Ulrich Sante, sobre la deuda con el FMI: “Sin esfuerzos serios de la Argentina, nuestra buena voluntad ya no se podrá justificar”
Antes de finalizar su tarea diplomática, el embajador alemán criticó “la alta inflación y el intervencionismo” que “dificultan” las inversiones alemanas; preocupación por el avance de China y la postura sobre Cuba y Venezuela
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“Tengo mucho trabajo allí arriba”, bromeó Ulrich Sante, señalando el piso de arriba de la residencia de la embajada alemana en Buenos Aires, su casa durante los últimos tres años. Mientras terminaba de embalar sus pertenencias, y horas antes de su partida del país, el embajador de Alemania hasta este viernes hizo ante LA NACION un extenso balance de su gestión, y dejó fuertes reflexiones sobre el vínculo bilateral.
Entre esculturas de su autoría, que adornan las paredes de la casona diplomática, Sante destacó los avances, pero también -algo inusual en un diplomático con más de tres décadas de experiencia- lo que quedó pendiente. En materia económica, donde “las reglas cambian todo el tiempo” y el país sufre una “alta inflación y el intervencionismo”, dijo, y en lo político: se mostró preocupado por la cercanía del Gobierno a China y pidió “no cerrar los ojos” ante la situación en Venezuela o Cuba.
-¿Cuál es su primer balance de gestión?
-En estos tiempos difíciles en el mundo, queremos construir una asociación confiable y activa con Argentina. Esto requiere la voluntad política adecuada de ambas partes, lo que de la parte argentina presupone sobre todo la voluntad de reintegrarse a la economía global y de fijar el rumbo apropiado para ello en casa.
Con el “Foro Futuro” que propuse y que nuestros dos cancilleres inauguraron en 2021, queríamos y seguiremos trabajando juntos en temas estratégicamente importantes y con visión de futuro. Hemos avanzado mucho en este sentido: en la protección del medio ambiente y el clima, entre otros, trabajamos en estrecha colaboración a través del “Club Climático” iniciado por el canciller Olaf Scholz y Alemania está llevando a cabo proyectos medioambientales por un valor de millones de euros en Argentina.
Nuestra agencia de cooperación internacional, la GIZ, es muy activa en temas energéticos, apoya a la Secretaría de Energía con expertos y asesora a empresas y al Gobierno en temas clave de la transición energética y, sobre todo, en el enorme potencial de hidrógeno verde de Argentina. Nuestros dos ministerios de Economía lanzaron un diálogo energético bilateral estructurado, y se firmó un memorando de entendimiento aquí en Buenos Aires durante la visita del canciller en enero, porque queremos trabajar más de cerca con Argentina, especialmente en energías renovables. También hay trabajo conjunto entre el Ministerio de Trabajo y la Agencia Federal de Empleo, y nuestro Ministerio de Agricultura trabaja con Argentina para lograr una agricultura más resiliente al clima y sobre innovaciones en el sector agropecuario del mañana. Así que mi balance es básicamente positivo, aunque… ¡mucho más sería posible!
-¿En que áreas?
-Esto se aplica, por ejemplo, a la formación profesional dual alemana, sobre la que me preguntan regularmente el Gobierno y las provincias, pero también el sector privado argentino, pero apenas avanzamos porque los intereses políticos particulares chocan con los deseos e intereses de las empresas. Nuestras empresas alemanas y europeas invertirían infinitamente más en Argentina si las perspectivas lo permitieran. Un proyecto con el que lamentablemente solo he dado un primer paso, aunque significativo, es mi idea de convertir a Argentina en el país invitado de la feria industrial más grande del mundo, la Hannover Messe, y traer la Hannover Messe con una feria enfocada en la transformación digital a Buenos Aires. El proyecto no está muerto, pero las condiciones económicas en Argentina deben mejorar dramáticamente para darle impulso.
-¿Cómo evalúa su relación con el Gobierno? Hubo demoras en la recepción de sus cartas credenciales y un entredicho con el gobernador Axel Kicillof, que no lo recibió en su visita a la gobernación, en 2021.
