Tras días de señales confusas y dudas internas, el Gobierno debatirá si es viable un llamado a la oposición
De Pedro informará a Fernández posibles alternativas, tras sus tanteos con una parte de Juntos por el Cambio; el oficialismo hubo mucha confusión sobre la postura política a tomar
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Tras varios días de señales ambivalentes emitidas desde el Gobierno, se espera que Eduardo “Wado” De Pedro le eleve al Presidente un memo con alternativas para una convocatoria a la oposición. Un informe del ministro del Interior producto de sus contactos informales y tanteos a algunos dirigentes de Juntos Por el Cambio para intentar concretar un mensaje de concordia tras el atentado a Cristina Kirchner.
La posibilidad de convocar a la oposición tras el intento de homicidio a la vicepresidenta complicó al Gobierno desde el minuto uno. Ya en la reunión de gabinete organizada a la mañana siguiente de los hechos se había abierto un debate interno sobre cuándo y cómo hacer un eventual llamamiento, según pudo reconstruir LA NACION. En los días posteriores, la dirigencia oficialista se inclinó por los mensajes dirigidos al núcleo duro kirchnerista, que repelieron a Juntos por el Cambio para un eventual acercamiento.
En las últimas horas se conoció que De Pedro había iniciado los contactos informales para “una convocatoria amplia” a la oposición política con el objetivo de “encauzar la convivencia democrática”.
Horas después, en la Casa Rosada bajaron el tono de la iniciativa y advirtieron que no hay ninguna convocatoria oficial. La portavoz Gabriela Cerruti dijo ayer en conferencia de prensa: “No hay ninguna mesa ya, por lo tanto no tenemos esa hipótesis de trabajo”. Y agregó: “[Alberto Fernández] entiende que hay que construir una Argentina de diálogo y de convivencia. El Gobierno y el Congreso están llevando a cabo las conversaciones. De Pedro está hablando con pares de la oposición para ver de qué manera podemos consolidar una Argentina en paz y democrática”.
Las tratativas del ministro del Interior contaban con el visto bueno de la vicepresidenta, pero al principio trascendió que Fernández no estaba al tanto (“Con Alberto Wado no habló”, reaccionó un funcionario de llegada al jefe de Estado). Luego, fuentes oficiales aseguraron que el Presidente y el ministro hablaron del tema el miércoles y que hubo aval presidencial para la gestión política del ministro.
Cómo y cuándo
La actitud dubitativa lleva varios días. Según pudo reconstruir LA NACION, en la reunión de gabinete del último viernes, el Presidente y sus funcionarios ya habían discutido sobre la actitud institucional y política a tomar tras el atentado de Recoleta. Algunos ministros propusieron que esa jornada quedara destinada únicamente a la movilización callejera (de identificación peronista) para hacer una convocatoria a todo el arco político de corte institucional recién al día siguiente. Algunos funcionarios (Sergio Massa, entre ellos) advirtieron, en ese sentido, que los referentes opositores no iban a llegar a tiempo a participar de una reunión esa misma tarde.
Tras varias idas y vueltas, finalmente se impuso la opción de una reunión en la Casa Rosada encabezada por Fernández con actores sociales ese mismo viernes, para dejar la foto con la oposición para el ámbito del Congreso, el día sábado.
Así, la convocatoria del Presidente quedó circunscrita a los credos, los gremios, los movimientos sociales y los organismos de Derechos Humanos, sin que fuera invitada la oposición. En ese contexto, el Gobierno buscó la adhesión a un documento que apuntó a “los discursos de odio” de “un sector minúsculo de la dirigencia política y de sus medios partidarios”. Ese texto se compuso entre varias manos, con la supervisión de Cristina y de Fernández. La DAIA no quiso suscribir por considerarlo un “alegato político partidario”.
En la foto del Presidente, además, participó el periodista y militante kirchnerista Ezequiel Guazzora, que horas después amenazó: “La sangre, esta vez, no va a ser la nuestra”. En la Casa Rosada aseguran que Guazzora no fue invitado personalmente, sino que se acercó “acompañando a alguien más”.
Mensajes ambivalentes
De Pedro, en tanto, comenzó a levantar el teléfono el lunes para comunicarse con algunos dirigentes opositores. Aunque en Pro lo niegan, habrían existido contactos con referentes de los tres partidos que integran Juntos por el Cambio. El ministro seleccionó a los referentes más moderados, o aquellos con los que tiene una relación más aceitada. Por caso, con el diputado radical Facundo Manes -uno de los que reconoció que hubo diálogo- De Pedro tiene un vínculo personal previo a que el médico se volcara a la política.
Además, De Pedro firmó ayer un documento de repudio al intento de magnicidio con diez gobernadores del norte, entre ellos, los radicales Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes).
Cristina Kirchner avaló las gestiones del ministro, que siempre fue su principal embajador en el Poder Ejecutivo y que se mantuvo muy cerca de ella en las horas posteriores al ataque.
De Pedro no había participado de la reunión del gabinete del viernes en la Casa Rosada, para estar cerca de Cristina. Tal como publicó Letra P, momentos después del ataque a la vicepresidenta, abandonó un grupo de WhatsApp de varios ministros -desactualizado y con escasa actividad- por considerar que la reacción de los funcionarios esa noche fue dubitativa.
En las últimas horas, en tanto, comenzó a circular la convocatoria para una misa “por la paz y la fraternidad” en la Basílica de Luján, este sábado. El encargado de cursar las invitaciones fue el intendente local, Leonardo Boto, aunque La Cámpora también hizo circular el “flyer” con la convocatoria, pudo saber LA NACION.
Boto convocó a la misa no solo a referentes del Frente de Todos sino también a los líderes parlamentarios de Juntos por el Cambio. Uno de los invitados fue el Presidente, que aún no confirmó su asistencia.
La actitud de De Pedro y de Boto, sin embargo, contrastó con la postura de otros referentes del kirchnerismo, que creen que es momento de fidelizar al núcleo duro. Un importante funcionario de buena llegada a la vicepresidenta dijo a LA NACION: “El consenso no funcionó, el camino ahora es reconstruir la fuerza kirchnerista. Pasar de la defensiva a la ofensiva y tener en claro para quiénes gobernamos”.
En la provincia de Buenos Aires, en tanto, el libreto del oficialismo contra “los discursos de odio” se materializó en un instructivo distribuido en los colegios secundarios para reflexionar sobre el intento de magnicidio contra la vicepresidenta que proponía analizar una viñeta de Rep con el mensaje “Yo odio. Tu odias. El odia. Nosotros odiamos. Vosotros odiais. El gatilla”. La iniciativa fue defendida por Axel Kicillof luego de que la oposición lo considerara un intento de adoctrinamiento político en las escuelas.
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