Trastienda del regreso de Mauricio Macri al conurbano: cómo se armó la visita y su nueva táctica para probarse rumbo a 2023
Conforme con el “experimento” en Monte Chingolo, el expresidente planea realizar recorridas “espontáneas” por Buenos Aires y el interior para mostrar “cercanía” y verificar su nivel de aceptación en el territorio
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Envalentonado por el desgaste del Gobierno en las encuestas y su resurgimiento en el tablero opositor, Mauricio Macri vive una nueva fase de su revancha política. Consciente de la necesidad de probarse en el territorio más hostil para Juntos por el Cambio, ya sea para mantener vigente la chance de volver a competir como candidato a presidente o posicionarse como el “gran elector” en 2023, el fundador de Pro recorrió ayer por primera vez desde que dejó la Casa Rosada un barrio popular del conurbano bonaerense, epicentro de poder de Cristina Kirchner y el sitio más desafiante para cualquier dirigente opositor con aspiraciones nacionales. Allí, como es sabido, se define la elección presidencial.
El desembarco de Macri en una de las zonas más postergadas de Lanús, un termómetro clave para sus aspiraciones, se enmarca en la nueva táctica del exmandatario para testear su nivel de aceptación en la sociedad: quiere tener una vinculación directa, “sin intermediarios”, con el electorado en el territorio, sin aparato ni militancia ni grandes comitivas. Es un esquema similar al que apostó en la gira “Sí se puede”, que marcó la última etapa de su gobierno nacional y fue clave en su repunte respecto de las PASO. Pero con una diferencia: no prevé avisar con antelación los lugares que pisará. “Va a ser sorpresivo. Queremos ver el ‘crudo’, cómo está Macri en la calle”, sintetizan cerca del exmandatario.
Macri quedó muy “conforme” después de su caminata de casi una hora por Monte Chingolo, al borde de la villa “La Fé”, una de los territorios del conurbano sur más reactivos a la cosmovisión de Juntos por el Cambio. Sus más cercanos colaboradores no ocultaban su sorpresa y alivio después de la visita a Lanús, donde gobierna Néstor Grindetti desde 2015. “Para Mauricio, esto fue un empujón anímico”, dice uno de los dirigentes que más lo conoce.
Es más, si bien viajará este fin de semana a Qatar para cumplir con compromisos vinculados a su rol como titular de la Fundación FIFA, Macri podría activar nuevas recorridas, por Buenos Aires o Córdoba. Tal como consignó hoy Carlos Pagni en LA NACION, el intendente de San Miguel, Jaime Méndez, y Joaquín de la Torre, nuevo aliado de Macri en Buenos Aires, se alistan para recibirlo en su distrito, aunque aún no está cerrada la fecha. Entre los escuderos de Macri son cautos y administran los pedidos de visita: “Mauricio volvió a estar de moda”, grafican.
Macri había retomado su agenda territorial la semana pasada en Santa Fe, donde pasó por las ciudades de Rufino y Armstrong de la mano de Federico Angelini, referente de Pro en esa provincia.
Atento a la crispación social con la clase dirigente por la situación económica, un malestar que capitaliza por ahora Javier Milei, el expresidente apuesta a exhibir “cercanía”. Cerca de Macri detectaron una novedad en las últimas semanas: “Ahora lo demandan en sectores de bajos recursos, no solo en zonas productivas, donde siempre nos fue bien”, comentan.
“No se quiere encerrar”, dice un dirigente que dialoga con frecuencia con Macri. En esa nueva estrategia se inscribe su encendido discurso durante la presentación de los planes de gobierno de Bullrich en el Yacht Club Olivos en el que llamó a terminar con las peleas intestinas en JxC porque “la gente no es pelotuda” o su réplica pública a Gerardo Morales, jefe de la UCR, tras la polémica por sus dichos sobre Hipólito Yrigoyen.
El regreso al conurbano era una prueba de fuego para Macri. Desde hace meses escucha a dirigentes de Pro y aliados que lo visitan en sus oficinas de Olivos machacar con que su figura genera un alto nivel de rechazo en los distritos más poblados del primer cordón de la provincia Buenos Aires, histórico imperio del PJ. Esa percepción también se refleja en los sondeos que circulan entre los jefes de Pro. Además, la “bajada” de Macri despertaba incertidumbre entre los laderos del expresidente, conscientes de las dificultades de moverse en un territorio ajeno al mensaje de Cambiemos.