-La embajada mantiene excelentes contactos con el gobierno y la oposición, como debe ser. En Alemania también somos conscientes del valor de las provincias para el Estado Federal. He visitado casi todas las provincias, y en la mayoría me han recibido con los brazos abiertos y gran interés por trabajar en estrecha colaboración.
-¿Hay un clima de negocios propicio para las empresas alemanas? ¿Cómo influyen la inflación y los controles sobre el dólar en la inversión?
-Incluso en tiempos difíciles, las empresas alemanas han estado creando y manteniendo muchos empleos en Argentina durante más de 100 años. Hay más de 200 empresas alemanas aquí. Después de Brasil y México, Argentina es nuestro tercer mayor socio comercial en América Latina. En conjunto, la UE y sus estados miembros son el mayor inversor en Argentina. Eso significa: sí, puedes ganar dinero con y en Argentina como emprendedor. Sin embargo, al ser una economía, cuya columna vertebral son las pequeñas y medianas empresas, no es tan fácil para nosotros atraer nuevas pequeñas y medianas empresas al mercado argentino. La inflación, un alto grado de intervencionismo, las reglas que cambian con frecuencia, la alta burocracia, las restricciones a las importaciones, exportaciones y la repatriación de ganancias me dificultan como embajador despertar más interés por Argentina en Alemania. Esta es otra razón por la cual es tan importante que Argentina y el FMI trabajen en estrecha colaboración y que Argentina pronto se convierta en miembro de la OCDE, que se aborden reformas y se encuentren compromisos y soluciones no partidistas que vuelvan a estabilizar la economía a largo plazo.
-¿Las trabas tienen que ver con la visión económica del kirchnerismo? ¿Tiene esperanzas de que esto cambie con un nuevo Gobierno?
-Necesitamos, para intensificar nuestras relaciones económicas, reglas más estables y confiables, a largo plazo. Queremos invertir en hidrógeno verde, y el plazo en el que las empresas están pensando, antes de tener ganancias, es de 30 años. Si se cambian mañana, o en uno o cinco años, las reglas, perdimos una inversión de gran tamaño. Hay otros países del mundo que se ofrecen para estas inversiones, pero Argentina tiene ventajas con sus enormes recursos naturales. Para Alemania siempre son mejores los viejos y confiables amigos, más que los nuevos y no confiables (se sonríe).
-¿Cuál es su evaluación sobre el acuerdo UE-Mercosur? ¿Por qué se dilata y cuál es la perspectiva?
-Necesitamos el acuerdo UE-Mercosur y creemos que debe concluirse lo antes posible. Ha habido preocupaciones sobre temas ambientales y sobre la competitividad de sectores individuales, eso se trabajará y se debe trabajar intensamente para finalmente llegar a un entendimiento. Sería el acuerdo comercial más grande y ambicioso que tendría la UE y que tendría el Mercosur y reuniríamos a más de 700 millones de personas, los dos bloques comerciales más grandes del mundo.
-¿Cómo vislumbra el final de la negociación de la deuda argentina ante el Club de París?
-Inmediatamente después del acuerdo político de París del año pasado, los equipos negociadores de nuestros dos Ministerios de Hacienda se juntaron y muy rápidamente redactaron un acuerdo bilateral sobre la reestructuración del pago de la deuda de Argentina, que suscribí a principios de abril junto con el ministro de Economía, Sergio Massa. Como el mayor acreedor bilateral, Alemania también fue uno de los primeros en estipular nuevas condiciones más favorables (tasa de interés más baja, plazos más largos) con Argentina. Como es costumbre entre amigos, Alemania ha hecho concesiones para apoyar los esfuerzos nacionales por estabilizar la economía. Sin embargo, aquí se aplica lo mismo que en el FMI: sin esfuerzos serios de reforma por parte de Argentina, en algún momento nuestra buena voluntad ya no se podrá justificar de manera convincente frente a nuestros contribuyentes. Nuestras empresas están entre estos contribuyentes también.
