Tensiones crecientes: Horacio Rodríguez Larreta busca hacer pie entre el ala dura de Pro y la Casa Rosada
El jefe de gobierno porteño debe coordinar medidas sanitarias con Alberto Fernández, en un clima de desconfianza, y lidiar con las internas de Juntos por el Cambio; los guiños del kirchnerismo
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En una semana “densa”, cargada de tironeos con la Casa Rosada y de presiones del ala dura de Pro, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, buscó hacer equilibrio a la hora de negociar con el kirchnerismo las nuevas restricciones para contener el rebrote de coronavirus y discutir la propuesta oficial para postergar un mes las elecciones, por la pandemia.
Si bien muestra su desconfianza ante los gestos de acercamiento del oficialismo, el alcalde porteño se mantiene fiel a su estilo dialoguista y evita romper puentes con el Gobierno. “Hay que coordinar las medidas en una pandemia y siempre que nos convoquen vamos a ir”, dicen en la Ciudad. Sin embargo, los intercambios de chats con el presidente Alberto Fernández son mucho más esporádicos que durante la primera ola del coronavirus. El año pasado, antes de que el kirchnerismo impulsara el recorte de fondos de coparticipación a la Ciudad, Larreta y Fernández hablaban casi todos los días. Pero la poda “intempestiva” a las arcas porteñas marcó “un antes y un después” en el vínculo con la Casa Rosada. “Nada fue igual desde ese momento. Horacio se siente traicionado”, repiten cerca de Larreta. En cambio, el jefe de gobierno conserva el contacto con el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y con el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, con quien tiene un estrecho vínculo desde hace años.
Una demostración del recelo que existe con Fernández es que horas antes de la reunión del fin de semana pasado en Olivos, que finalmente se realizó por videoconferencia porque el Presidente contrajo coronavirus, Larreta y su viceje, Diego Santilli, dejaron en claro a los emisarios del Ejecutivo que solo hablarían con Fernández sobre la situación sanitaria y el plan de vacunación.
En el larretismo no querían sorpresas después de la “emboscada” -como lo calificaron en la Ciudad- al intendente de Vicente López, Jorge Macri, y el jefe del bloque de diputados de Pro, Cristian Ritondo, en la célebre cumbre con Massa, Máximo Kirchner y Eduardo de Pedro en la Casa Rosada, en la que el oficialismo abrió la negociación por la postergación de las elecciones. En Uspallata tampoco querían una foto del encuentro entre Larreta y Fernández.
En la Ciudad no perciben un giro aperturista de la Casa Rosada, pese a que Fernández decidió convocar a los referentes de Juntos por el Cambio para consensuar el corrimiento de los comicios e impulsa la creación de una comisión de seguimiento de la pandemia, integrada por opositores. Para un funcionario porteño, esas reacciones del Presidente “son espasmódicas”. “Reacciona tarde”, opina otro alfil de Larreta.
En el larretismo también miran con desconfianza el intento de Máximo Kirchner, jefe del bloque del Frente de Todos en Diputados, de convocar al alcalde porteño y a María Eugenia Vidal, a quienes considera como los “presidenciables” de la oposición, para firmar un acuerdo político para pedirle al Fondo Monetario Internacional (FMI) que otorgue un plazo excepcional de 20 años a la Argentina para reembolsar la deuda. “Por ahora son trascendidos. Nadie nos llamó”, aseguran desde el entorno de Larreta.
En la Ciudad aclaran que si el hijo de la vicepresidenta quiere avanzar con un pacto por la deuda debe convocar a las autoridades partidarias y de Juntos por el Cambio. “Si lo llama a Horacio, también tienen que ir los gobernadores. No entiendo qué tiene que ver Vidal”, expresa un ladero de Larreta.
En Parque Patricios también llamó la atención el guiño de Cristina Kirchner al jefe de gobierno porteño durante el aniversario del último golpe militar, cuando lo calificó como “uno de los dos principales referentes de la oposición”. “Lo tomamos como algo risueño. Si te elogia Cristina quiere decir que algo estás haciendo mal”, bromea un integrante del Ejecutivo porteño. En el oficialismo de la ciudad creen que el kirchnerismo busca “erosionar” la unidad de Juntos por el Cambio.
Frente interno
En un sector del larretismo quedaron disgustados con el tono de la declaración que emitió la mesa nacional de Juntos por el Cambio, en rechazo a las restricciones “excesivas y mal calibradas” del Gobierno para contener la alarmante segunda ola de coronavirus. “Fue poco feliz. Y no reflejó lo que se había hablado en la reunión”, se sincera un funcionario de Larreta.
Dos días después, Larreta marcó sus matices con la Casa Rosada -aclaró que no estaba de acuerdo con la restricción a la circulación y se diferenció con el horario de cierres nocturnos- pero resaltó que acataría las disposiciones. “Las normas están para cumplirlas”, subrayó, frente a las críticas del ala dura de Pro a las medidas de Fernández. En la Ciudad calificaron como una “barbaridad” la postura de Patricia Bullrich, quien dijo que “resistiría” las restricciones del Gobierno.
Cerca de Larreta evalúan que pudieron imponerse en la pelea con la Casa Rosada por el toque de queda nocturno desde las 22. “Logramos un punto de equilibro. Lo que definió el Gobierno salió muy en sintonía con lo que estábamos dispuestos a hacer”, admite una fuente oficial al tanto de las negociaciones.
En el gobierno de Larreta afirman que las diferencias con Fernández “no fueron ideológicas”. “Fue un tema de estrategia sanitaria. Restringir la circulación es un error porque los contagios no se dan al aire libre”, explica una fuente oficial. Durante las negociaciones, le avisaron a Santiago Cafiero, jefe de Gabinete, que se diferenciarían en ese punto.
En la reunión de Juntos por el Cambio Larreta también buscó moderar las distintas visiones sobre la propuesta del oficialismo para postergar los comicios. Un día antes, durante un almuerzo con sus aliados en la Ciudad, el alcalde había definido una estrategia. A partir de una sugerencia del sector de Martín Lousteau, Larreta y sus socios acordaron reclamar a la Casa Rosada que incluya una mejora de fondo en el sistema electoral en la reforma, para que el cambio en el calendario no esté motivado solo por la situación sanitaria. Por eso, pidieron que se achique de forma permanente el plazo entre las primarias, la general y la entrega de mando -ese era el espíritu del proyecto presentado por Carla Carrizo y Emiliano Yacobitti-, para evitar el riesgo de que se replique un escenario similar al de 2019, cuando la derrota de Macri en las PASO generó un cimbronazo económico.
De esa forma, entienden en la Ciudad, le quitan “discrecionalidad” al Gobierno para cambiar el calendario y se bloquea la posibilidad de que el oficialismo pueda utilizar la justificación de la suba de casos de coronavirus para volver a correr la fecha y, eventualmente, suprimir las primarias o unificarlas con las generales. “Es una diagonal que a ellos les permite esa ventaja de tener un mes más para vacunar y a nosotros garantizar la realización de las PASO”, apuntan.
Vidal, antigrieta
En sintonía con Larreta, su mentor, Vidal se muestra abierta al diálogo con el oficialismo y reclama mayor apertura en Juntos por el Cambio para ampliar la base electoral del espacio. El martes pasado, ante la mesa nacional de la coalición, propuso discutir políticas “estratégicas” para el país.
Ritondo, uno de los principales alfiles de la exgobernadora, es uno de los nexos de Pro con Máximo Kirchner y Massa. De hecho, el diputado fue el interlocutor elegido por Máximo y Massa para iniciar las conversaciones para posponer las PASO.
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