A mediados de mayo, Grindetti, quien aspira a competir por la sucesión de Axel Kicillof, visitó a Macri en sus oficinas. Fue luego de que el intendente de Lanús renunciara a su puesto en la mesa provincial de Juntos tras el veto de la cúpula de Pro a la negociación con Axel Kicillof por la reforma de las jubilaciones del Banco Provincia. En esa reunión a solas, Grindetti le dijo al expresidente que percibía en el territorio síntomas de un “cambio” en la sociedad respecto de 2019, cuando Cambiemos sufrió una dura derrota en Buenos Aires, que no se reflejaba en las encuestas. Una suerte de revalorización de su figura, frente al malestar con el Gobierno.
Estimulado por el diagnóstico de Grindetti, exjefe de campaña de Diego Santilli, la apuesta de Larreta en la provincia, Macri decidió hacer un “experimento”. Quiso comprobar in situ si había un “cambio de clima en la sociedad”. “Vamos y veamos qué pasa”, respondió ante la invitación.
El “experimento” en Lanús
Desde ese día, Grindetti y su mano derecha, Diego Kravetz, se pusieron al frente del operativo silencioso para organizar la recorrida de Macri por Lanús. Decidieron someterlo a un test “ácido” para comprobar su nivel de aceptación en el conurbano: una visita guiada por Monte Chingolo, una de las zonas del municipio más adversas para Juntos en las últimas elecciones. “Es el mejor termómetro para saber si puede caminar o no”, evaluaron. En ese mismo lugar, Grindetti había probado hace unos meses a Bullrich, quien se movió con soltura en el barrio y se fue entusiasmada del “examen” de popularidad en Lanús.
Tanto Grindetti y Kravetz -armadores junto con Julio Garro de Hacemos Juntos, una pata peronista de la coalición en la provincia- como los colaboradores de Macri decidieron organizar la visita en secreto para evitar contratiempos. No querían, dicen fuentes de Pro, que “operara la contra”. Eso sí, alertaron a la referente local en el barrio y eligieron un “lugar simbólico” para hacer un revival de los “timbreos” de Cambiemos. A los laderos de Macri, en tanto, les interesaba que no se filtre la visita para tener un reflejo “crudo” de su imagen en el conurbano. Por eso, no avisaron a sus equipos y llevaron un esquema mínimo de custodia.
“Caminemos hasta la esquina”, le dijo Macri a Grindetti, después de tomar un café en las oficinas de la municipalidad de Lanús. Allí, el exmandatario llegó escoltado por el exsecretario general de la Presidencia Fernando de Andreis y el legislador porteño Darío Nieto, dos dirigentes de su confianza.
Dispuesto a someterse a la prueba, Macri se mostró distendido y confiado. Y cumplió con la hoja de ruta que habían trazado Grindetti y Kravetz, sus anfitriones. Los custodios del expresidente monitoreaban sus movimientos a unos metros del grupo.
Después de charlar con los dueños de un almacén y sacarse selfies con vecinos que se acercaron a saludarlo -en la comitiva contabilizaron pocas señales de rechazo con insultos-, el expresidente se reunió con una familia que vive en una casa situada en la calle Rodeau al 700, donde funcionaba un búnker de narcos y que fue recuperada tras una investigación de la Justicia y la gendarmería durante el mandato de Macri.
Concluida la actividad, Macri se fue de Lanús junto a sus custodios. En su entorno no ocultaban su satisfacción por el resultado del experimento: “Nos fue muy bien. Era un desafío”, repetían. Destacaban, sobre todo, que en el regreso de Macri al conurbano no hubo “un acto con militantes”.
La decisión de Macri de aceptar la invitación de Grindetti, quien fue su ministro de Hacienda durante la gestión porteña, para recorrer el conurbano fue leído como un mensaje en clave interna. “Esto es un espaldarazo para Néstor”, se jactaban cerca del intendente de Lanús. Sin embargo, en el macrismo avisan que el gesto no implica un aval a la postulación de Grindetti. En el larretismo, en cambio, deslizan que Macri “juega en todas las canchas”.
Hoy, el expresidente se volvió a reunir a la cúpula de Pro en San Telmo. En el almuerzo, en el que hubo un clima de camaradería, Larreta y Bullrich limaron asperezas por el manejo de la Fundación Pensar y sus recursos.
Durante su estadía en Lanús, Macri no dio pistas sobre su futuro político. Repitió que Larreta y Bullrich están lanzados y evitó hablar de una eventual candidatura. “No está decidido, pero no mata la idea”, asegura un macrista paladar negro. Eso sí, en Monte Chingolo lo notaron dispuesto a competir. En la vivienda recuperada que visitó en el barrio, el expresidente jugó a las damas con una niña, hija de la dueña de casa. “¡Dejala ganar!”, bromeó Grindetti en plena partida. Una chica del equipo de comunicación de Macri tomó una foto de la escena con su celular. Minutos después, satisfechos con el examen, acordaron difundir la información de la visita en las redes sociales.