Un aporte montonero a la teoría de los dos demonios
El exjefe guerrillero no solo reivindicó la contraofensiva y dijo que fue “un éxito”, sino que se jactó de haber pertenecido a un “ejército popular” en una guerra trasnacional
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Nadie se había atrevido a tanto. Hasta ahora, la denominada “teoría de los dos demonios” era rechazada por la izquierda y el progresismo porque, se esgrimía, buscaba equiparar a las víctimas de la represión estatal con las atrocidades cometidas por la dictadura. Nunca, desde la irrupción de la democracia en 1983, los movimientos de derechos humanos aceptaron que la Argentina haya vivido una guerra. Sin embargo, la reaparición del exjefe montonero y exconsuegro de Cristina Fernández de Kirchner, Fernando Vaca Narvaja, acaba de poner las cosas patas para arriba.
En su relajada aparición por un canal de YouTube, ante un entrevistador que -quizá sin otra intención que la de conseguir la primicia- le brindó un trato encantador, el padre del actual embajador argentino en China, no solamente se jacta de haber pertenecido a un “ejército popular” sino además de haber vencido la contienda. Esa “guerra”, no habría tenido solo alcance nacional, sino también continental. Desde la Revolución Sandinista, pasando por la Venezuela de Hugo Chávez, hasta el Brasil de Lula, la Bolivia de Evo Morales y la Argentina K, serían la confirmación de los logros de aquel ambicioso plan pergeñado en los años setenta por la insurgencia latinoamericana, a la que Cuba “acompañó solidariamente” y de la que Montoneros habría sido su fuerza más dinámica e influyente.
De ser así, la hipótesis de Vaca Narvaja, no difiere demasiado de la que esgrimían por aquellos tiempos la CIA y las fuerzas armadas del continente, amparadas en la “teoría de la seguridad nacional”, que sirvió de excusa para coordinar acciones represivas ilegales sin distinción de fronteras. Y a la que combatieron con ahínco los movimientos humanitarios, empeñados en demostrar que se trató, en realidad, de una cacería indiscriminada y salvaje.
En una sola jugada, el memorioso montonero, no solamente le puso barniz consagratorio al accionar de la guerrilla, sino que se encargó de enlodar el trabajo de los familiares de civiles secuestrados y asesinados, quienes, desafiando el miedo y la persecución, lograron una ola de solidaridad internacional socavando el poder de los gobiernos militares.
Un párrafo aparte merece la reivindicación que el compañero de Mario Firmenich hizo de la llamada “contraofensiva”, una aventura decidida por la cúpula montonera en el exilio, y que les costó la vida a decenas de militantes enviados ilegalmente al país a comienzos de los 80; una ratonera que ninguna persona sensata sería capaz de enaltecer, salvo, claro está, que se la considere el precio necesario que debía pagarse para lograr “la exitosa marcha” de los partisanos contra un régimen agonizante. Es que, para Vaca Narvaja, la dictadura, lejos de morir por sus propios delirios malvineros y sus fracasos continuistas, fue tumbado por la sublevación popular y su “vanguardia esclarecida”. Son puntos de vista.
Al visitar la Argentina en septiembre de 2010, el intelectual búlgaro-francés, Tzvetan Todorov, advirtió: “Lo que me preocupa no es evaluar las dos ideologías que se enfrentaron en esa época (los 70) y que siguen teniendo sus partidarios, sino entender la historia. Porque una sociedad, además de memoria, necesita historia. La memoria colectiva es subjetiva, refleja las vivencias de uno de los grupos que forman la sociedad, y por eso este grupo puede utilizarla para adquirir o reforzar una posición política. Pero la historia no se hace con un objetivo político (en cuyo caso se trata de mala historia), sino con la verdad y la justicia como únicos imperativos”.
La visión de Vaca Narvaja no tendría importancia si se tratara tan solo de su valoración personal. La gravedad de sus juicios radica en que estos han sido adoptados como doctrina oficial desde el 24 de marzo de 2004, cuando Néstor Kirchner en un acto realizado en la ESMA, decidió cancelar el debate para establecer un relato maniqueo que sigue enseñándose en las escuelas como si se tratara de La historia.
El autor es miembro del Club Político Argentino.
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