Las ventas externas de Colombia en 2013 eran de US$60.000 millones, pero tres años después cayeron a US$34.000 millones, arrastradas por un derrumbe del precio del petróleo, su principal exportación. Aun así, este país pudo amortiguar el cimbronazo porque había diseñado de antemano un plan de contingencia: devaluó su moneda, redujo el gasto, aumentó los impuestos y apostó por el turismo, el cannabis y la palta.
Julián Arevalo, decano de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia, confirma que en el segundo trimestre de 2019 Colombia fue el país que más creció en América Latina (3%, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística), seguido por Perú (2,62 %), Chile (1,9 %) y México (0,1 %). "Eso le ha permitido sortear las amenazas que se ciernen sobre la economía global y apartarse de la tendencia mundial de desaceleración.", destaca.
Mauricio Cárdenas, profesor de la Universidad de Columbia y exministro de Economía de Colombia (2012-2018), fue el encargado de aplicar muchas de las medidas que ayudaron a escapar de lo que él llama la trampa de las commodities. "Nuestra economía tuvo un choque enorme cuando el precio del petróleo dejó de estar por las nubes y se vino a pique", relata vía telefónica desde su país.
¿Cómo fue esa receta? "Primero se dio una devaluación muy fuerte del peso, que no fue atajada por el Banco Central; al mismo tiempo, esa devaluación no causó tanta inflación, porque los precios no estaban dolarizados, y fiscalmente se redujo el gasto y se aumentaron los impuestos, para compensar la caída de los ingresos petroleros, que representaban un quinto de los ingresos del Estado", comenta Cárdenas.
Según cuenta Cárdenas, esta receta ya estaba diseñada de antemano, porque se calculaba que el boom de las commodities se iba a acabar. "No sabíamos cómo ni cuándo, pero estábamos seguros de que llegaría. Ahora nos vamos a demorar muchos años en volver a US$60.000 millones de exportaciones, pero estamos intentando con tres productos: cannabis, palta y turismo", dice el exministro.
Colombia aplicó medidas políticamente impopulares, como el aumento del IVA, pero gracias a eso logró reducir el déficit fiscal de 4 puntos en 2016 a 3 puntos en 2018 (y la estimación para este año es de 2,7%). "Durante todo ese período, el paquete de medidas generó confianza, entonces ingresaron US$35.000 millones de inversiones en bonos colombianos, algo que fue crucial para acomodarnos al derrumbe de las exportaciones petroleras", acota Cárdenas.
Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, un centro de estudios económicos, dice que a su país también lo ayudó mucho su historia de estabilidad. "Llevamos veinte años de inflación de un solo dígito y no hemos tenido episodios recientes de default de la deuda. Incluso en la década perdida de los 80, fuimos el único de la región que no reprogramó sus pagos", relata.
Pero no todo es color de rosa, ya que, si bien la inflación anual es de solo 3,75%, el desempleo alcanza niveles de 10,7%. "Es el principal lunar de la economía colombiana, que sufre una gran destrucción de puestos de trabajo y solo en el último año perdió cerca de un millón de empleos. Más preocupante todavía es el hecho de que el ministro de Hacienda admite desconocer las causas del problema", opina Arevalo.
Cárdenas, por su parte, reconoce que la desocupación es la gran cuenta pendiente de un modelo que logró solucionar otras cuestiones. "Lo que sucede es que, si bien volvimos a crecer, todavía lo hacemos a un ritmo que no alcanza para generar los empleos suficientes como para absorber a las personas que ingresan al mercado laboral. Para lograr eso, debemos crecer por encima del 3%, como se hizo en 2014", enfatiza.
Para subir la tasa de crecimiento potencial, es fundamental que el país siga avanzando en mejorar la productividad, mediante mayor inversión en infraestructura y más eficiencia del gasto público. "Asimismo, debemos continuar en el propósito de diversificar nuestra canasta exportadora y reducir nuestro grado de dependencia hacia el petróleo; esto último con el propósito de impulsar nuestros niveles de competitividad y explotar nuestras ventajas comparativas dentro del comercio internacional", propone Mejía.
Aunque menos preocupante que el desempleo, el rojo en la balanza comercial es una piedra en el zapato del modelo. "En el segundo trimestre de 2019, creció la brecha entre importaciones y exportaciones: las primeras aumentaron 8,2% respecto del mismo período del año anterior, mientras que las segundas apenas lo hicieron en un 3%", precisa Arevalo.
Aunque el déficit de cuenta corriente no es demasiado grande (4,6% del PBI durante el primer trimestre de 2019), en caso de mantenerse esta tendencia tendrían que adoptarse medidas que desacelerarían el crecimiento.
Mientras tanto, Colombia sigue con la obsesión de hacer crecer los tres rubros que ha identificado como los nuevos caballitos de batalla para las épocas en que los precios del petróleo estén por el piso: el turismo, que creció 10,4% en 2018; la palta, cuya producción creció 89% en los últimos cinco años, y el cannabis, del que se dice que pronto puede generar más divisas que el mismísimo oro negro.
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