Tres hitos, una nueva etapa y otros desafíos
La Ley Bases, el swap con China y la caída de la inflación por debajo de los cinco puntos son objetivos que se mostraron esquivos durante medio año
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Después de semanas de incertidumbre y mercados atemorizados, una combinación de noticias positivas para el Gobierno le permitió al Presidente llegar a la cumbre del G-7 con una sonrisa sustentada en hechos concretos. En 24 horas se enhebraron tres objetivos que durante seis meses resultaron más que esquivos.
Son motivos suficientes para minimizar los muchos matices de esos logros con los que se quieran (y se pueden) morigerar los festejos oficiales. Como ocurre desde que llegó a la Presidencia, los logros de Javier Milei se potencian por los contrafácticos.
La pregunta retórica acerca de qué hubiera pasado si el Senado no aprobaba la Ley Bases, si el préstamo de China no hubiera sido renovado y si la inflación no hubiera descendido en mayo por debajo del cinco por ciento permiten relativizar al extremo las muchas concesiones hechas, los costos generados, las consecuencias no deseadas (quizás, evitables) y la letra chica de cada una de las tres metas alcanzadas en solo 24 horas. El escenario de lo que pudo ocurrir y no ocurrió juega a muy a favor.
Haber hilvanado esa trilogía magnifica aún más cada uno de los resultados obtenidos. Pero también potencia demandas y aumenta expectativas, por lo que se considera el comienzo de una nueva y mejor etapa. Beneficios y desafíos de victorias, que, siempre, son puntos de partida.
Las dificultades que precedieron y que se reprodujeron a la largo del debate hacen de la sanción de la Ley Bases un hito que el Gobierno puede revestir de tonos épicos. No sólo por ser la primera norma que el oficialismo logra sacar del Parlamento después de seis mes de mandato.
Más aún en medio de la virulenta protesta que desde la calle expresaba la oposición a ese proyecto y procuraba modificar la decisión de los senadores no oficialistas que estaban dispuesto a darle su voto al proyecto. Ni siquiera la dura represión sin miramientos de manifestantes violentos (y no tanto) consiguió alterar los acuerdos alcanzados en general. Las piedras y las bombas molotov, la destrucción del móvil de una radio y que no haya habido heridos de gravedad también son elementos que el Gobierno hizo jugar en su favor ante la opinión pública que mayoritariamente lo apoya.
Las dificultades que a lo largo de su primer semestre tuvo el oficialismo para obtener la herramienta legal mínima y necesaria para llevar adelanta su plan de Gobierno habían generado suficientes prevenciones y temores que habilitaban análisis sombríos. Aunque el clima social dominante, favorable de Milei, más la fragilidad y fragmentación objetiva de la oposición permitían cuestionar a las voces que antes de ayer ponían en duda la gobernabilidad.
La sanción, aún en su versión adelgazada y corregida, revierte esas percepciones y da pie para que muchos piensen y afirmen que Milei superó con éxito su test de gobernabilidad. Ni era tan poco ni es tanto.
Lo logrado en el Congreso sí es un paso sustantivo de un largo camino, que ahora asoma más alisado. Y en ello mucho tuvo que ver un cambio radical en la forma en la que el Gobierno encaró el tramo final hacia la sanción. De aquel “no nos importa que nos aprueben la ley” a este “es mejor una ley limitada que ninguna ley” pasaron demasiadas cosas.
Aunque no cesaran las descalificaciones e insultos presidenciales a legisladores y dirigentes que no se enrolan en las “fuerzas del cielo”, se habilitaron canales de diálogo y negociación con los agnósticos.
Podría decirse que la curva de aprendizaje oficialista, extremadamente empinada de un principio, hacia una cima que parecía difícil de alcanzar, empezó a aplanarse (a los golpes). El tiempo dirá si se trata de una excepción motivada por la urgencia o de un cambio de fondo en la praxis.
El ascenso del moderado y siempre negociador Guillermo Francos a la Jefatura de Gabinete operó como una señal hacia adentro y hacia afuera. Pero no solo eso.
Fue también la consagración (por ahora provisional) de un nuevo modo de abordar y de comprender la tarea de gobernar y de lo que significa “hacer política”.
Máximas en revisión
Es posible que siga vigente el axioma “es ahora o nunca”, pero parece haber sido herido duramente el lema bullrich-mileísta “si no es todo es nada”. Gobernadores y senadores pueden dar fe de ello. Obras públicas, aportes del tesoro, atención de situaciones particulares (provinciales o regionales) son legítimos casos testigos. Para no hablar de la polémica oferta de destinos glamorosos. Dogmatismo en la narrativa, pragmatismo en la práctica.
El anuncio de un próximo viaje presidencial a la China comunista se inscribe en la misma lógica.
Quienes conocen las peculiaridades de ese país, así como de su hiperpoderoso y susceptible presidente Xi Jinping lo consideran el cumplimiento de una condición que debió aceptar Milei para lograr la renovación del swap. El rechazo a tratar con países “no democráticos” y dejar las relaciones comerciales con esas regiones en manos exclusivamente privadas es otra máxima revisada. En todos lados hay marxistas de la línea Groucho. Mucho más cuando las necesidades y las urgencias aprietan.
También por todo eso, la angustiosa votación en el Senado tuvo un eco favorable inmediato en los mercados.
