Tras dos meses de una gestión paralizada por la crisis, Alberto Fernández reactiva su agenda
El Presidente interrumpió en mayo su plan de bajadas al territorio y los anuncios de peso; necesita retomar el protagonismo con urgencia para frenar la incertidumbre
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El 6 de mayo fue un punto de quiebre. Alberto Fernández había viajado a Ushuaia para entregar viviendas del Procrear. Para fortalecerlo, el mes anterior se había definido un plan de bajadas al territorio, con actos de gestión y actividades de cercanía. Una modalidad casi de campaña. Ese día, Cristina Kirchner desplegó en Chaco la primera de una serie de diatribas contra el jefe de Estado. Fue el discurso en el que dijo que fue “generosa” al dejarlo elegir su equipo económico.
Desde entonces, las recorridas del Presidente por el país se interrumpieron. Y el Gobierno entró en un modo “reactivo” del que no pudo salir. Hace al menos dos meses que el Gobierno no hace grandes anuncios ni muestra iniciativa, condicionado por las apariciones de la vicepresidenta, las salidas intempestivas de sus ministros y la disparada del dólar. Hasta este viernes, que Cristina le dio oxígeno al Presidente, muchos ministros estaban sumidos en el desconcierto.
En la Casa Rosada se proponen que, a partir del acto que el Presidente encabezó ayer por el 9 de Julio, Fernández pueda dar vuelta la página de su agenda. Para la semana próxima está bajo análisis más de una bajada al conurbano (una sería a Berazategui).
El jefe de Estado necesita retomar el protagonismo con urgencia para frenar las sacudidas cambiarias. El jueves estaba en su despacho con dos de sus más estrechos colaboradores cuando a los celulares llegaron los rumores de su propia renuncia. Reaccionó risueño. El clima de incertidumbre obligó a la portavoz presidencial, Gabriela Cerrutti, a tener que aclarar consultada en la conferencia de prensa que el Presidente “está en control”.
El corolario de la pasividad tuvo su máxima expresión esta semana. La agenda presidencial que se difunde a la prensa sólo incluyó dos actos oficiales: el primero (en el Museo del Bicentenario) fue suspendido y al segundo (en Escobar) el mandatario no fue. El jefe de Estado dedicó la semana a zurcir el pacto de paz con su vicepresidenta en conversaciones que se mantuvieron en secreto incluso para muchos colaboradores del Gobierno.
“Alberto quiere evitar ser visto como una marioneta. A Cristina jamás le gustó que se sepa qué habla en privado”, justificó un colaborador del gobierno.
La última cita del “gabinete federal” -el viaje del Presidente y sus ministros a una provincia- fue el 3 de mayo, en La Pampa. Y el régimen especial de divisas para hidrocarburos fue el último gran anuncio que hizo el Gobierno con grandes empresarios en la Casa Rosada. Desde entonces, no sale del modo defensivo. El Presidente subió el salario mínimo vital y móvil y el piso de Ganancias por presión de sus socios. Y sumó restricciones cambiarias por la reacción de los mercados a la crisis política. Se encargó de nutrir, en cambio, su agenda internacional, más lejana a los problemas domésticos.
La inflación, en tanto, volvió a tomar dirección ascendente, reconocen en los despachos oficiales. Todos esperan que junio y julio muestran un repunte, cuando el objetivo del exministro Martín Guzmán (el más conservador) aseguraba una desaceleración lenta pero continua. “Hubo una reunión donde un importante ministro propuso tomar cincuenta productos y estamparle el precio cuidado en la etiqueta, para que no hubiera remarcaciones. Alberto pidió proceder. Jamás pasó”, aseguró un colaborador de un ministerio. Otro importante funcionario apuntó: “Si queremos tener potencialidad electoral tenemos que bajar la inflación ya”.
El viernes previo a la salida de Guzmán, en tanto, estaba preparada una fuerte campaña nacional para que todos los ciudadanos se inscribieran en el registro para la segmentación tarifaria. Pero el formulario jamás salió a la calle por desacuerdos en la línea de Energía. Hoy no queda en claro si Batakis aplicará el plan de acción que había dejado Guzmán o se seguirá otro criterio, más acotado, para iniciar la quita de subsidios únicamente por el segmento de mayores ingresos.
Sin nadie que controle su ejecución presupuestaria o su agenda, los ministros quedaron sujetos a su propia iniciativa. Muchos se quejaron de la falta de conducción política. El Presidente les bajó la orden de dejar de criticar en off the record. “La falta de dirección hace que cada uno quiera cuidar su quintita”, alertó un hombre que defiende al Presidente.
Tras mucho daño autoinfligido, el acuerdo en la cúpula presidencial tranquilizó las aguas en las últimas horas. Todos saben que la paz es gestual y que persisten muchos desacuerdos de fondo. No hay margen para pasos en falso.
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