Las razones detrás de la salida de Triaca: un adiós anunciado en un contexto de ajuste y estancamiento
Jorge Triaca se había acostumbrado a navegar entre la continuidad y la puerta de salida. Se convenció que debía apresurar el adiós cuando el 3 de septiembre el Ministerio de Trabajo fue degradado a rango de secretaría y el área quedó bajo la órbita de Dante Sica . Para Triaca, la reestructuración escondía una contradicción con uno de los ejes discursivos planteados por el presidente Mauricio Macri : crear trabajo formal, registrado y de calidad.
Debajo de Sica, Triaca perdió poder y limitó su influencia sobre sindicalistas y empresarios. Mostrará como sus últimos logros el reciente acuerdo por un bono de $5000 para compensar la inflación y habilitar una instancia previa para frenar despidos. Ambas medidas sirvieron para desactivar el quinto paro general que preveía la CGT antes del fin de año en rechazo a la política económica macrista.
Triaca nunca pudo gestionar en la abundancia. En sus casi tres años al frente de la cartera laboral, intentó a través de subsidios y procedimientos preventivos de crisis evitar una caída en el empleo registrado. Convivió con el estancamiento laboral, la crisis y el ajuste, y pese a ello logró domesticar a un sector del sindicalismo. Sobre todo, al influyente bastión de "los Gordos", cuyos cabecillas fueron laderos de su padre en la CGT durante la década de los 90.
Ratificado por Macri en enero después del escándalo con su exempleada doméstica, que estaba contratada en negro, y de los nombramientos y contrataciones polémicas en el intervenido Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU), Triaca dio vuelta de página y puso en marcha el operativo paritarias. Talló para que la mayoría de los sindicatos cierren sus negociaciones salariales en 15%, en línea con las proyecciones oficiales de inflación. Pero los vaivenes económicos aplastaron lo que era una victoria. La suba del dólar y la devaluación triplicaron los pronósticos y hoy ya hay paritarias en torno de 45% de aumento anual.
Cargará además con haber sido el único ministro (hoy secretario) que no logró traducir en ley el proyecto vinculado a modificaciones en su área. La reforma laboral que impulsó la Casa Rosada quedará este año otra vez en algún cajón del Congreso, como sucedió en 2017, cuando se empantanó un pacto con la CGT a partir de la intervención de Hugo Moyano . La iniciativa quedará incluso en el camino a pesar de haberse consensuado una versión más light, sin cambios en el cálculo de las indemnizaciones y con más énfasis en la reconversión de oficios e industrias.
Triaca quedó recientemente envuelto en otro escándalo por presuntas irregularidades en otro de los diez gremios intervenidos por su gestión: la Unión del Personal de Seguridad (Upsra). Su rol está siendo investigado por la Justicia, como sucedió en el SOMU.
En la Casa Rosada intentarán mostrar que su salida sería parte de una reestructuración desde que el área perdió rango ministerial. Sin embargo, su gestión estaba bajo la lupa desde que salieron a la luz las irregularidades en el SOMU, que le merecieron una auditoría de la Oficina Anticorrupción. Soportó también que la Jefatura de Gabinete le impusiera supervisores. Se sentía rodeado. Y quedó más golpeado aún por el decreto antinepotismo, de muy escaso alcance, que se llevó puestas de la administración pública a su esposa, que ostentaba un importante cargo desde hace años en el Ministerio de Salud, y a una de sus hermanas.
La convivencia con Sica fue cordial, aunque tensa. Las fricciones fueron casi cotidianas desde septiembre hasta hoy. Hace un mes hubo un hecho que no pasó desapercibido: un jerárquico de la cartera laboral dejó plantado a su par de Producción y Trabajo. El desplante llegó a la cima. Nada volvió a ser lo mismo.
No es la única interna que está latente: tiene diferencias con Guillermo Dietrich y hace dos semanas Elisa Carrió y Laura Alonso cuestionaron su intervención para evitar que los sindicalistas estén obligados a presentar su declaración jurada de bienes. Es cierto que Triaca intervino para modificar la letra chica del proyecto de ley de Ética Pública como gesto a los gremios en medio de la negociación por el bono y para desactivar el paro de la CGT. Pero la última palabra no fue suya, sino de Macri, que habilitó los cambios.
Con el Presidente, Triaca conserva un vínculo directo y hasta ya acordó su próxima misión: será el operador en las sombras de la campaña electoral de Cambiemos en algunos puntos calientes del conurbano bonaerense.
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