Tensión en Tigre: el pago chico de Sergio Massa, sumido en la paranoia y en una disputa feroz por el territorio
Escaló la pelea por la intendencia entre el intendente Julio Zamora y Malena Galmarini, esposa del ministro; desconfianza, amenazas y acusaciones cruzadas
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“El que guarda cuando tiene, encuentra cuando necesita”. La frase, publicada en una red social, está acompañada por una foto de un disco de almacenamiento externo. “¡¿Ves?! Este es el massismo que nos está amenazando… como si tuvieran algo para ventilar de nosotros”, se alertan cerca del intendente Julio Zamora. En el municipio de Tigre, el pago chico de Sergio Massa, la “Miami del conurbano”, hay un llamativo estado de paranoia: nadie confía en nadie. La interna entre Zamora y el Frente Renovador, que tiene a Malena Galmarini lanzada como candidata a intendenta, está en su peor momento. De los 135 distritos bonaerenses, es el único que aún no se ordenó políticamente.
Unión por la Patria (UP) definió cerca de la madrugada de hoy que no habrá PASO en Tigre, la cuna política del flamante candidato a presidente del peronismo. Zamora, que llegó a la intendencia de la mano de Massa, se emancipó de su jefe político hace varios años y ahora pretendía ir por su re-reelección dentro de la alianza oficialista. Galmarini asegura que ella ya se bajó dos veces, en 2015 y 2019, y que “la tercera es la vencida”. En este turno electoral, quiere recuperar el bastión en una lista que, desde el viernes pasado, tiene a su marido en la otra punta de la boleta.
La junta partidaria de la provincia de Buenos Aires rechazó, mediante la resolución 12º, que Zamora vaya “colgado” de la lista de Massa y Axel Kicillof. Nadie duda de que se trató de una decisión política que se tomó en otro ámbito, en la cúpula del oficialismo. Zamora, que recurrirá esa decisión, denunció públicamente que su gabinete recibió “amenazas”. “Le pedí al Presidente protección porque estoy muy preocupado por mi integridad física y la de mi familia”, dijo en declaraciones radiales.
Atento a que el massismo podía dejarlo afuera, Zamora se presentó como candidato con tres listas distintas, una con el sello oficialista y dos con partidos vecinales. La ley electoral prohíbe las nóminas “espejo”, pero al intendente no le importó: si no consigue la adhesión a UP, quiere poder jugar con boleta corta, por fuera de la alianza.
Es un escenario que puede dividir el voto peronista en el distrito y beneficiar a Juntos por el Cambio, que también atraviesa sus propias rencillas tigrenses.
A todo o nada
Mientras estas definiciones políticas se deliberan en los claustros del peronismo, en el territorio hoy hay un enfrentamiento atroz, que incluye una guerra de afiches, mensajes intimidatorios, renuncias y prácticas non sanctas. “No hay víctimas y victimarios, todos hacen lo mismo”, asegura un reconocido referente territorial a LA NACION.
En la prehistoria, Massa ganó la intendencia de Tigre en 2007 con la ambición de potenciar el distrito y apalancarse a la escena nacional. Siete meses después, se tomó una licencia para asumir como jefe de Gabinete de Cristina Kirchner. Reemplazó por entonces a Alberto Fernández. Pero a un año de asumir en el gobierno nacional, el tigrense optó por volver a su cargo en la municipalidad. Talló la idea de tomar vuelo desde una gestión que fuera propia. Galmarini era una de las voces que le decían que si quería ser alguien en la política, tenía que hacerse cargo del distrito en donde lo habían votado en las urnas, en lugar de estar a tiro de decreto.
En aquella licencia de 2008, Zamora -que era el presidente del concejo deliberante- reemplazó a Massa. La trama se repitió en 2013, cuando Massa le ganó al kirchnerismo en las elecciones legislativas, renunció en el municipio y asumió su banca en Diputados. Otra vez Zamora, que había estado en la lista como primer concejal de Tigre, tomó el control del distrito. Reelecto en 2015 y 2019, fue ganando autonomía, en un tironeo constante con el Frente Renovador. Él hizo todo para dejar de ser el “títere de Massa” y en el massismo lo tildaron de “traidor”.
Galmarini no oculta su ambición por ser intendenta de Tigre, su anhelo de toda la vida. Su desembarco en Aysa siempre estuvo sintonizado con esa misión: en una comarca edificada sobre humedales, las obras sanitarias son cruciales. “Ya en 2009 el massismo prometía agua y cloacas para Tigre”, recuerda un dirigente de la zona que se integró a la lista del Frente Renovador. “No le interesa ser primera dama, esto es lo que ella quiere”, dice.
En el massismo hacen esfuerzos para separar los tantos: Tigre es el objetivo de Malena -ayer ella lanzó la “Galmarineta”- y Massa está gestionando la economía nacional, en un plano que no combina con las trapisondas del conurbano. En el zamorismo niegan tal división de tareas. Aseguran -tal como publicó LA NACION- que el lunes pasado el ministro de Economía cenó con Zamora en el restaurante Roldán. Y dan detalles: afirman que Massa transmitió, tras ser ungido candidato presidencial, que “los tiempos políticos habían cambiado”. Que Zamora le dijo que lo apoyaba, pero que quería ir por su reelección dentro del peronismo. Y que el ministro le replicó que no sería imparcial y que haría “todo lo posible” para que gane Galmarini. Cerca de Massa desmienten la reunión. “Falso”, aseguran y señalan que el ministro estuvo en un acto en Lomas de Zamora y que de allí se fue a su casa.
