Sin que faltaran las propuestas, los candidatos salieron a buscar los puntos.
No hubo un ganador claro, pero tampoco ninguno quedó relegado marcadamente, como había ocurrido la semana anterior, cuando Patricia Bullrich tuvo el desempeño más deslucido, lo que en esta oportunidad logró revertir. El cambio de actitudes y roles la benefició tanto como incomodó al candidato oficialista.
Hubo un destinatario mayoritario de los cuestionamientos y ese fue Sergio Massa, a quienes sus rivales buscaron subrayarle su pertenencia al actual gobierno, del que el candidato de UP volvió a procurar tomar distancia o marcar matices.
Para confirmar su intención de desmarcarse de los resultados de la actual administración, el ministro de Economía procuró darle verosimilitud y viabilidad a sus promesas con la afirmación de que el 10 de diciembre “empieza una nueva etapa”. Alberto Fernández y Cristina Kirchner volvieron a brillar en ausencia. Ni su candidato los defendió.
Los rivales le imputaron a Massa tanto la crítica situación económica y social, de la que lo hicieron corresponsable, así como en la cuestión de seguridad. Y, casi unánimemente, le enrostraron los hechos de corrupción que golpean al oficialismo, repuestos con el escándalo protagonizado por el recién renunciado jefe de gabinete bonaerense Martín Insaurralde. En este ítem fue Bullrich la que con más recurrencia buscó instalar la sinonimia entre corrupción y oficialismo: fue el eje de su acusatoria pregunta final a Massa.
Pareció que el MarbellaGate hubiera llegado a los candidatos con delay. Pero llegó y para Massa no resultó confortable, aunque se esforzó por disimular la incomodidad distanciándose nuevamente del intendente de Lomas de Zamora.
Entre las diferencias, esta vez no fue Javier Milei el que tuvo la manifestación más polémica y cuestionada, como la semana pasada cuando negó la existencia de un plan sistemático de violación de derechos humanos durante la última dictadura militar. Ese lugar lo ocupó ayer Myriam Bregman en el comienzo.
A diferencia de sus adversarios, que condenaron los ataques terroristas de Hamás a Israel perpetrados en las últimas 48 horas, la candidata trotskista responsabilizó al Estado judío. Juan Schiaretti, Bullrich y Milei fueron claros: Israel es una víctima. Massa optó por una coincidencia tácita, ya que no nombró a Israel, pero sí fue explícito en el repudio a los ataques de Hamás.
El libertario volvió a tener, sin embargo, otra posición controversial destacada al sostener que el cambio climático responde a cíclicos de la naturaleza y no es fruto del comportamiento humano. Como si se empeñara en reforzar el techo a su intención de voto. No obstante, Milei volvió a mostrarse en control de sus emociones, aún en los momentos en los que los cuestionamientos como su alianza con Luis Barrionuevo, lo incomodaron visiblemente. Fue muy evidente cuando se lo enrostró Bullrich. El lenguaje corporal del libertario lo corroboró, pero se contuvo verbalmente. Apenas atinó a balbucear que en las filas de JxC también había personajes impresentables. Una admisión que la generalización no logra neutralizar.
Grietas entre Massa y Milei
Milei y Massa buscaron volver a imponer una polarización que ayer resultó más vulnerable. La sociedad para concentrar la atención y dominar la escena mostró grietas.
Bullrich logró terciar en la disputa y ser objeto de algunos contrapuntos en los derechos a réplica del candidato oficialista y del libertario. Señal evidente de que había incomodado con algunas de sus afirmaciones.
El contraste con lo sucedido hace una semana la reposicionó para alivio de sus aliados y sus votantes. Aunque no haya marcado una diferencia clara en su favor, Bullrich quedó en pie y asestó algunos impactos. Insumos que su equipo de campaña podrá potenciar en las redes sociales en los días siguientes. Allí es donde se sostienen las disputas de sentido y se refuerza o debilita la estrategia proselitista en el tramo en el que la atención ciudadana se agudiza.
La llaneza, la incisividad y la posición enérgica de la postulante de JxC no obstante se tornó en algunos momentos en agresividad, así como complicó su exposición cierta apuro o nerviosismo a la hora de verbalizar propuestas o dirigir réplicas.
Massa se lo imputó como una forma de reforzar la actitud consensual que buscó mostrar en ambos debates en busca de ampliar su frontera de votantes. Un mensaje dirigido, en particular, hacia los sectores moderados de JxC. Ese fue nuevamente un eje de la estrategia massista, junto con la promoción de las medidas adoptadas en las últimas para aliviar la situación, sobre todo, de las clases medias. No le resulta sencillo, los fogonazos cambiarios e inflacionario, además de los escándalos dentro de su espacio, lo neutralizan y ayer se lo hicieron sentir sus adversarios.
En medio de los contrapuntos, se destacó, sobre todo, en los dos primeros ejes del debate (Seguridad y Producción y Empleo) reflejaron que las diferencias entre Milei, Massa, Bullrich y Juan Schiaretti se dan en el marco de los matices, aunque los matices importan y mucho.
El corrimiento de la oferta electoral hacia el cuadrante de centro derecha es marcado, lo que no es poco luego del largo ciclo de casi dos décadas en el que un populismo de izquierda impuso algunos cánones. Orden, seguridad, desarrollo, modernización, actitud proempresaria y reformas impositivas fueron parte de las exposiciones de cuatro de los cinco postulantes.
Allí volvió a diferenciarse previsiblemente Bergman, que busca sumar a quienes se ubican en el hemisferio izquierda del kirchnerismo. Esta vez, sin embargo, la candidata no tuvo un hit, como en Santiago del Estero cuando le dijo a Milei que no era un león, como él se define, sino “un gatito del poder económico”.
Schiaretti volvió a exhibirse como representante del federalismo, a promocionar Córdoba, aún a costa de volver a ser meme de las redes sociales con el Disneyworld argentino, y a tratar de mostrarse como un exponente de la sensatez, que él prefiere llamar sentido común, aunque sea una categoría discutible.
Los votos que conserve el cordobés pueden resultar muy relevantes. Más para sus rivales que para él. Por eso, Bullrich y Massa procuraron pescar en su pecera con mensajes dirigidos a sus votantes. Schiaretti intentó sostener su plaza y no entregarles ese regalo. Que se lo ganen.
Mientras Milei aún mira desde arriba, ellos dos siguen buscando cómo imponerse en el repechaje y entrar en el ballottage. Hasta ayer, la mayoría de las encuestas y de las interacciones en las redes sociales posicionaban al ministro por encima de la candidata cambiemita.
La duda que queda para el tramo decisivo, los últimos 11 días de campaña antes de la elección, es si los escandalosos episodios que sacudieron en los últimos días al oficialismo, el deterioro de las variables económicas más sensibles para la ciudadanía y el resultado de los dos debates presidenciales modificarán la tendencia.
En una elección que parece destinada a definirse en los márgenes, todo suma. O resta.
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