Tras la tormenta interna que desató la renuncia de Máximo Kirchner, los diputados peronistas buscan recomponer la unidad
La decisión del exjefe de la bancada provocó un fuerte malestar en el bloque; su sucesor, Germán Martínez, intenta construir su liderazgo por medio del diálogo y la contención
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La renuncia de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque de diputados del Frente de Todos tuvo los efectos de una bomba neutrónica en la bancada. Primero cundió la sorpresa. Luego imperó un fuerte malestar por la actitud abandónica de su conductor en momentos en que el barco del Gobierno atraviesa las agitadas aguas de la crisis económica y las negociaciones con el FMI. Desde la cúpula del bloque, ahora bajo las riendas de Germán Martínez, buscaron reparar el daño causado y, si bien no se augura una ruptura inmediata, nadie puede descartar que más adelante, conforme avance el calendario electoral, se desencadene.
El propio Máximo se encargó de aventar los fantasmas de una ruptura en las charlas personales que tuvo en los últimos días con varios de sus compañeros de bloque, a quienes explicó los motivos de su renuncia. “Máximo no está de acuerdo con los términos de la negociación que lleva adelante (Martín) Guzmán con el FMI. En estas condiciones difícilmente podía defender el acuerdo en el recinto, menos aun disuadir a los diputados más reacios a votar a favor”, relatan quienes tuvieron oportunidad de hablar con él.
Las razones de Máximo, aunque muchos de sus compañeros dijeron comprenderlas, la mayoría no las compartió. Como oficialistas, pero sobre todo como peronistas, no conciben la idea de soltarle la mano a su gobierno y, menos aún, exhibir flancos débiles ante los adversarios. No está en sus genes.
“No puede tener rabietas en medio de la crisis”, despotricaron algunos. “El bloque tiene que bancar al Gobierno siempre, la libertad de acción no corre”, sostuvieron otros.
Quienes enarbolan estas consignas en el Frente de Todos son quienes, pese a sus reparos, votarán a favor del acuerdo con el FMI. En su mayoría son diputados del interior. “El acuerdo tiene que ser ley antes de fin de marzo. Tenemos que respaldar al Presidente. Somos un proyecto de país, una coalición de gobierno, no una fuerza testimonial”, arengó el diputado entrerriano Marcelo Casaretto. Un tiro por elevación al kirchnerismo y a La Cámpora.
Ante la amenaza cierta de que el malestar pudiera escalar, Sergio Massa -presidente del cuerpo-, Germán Martínez y el propio Máximo Kirchner se abocaron esta última semana a la tarea de reducir los daños. El despacho de la presidencia del bloque se convirtió en un desfile permanente de diputados, a los que Martínez buscó contener con el diálogo personal y la garantía de la unidad.
El santafesino, un discípulo de Agustín Rossi -exjefe de bloque oficialista durante los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner-, está abocado por estas horas a la tarea de construir liderazgo interno tras la intempestiva salida de Máximo. La gran mayoría de sus compañeros recibió su designación con beneplácito; si bien Martínez se reconoce kirchnerista, destacan su apertura, su vocación al diálogo y su visión federal de la política, atributo este último que los diputados del interior celebran; Máximo, por contraste, optó por un estilo de conducción más cerrado con personas de su más estricta confianza.
“Germán tiene por delante el desafío de construir su propio perfil de conductor. Demostrar que no será un títere de Massa ni de Máximo, sino que tendrá poder de decisión propio”, advierte un veterano legislador del interior. “Tiene cualidades -agrega-. Quienes conocemos el paño y tenemos experiencia en estas lides lo vamos a ayudar. Lo importante es mantener la unidad del bloque”, garantizó.
Martínez llegó a la presidencia del bloque con la anuencia de Máximo, la postulación de Massa y el aval de Alberto Fernández. Cuando se conoció su designación, algunos cuestionaron que su nombre se impusiera a dedo, sin debate interno en la bancada. Otros vaticinaron que el santafesino -que no es del riñón del gobernador Omar Perotti- terminará siendo un hombre maleable a los designios de Massa y de Máximo.
Martínez es consciente de que su llegada a la presidencia del bloque fue atípica. “Contener y convencer” es el lema que se impuso a la hora de dialogar, uno por uno, con sus compañeros de bloque. Sabe que deberá demostrar, más temprano que tarde, capacidad de acción propia. La coyuntura le impuso una prueba difícil: el acuerdo con el FMI, un tema que, como pocos, divide las aguas en el bloque. El santafesino, en diálogo permanente con Massa, confía en alcanzar los votos para aprobarlo. Su tarea será disuadir a los compañeros más renuentes. Menudo desafío para el debut.
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