Timerman, un progresista que pasó por el exilio, el periodismo, la militancia y la diplomacia
Un canciller polémico, identificado con las posiciones más duras del kirchnerismo y ejecutor de una política exterior que enfrentó varias veces al país con el gobierno de Estados Unidos, Héctor Marcos Timerman falleció ayer a la madrugada, a los 65 años, víctima de un cáncer de hígado.
Hijo del periodista Jacobo Timerman, fundador de La Opinión, secuestrado y luego exiliado en Estados Unidos durante la dictadura militar, fue uno de los más activos impulsores de los ataques a la libertad de expresión que caracterizaron los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner.
Su actuación como canciller, incluso, le generó conflictos con la comunidad judía y fue procesado por la Justicia a raíz de su decisiva participación en el memorándum firmado con Irán, considerado un instrumento para proteger a los exfuncionarios del gobierno de ese país acusados de ser los autores del atentado a la AMIA. Así lo entendió en enero de 2015 el fiscal Alberto Nisman, quien lo acusó de encubrimiento del ataque a la mutual judía. Tras dictar su procesamiento, el juez federal Claudio Bonadio lo autorizó a cumplir prisión domiciliaria por su estado de salud, en diciembre de 2017.
Varias veces durante el kirchnerismo acompañó la ofensiva contra los medios independientes, a través de frecuentes declaraciones hostiles contra LA NACION y Clarín, en especial por la participación de ambas empresas periodísticas en Papel Prensa.
Producida su muerte, distintas figuras del kirchnerismo –entre ellas, la expresidenta Cristina Kirchner– reivindicaron ayer su actuación y responsabilizaron al Gobierno por el debilitamiento de su salud .
Timerman acababa de cumplir 65 años, el 16 de diciembre pasado. Había nacido en 1953 en Buenos Aires y a los 22 años fue director del diario La Tarde.
Durante el exilio de su padre vivió en Nueva York, donde consiguió la ciudadanía norteamericana. Allí cursó una Maestría en Asuntos Internacionales de la Universidad de Columbia y se acercó a la organización Human Rights Watch, con la que colaboró entre 1981 y 1989.
A su regreso a la Argentina, Timerman incursionó nuevamente en el periodismo y fue codirector de las revistas Debate y Tres Puntos, colaboró en Ámbito Financiero y escribió artículos en The New York Times, Newsweek, Los Angeles Times y The Nation.
En los años 90, durante el gobierno de Carlos Menem, Timerman comenzó a relacionarse con el peronismo y coqueteó con ARI, de Elisa Carrió, con quien compartió una amistad personal y política que terminó en fuertes enfrentamientos. Fue candidato a diputado nacional por esa fuerza en 2001, pero la alianza duró poco.
En 2003, se acercó a Néstor Kirchner, quien lo designó al año siguiente cónsul general en Nueva York. Desde esa función promovió el acercamiento del entonces presidente con la comunidad judía local. Tres años después fue nombrado embajador en Estados Unidos, cargo que ocupó hasta junio de 2010, cuando volvió a la Argentina para reemplazar como ministro de Relaciones Exteriores a Jorge Taiana.
Timerman fue canciller hasta el final del kirchnerismo, en diciembre de 2015. Su gestión en la Cancillería fue tumultuosa y polémica. Fue, ante el mundo, el rostro de un gobierno que optó por cerrarse y por darle la espalda a parte de la comunidad internacional erosionando vínculos históricos.
Los principales conflictos se suscitaron con el gobierno de Estados Unidos y el momento de mayor tensión fue en 2011, cuando el entonces canciller estuvo al frente de un operativo de incautación de material militar en un avión de la Fuerza Aérea norteamericana, en Ezeiza. En un episodio insólito, supervisó la requisa con un alicate y desató un importante escándalo diplomático, que llevó el vínculo bilateral a su peor momento.
También fue significativo su acercamiento al gobierno de Venezuela en tiempos de Hugo Chávez, y fue uno de los promotores de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), alianza en la que depositó más energías que en el Mercosur.
En enero de 2013, Timerman encabezó la polémica firma del memorándum con Irán, a partir de un encuentro reservado que mantuvo con el canciller de ese país, Alí Akbar Salehi, en Aleppo. El acuerdo fue cuestionado por la oposición por considerarlo un encubrimiento de los exfuncionarios iraníes que aparecían involucrados en el atentado a la AMIA. El canciller debió dar explicaciones ante un plenario de comisiones de la Cámara de Diputados. Entre chicanas cruzadas, Timerman se enfrentó públicamente a su exaliada Carrió, quien le recordó sus tiempos de amistad.
A partir de la denuncia del fiscal Nisman, la Justicia avanzó en la investigación sobre el memorándum y el acuerdo con Irán también le valió tensos enfrentamientos con las autoridades de la AMIA y la DAIA.
En diciembre de 2017, el juez federal Claudio Bonadio lo procesó con prisión preventiva. Ya enfermo, Timerman permaneció en arresto domiciliario por su estado de salud. Desde su casa, el excanciller denunció ser un preso político del gobierno de Mauricio Macri.
En sus últimos meses de vida, y tras someterse a una operación de pulmones en Buenos Aires, Timerman viajó a Estados Unidos para someterse a un tratamiento experimental contra el cáncer. El exfuncionario debió postergar su vuelo debido a que ese país le había revocado la visa. Tras gestiones de la Cancillería a cargo de Jorge Faurie, Washington emitió un permiso especial para que Timerman pudiera viajar.
Su última aparición pública fue en agosto pasado, en el Instituto Patria, donde se mostró con el presidente del instituto, Oscar Parrilli, y pidió "bancar fuerte" a Cristina Kirchner.
Timerman estaba casado con Anabel Sielecki y tenía dos hijas, Amanda y Jordana.
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