Después de casi dos semanas de indicadores negativos, la baja de la cotización de los dólares alternativos y del riesgo país así como la recuperación de las acciones de las empresas argentinas y de los bonos soberanos es la demostración cabal de que había demasiadas prevenciones y dudas respecto de que el Gobierno pudiera atravesar con éxito la barrera de la Cámara alta. Pero sobre todo, de los temores existentes por las consecuencias que podría tener otra derrota en el Congreso. Los actores económico-financieros recuperaron el habla. Los contrafácticos juegan.
“Los inversores externos consideran, a grandes rasgos, que Milei es un presidente reformista y el resto es la cara de la antirreforma. Por eso, que haya logrado la sanción es considerado un triunfo sobre los antirreformistas, más aún porque se trata de una ley. Si no salía hubieran pensado lo contrario. Blanco o negro. Pero eso no quiere decir que se acabaron los problemas, ni que habrá una lluvia de inversiones”, advierte un economista con una amplia cartera de contactos y clientes en los principales mercados financieros.
“Por otro lado hay que tener en cuenta que muchos han hecho ganancias de más del 40% en dólares con el carry trade, comprando bonos del Tesoro, pero no eran inversiones genuinas, que es lo que falta. El problema no era sólo de índole político, también es económico-financiero. Faltan dólares”, advierte el especialista.
En el mismo sentido, Martín Redrado advierte que “es muy importante que lleguen dólares para ser invertidos (enterrados) en la economía real y para despejar el horizonte financiero. El Gobierno tiene ahora tres fuentes posibles para que eso ocurra: el blanqueo y el régimen de incentivo a las grandes inversiones (RIGI), por un lado, a través de un nuevo programa con el FMI, por el otro”. El desafío es que nada de eso ocurre de un momento para el otro y que sobre lo que hará el organismo respecto de fondos frescos sigue siendo la gran incógnita por despejar. Una carrera desigual entre el bolsillo y el calendario.
Además, para empezar la nueva etapa que el Gobierno promete, la Ley Bases es un primer paso que todavía no despejó todas las dudas, advierten los economistas. No solamente porque el paquete fiscal haya quedado comprometido con el rechazo a la reposición de Ganancias para los sueldos superiores a 1.800.000 pesos. Aunque es un tema que inquieta a todos. Más todavía porque no estaba en los cálculos esa derrota luego de las concesiones hechas a las provincias patagónicas.
El regreso de la Ley Bases y del paquete fiscal a la Cámara de Diputados en revisión, tras la modificaciones hechas, ya no es considerado un simple trámite administrativo parlamentario.
Ese curso tan poco transitado por el Congreso adquiere ahora una nueva significación, sobre todo por lo que pueda ocurrir con ese impuesto.
De su restitución dependen fondos para las provincias, tanto como para la Nación, que los esperaba para avanzar con la disminución del distorsivo impuesto PAIS, que hoy es un pilar de la recaudación y del tan ponderado superávit fiscal, pero no es coparticipable y, además, encarece la importación de bienes de capital. No fue una buena señal y se abre una nueva puerta a la incertidumbre.
El mayor problema para reimponerlo es que Diputados solo podría insistir con el proyecto que fue votado en esa Cámara y ese texto es rechazado por las provincias patagónicas, porque no contempla la situación salarial de sus habitantes. Allí cobran un piso más alto que en el resto del país, por lo que el porcentaje de asalariados (léase votantes) afectados sería mucho mayor. Se imponen nuevas negociaciones. ¿Y concesiones? La manta sigue siendo muy corta.
Por otra parte, tras la aprobación de la Ley Bases, a las demandas de una recuperación económica más robusta se suma la expectativa de que la pronunciada desaceleración de la inflación (hito máximo del Gobierno) continúe. Sin embargo, sobran los economistas que advierten sobre un amesetamiento en torno del 4 o 5 por ciento, sin descartar algún rebote, impulsado por nuevos aumentos de tarifas y la recuperación de la actividad.
En el plano político también se abrieron nuevas expectativas. Del Gobierno se aguarda que a la gobernabilidad le sume gobernanza. Es decir, que haga funcionar el Gobierno y ponga a andar la rueda de la administración, que muestra demasiados problemas. Para ello debe despejar las dudas sobre la integración del Gabinete.
A los megadesbarajustes protagonizados por el megaministerio de Capital Humano, que piden a grito una reformulación, se suman las incógnitas que abre el anunciado y postergado ingreso formal del reformador Federico Sturzenegger. Desde el primer piso de la Casa Rosada se había anunciado que habría novedades tras la aprobación de la Ley Bases. Se esperan.
Fuera del oficialismo también se prevé una reorganización que podría tener efectos sobre el mapa político y la arquitectura del poder. En primer lugar, Mauricio Macri esperaba este paso parlamentario para reposicionar su espacio. Pro ha sido hasta aquí el verdadero soporte parlamentario del Gobierno, con una disciplina que ni los libertarios han exhibido.
No cabría esperar que esa dinámica, que ha diluido al macrismo en las aguas del mileísimo, se mantenga sin cambios. El expresidente y los suyos no ven beneficios en la fusión o absorción. Además, varios dirigentes de Pro mantienen dudas sobre el éxito del oficialismo, que por ahora es el catalizador excluyente de la demanda de cambio o, mejor dicho, del reseteo del sistema que expresó la mayoría de los argentinos con su voto a Milei.
También para el peronismo y el radicalismo se abre un nuevo y complejo horizonte.
La sanción de la Ley Bases es para el Gobierno y para los inversores una muy buena noticia, que da al Presidente suficientes motivos para celebrar. Sin embargo, todos saben que es un punto de partida. El comienzo de una etapa que abre nuevas expectativas y más demandas. Ni más ni menos.
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