“Es ridículo que un intendente que criticó públicamente a Massa como ministro de Economía, ahora quiera ir colgado de su boleta. Si quiere estar dentro de UP, que vaya con Grabois”, lanzan en el Frente Renovador. En Juntos por el Cambio advierten por el impacto nacional que tiene la disputa. “A Massa le siguen diciendo ‘el tigrense’, no puede perder Tigre si es candidato a presidente ¿Cómo queda parado si ella pierde en las PASO?”, dijo a LA NACION un concejal opositor.
Puja por el territorio
En el territorio, la interna se palpa en los carteles de obra. El más icónico es el que Aysa tiene en Madero y Tacuarí, en un predio que se caracteriza por un imponente tanque de agua ovalado. Según Zamora, en los 90, la Agencia Administración de Bienes del Estado (AABE) había entregado ese terreno al municipio. Pero Aysa demostró una nota más actual de la AABE que le cede el lugar a la empresa estatal. Galmarini avanzó con la construcción de un moderno edificio en el terreno emplazado en el corazón del casco urbano tigrense.
Zamora envió inspectores a clausurar el predio: según el municipio, los trabajos no tuvieron autorización local. En mayo, Galmarini se acercó a recorrer el lugar. Al salir, radicó una denuncia judicial por hostigamiento contra la municipalidad, porque un efectivo del Centro de Operaciones (COT) le tomó imágenes con su celular. La Justicia local terminó realizando un allanamiento en el COT, un emblema de la gestión massista, que tuvo a la cuestión de la seguridad como marca indeleble.
En otra disputa, Zamora asegura que desde el Gobierno le quieren obstaculizar su proyecto emblema, un hospital municipal de alta complejidad a la vera de la autopista. Cerca del intendente aseguran que Vialidad reclama la propiedad del terreno. No solo eso: los concejales del Frente Renovador le aportaron sus firmas a Juntos por el Cambio para avanzar con una comisión investigadora sobre la obra con la que el intendente actual pretende trascender más allá de su gestión.
Política local
Pese a los resentimientos acumulados en el tiempo, el sábado del cierre de listas hubo una instancia de negociación subterránea entre el sector de Zamora y el de Galmarini. En la mesa de negociación se le ofreció al intendente una candidatura a la Legislatura bonaerense como cabeza de lista por la primera sección electoral. También se negociaron lugares en la nómina de concejales. Pero no hubo acuerdo, porque ninguno de los candidatos se quiso bajar del premio mayor.
El Frente Renovador logró el pasado sábado, al filo del cierre de listas, hacer un acuerdo con agrupaciones con peso territorial. La lista de Galmarini al concejo deliberante lleva a un referente del Movimiento Evita y otra de La Cámpora en lugares expectantes, además de tener casilleros para organizaciones como Los Octubres, la CCC y La Martín Fierro.
Esos sectores denuncian que a los trabajadores municipales alistados en los movimientos sociales los amedrentaron en los últimos días: aseguran que les pagaron “la mitad del sueldo” y que les retacean las horas extra. Los actores políticos del peronismo interpretaron rápidamente el cambio de época que significó la entronización de Massa como candidato presidencial. “Quedó en claro que la expectativa hoy está en el Frente Renovador, el poder está ahí. Zamora entró en una espiral en la que se cierra con un grupo cada vez más reducido”, dijo a LA NACION un referente de uno de las organizaciones sociales.
La guerra campal es tan áspera, que en las últimas 72 horas renunciaron cuatro funcionarios de peso de Tigre: Aníbal Mastroianni (secretario de Hacienda), Pedro Rodisz (subsecretario de Protección Ciudadana), Alberto Vegnaduzzi (subsecretario de Redes Urbanas) y Mario Zamora, secretario de Gobierno y hermano del intendente. “Tienen miedo, los amenazaron”, denunció el jefe comunal en los medios de comunicación. Cerca de Galmarini replican: “¿Al hermano también lo hicimos renunciar? Todos los renunciados responden al intendente”.
En Tigre, Juntos por el Cambio también tiene una interna picante entre Segundo Cernadas y Nicolás Massot. En la coreografía de la política tigrense, la frontera entre el oficialismo y la oposición es difusa en el concejo deliberante. Hay 12 concejales de Unión por la Patria y 12 de Juntos por el Cambio. El presidente del cuerpo es Cernadas, que más de una vez desempató las votaciones en una buena convivencia con Zamora.
Cernadas disputará la intendencia alineado con el larretismo. Irá a una PASO con el sector de Massot -que cultivó un buen vínculo con Massa cuando ambos convivieron en el Congreso- que lleva a Claudio Cufré como candidato local encolumnado en el sector de Patricia Bullrich.
Cernadas tiene su candidatura judicializada por un planteo de Juan José Cervetto, primer candidato a concejal de La Libertad Avanza. En Juntos por el Cambio apuntan que la lista de Javier Milei tiene, llamativamente, varios nombres de viejos dirigentes del Frente Renovador. “Están pasando cosas graves”, dicen cerca del concejal.
“Si Zamora juega con una boleta vecinal, se puede repartir el voto y puede ganar Cernadas. Zamora puede ser el responsable de que el peronismo pierda Tigre”, advierten cerca de Galmarini. Un referente territorial de Tigre advirtió, frente al escenario actual: “Si ganan Sergio y Malena, Tigre va a ser Disney. Pero si ganan Sergio y Zamora, esto va a ser Ucrania”.
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