-EE.UU. expresó su incomodidad por el acercamiento del Gobierno a China. ¿Alemania comparte esa preocupación?
-Nuestra preocupación es que Argentina se quede en el campo de los países que conocen el valor del multilateralismo, de la democracia, del Estado de derecho y relaciones económicas libres, todo ese paquete. Queremos que Argentina, aunque se encuentre en una situación económica y financiera desafiante, recuerde la influencia positiva de Europa en el pasado. Cuando un Estado está en una situación difícil, una oferta barata parece más oportuna, pero no trabajamos a corto sino a largo plazo. Estoy convencido de que los impulsos para combatir los desafíos globales van a llegar de Europa, Estados Unidos, de lo que llamamos Occidente, aunque este término tenga hoy otro valor.
-Alemania y Francia son siempre activos en la condena a Venezuela, Nicaragua y Cuba en los foros internacionales. ¿La cercanía del Gobierno con esos países complicó el vínculo bilateral?
-Sabemos que Argentina defiende la democracia, el Estado de derecho y los Derechos Humanos. Trabajamos muy de cerca con la Argentina en los foros internacionales, especialmente en la igualdad y los derechos LGBTIQ+, dónde Argentina es sin duda un pionero y un modelo. Tanto Alemania como Argentina tienen una política exterior feminista basada en la profunda convicción de que, en aras de la paz, la estabilidad y la seguridad, nadie debe ser marginado por su origen, religión, identidad de género, discapacidad o identidad sexual. Este 40 aniversario de la democracia en Argentina debe ser un recordatorio y una advertencia para nosotros y para todos en Argentina de que vivir en paz y libertad no puede darse por sentado. Como alemanes, también sabemos esto muy bien por nuestra propia experiencia dolorosa en dos dictaduras. Por lo tanto, también sabemos que tanto el extremismo de derecha como el extremismo de izquierda representan una amenaza para la democracia y la libertad, uno nunca debería cerrar los ojos ante eso. Todos tienen que decidir por sí mismos qué tan creíble pueda ser cerrar los ojos ante las violaciones graves de los derechos humanos en otros países o no hablar claramente sobre ellas.
-Habló de extremos. ¿Ve un peligro en la extrema derecha, que para algunos representa Javier Milei?
-Vemos aquí un modelo de inmigración, totalmente dividido. Un país potencialmente muy rico, en una situación de pobre. Tiene muchísimo para ofrecer para abastecer al mundo de alimentos y recursos naturales, pero no sabe cómo hacerlo. El mundo está listo para invertir en el país, pero Argentina no está lista política y estructuralmente. Personalmente me duele, soy un gran admirador de Argentina.
-¿Considera adecuada la respuesta argentina ante la invasión rusa a Ucrania?
-Con la brutal guerra de agresión contra Ucrania, Rusia se despidió del mundo civilizado. La Rusia actual representa la mayor amenaza para la paz y la seguridad en la región euroatlántica. Por lo tanto, estamos muy agradecidos con Argentina por condenar claramente esta guerra cruel en los importantes foros internacionales. Durante todas las visitas políticas aquí en Argentina y en la región el año pasado y este año, la guerra fue un tema importante. Tomamos una decisión muy clara: el poder militar no debe socavar el derecho internacional. El imperialismo no es un concepto con futuro. Al final, Rusia se perjudica sobre todo a sí misma.
-Más allá de quien gane las elecciones presidenciales en Argentina ¿En qué puntos la relación bilateral puede mejorar?
-Sabemos que no podemos abordar solos los principales desafíos de nuestro tiempo –el cambio climático, la alimentación mundial, la transición energética global, la digitalización-, tenemos que trabajar juntos con socios en todo el mundo. Queremos relaciones con Argentina que, independientemente de un gobierno de turno, se asienten sobre bases sólidas y estén diseñadas para el largo plazo. En estos temas estratégicos he estado trabajando durante los últimos tres años, y en eso estará trabajando mi sucesor con un futuro gobierno. A 165 años del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación germano-argentino, hay una base sólida impresionante y una fuerte obligación para el futuro.
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