Tensión en Diputados: la trastienda de una sesión bochornosa y los últimos intentos de diálogo entre Massa y Juntos por el Cambio
La de ayer fue una sesión tan bochornosa como estéril en la Cámara de Diputados. Un juego de suma cero que no reditúa a ninguno de los dos sectores en pugna, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Demasiado tarde, los líderes de ambas bancadas parecieron percatarse del riesgo institucional de convertir a la Cámara baja en un campo de batalla permanente; a la madrugada y a solas, Mario Negri y Cristian Ritondo, junto a Sergio Massa y Máximo Kirchner buscaron recomponer los puentes de diálogo. El tiempo dirá si finalmente los ánimos se atemperan e impera la razón.
El nudo del enfrentamiento es cómo se discutirán, de ahora en más, los proyectos de ley más sensibles y conflictivos que prepara el Gobierno para el segundo semestre. En el temario se anticipan la reforma judicial –aprobada por el Senado en medio de un escándalo-; el presupuesto 2021; el impuesto extraordinario a las grandes fortunas; la reforma tributaria y una nueva ley de movilidad jubilatoria. Lo que se discutió ayer en Labor Parlamentaria primero, y en el recinto después, es qué metodología utilizar para encarar estos debates que se anuncian trascendentes: el sistema virtual –con la mayoría de los diputados conectados vía remota- o el presencial, que ha sido la regla hasta que se desató la pandemia y, con ella, este tiempo de excepción.
Puede sonar banal la discusión, pero no lo es. En una Cámara donde ninguno de los bloques cuenta con la mayoría, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, que representan cada uno la mitad del electorado, dirimen su capacidad de fuego para condicionar al otro. El oficialismo, con Massa y Kirchner a la cabeza, se sienten más cómodos con el sistema virtual: comprobaron que, bajo esta dinámica, los debates pueden ser más "controlados" para limitar la acción y la palabra de los opositores, en su mayoría confinados detrás de una pantalla. Hasta ahora, el sistema virtual resultó eficaz para discutir los proyectos consensuados y sin mayores conflictos. Gracias a él, la Cámara baja logró mantenerse activa y sancionar varias leyes pese a las restricciones que impone la pandemia.
El problema surge con las iniciativas más problemáticas en las que la pelea es voto a voto. La reforma judicial es una de ellas; también lo es la movilidad jubilatoria, un tema por demás sensible: los episodios caóticos de diciembre de 2017 dan fe de ello, cuando el gobierno de Mauricio Macri impuso la reforma previsional a fuerza de favores a sus aliados en medio de desmanes dentro y fuera del recinto.
Con estos antecedentes, Juntos por el Cambio insiste en que estos debates deben darse de manera presencial, única garantía, sostienen, de transparencia a la hora del quorum y de la votación. Picardías hubo siempre en la Cámara baja, pero el sistema virtual, con la mayoría de los diputados fuera del recinto, no da lugar al pataleo, esgrimen los opositores.
Juntos por el Cambio no es el único que plantea sesiones presenciales para este tipo de discusiones; Consenso Federal, que responde a Roberto Lavagna, también advirtió que la reforma judicial debe debatirse cara a cara.
Reforma judicial y movilidad jubilatoria
Las posiciones, irreductibles, se enfrentaron ayer durante más de 12 horas, primero en una extensísima reunión de Labor Parlamentaria y, luego, en el recinto. Hubo ofertas y contraofertas. La posición del Frente de Todos, prorrogar el protocolo que habilita las sesiones virtuales por otros 30 días sin límites en el temario, se chocó con la postura opositora de aceptar la prórroga pero con una condición: que se excluyan del temario la reforma judicial y la movilidad jubilatoria. Ritondo y Negri insistieron en que éstas deben discutirse de manera presencial y que sólo queden exceptuados aquellos diputados incluidos en el grupo de riesgo por la pandemia; ellos podrían participar de manera remota, concedieron.
"A la reforma previsional hay que debatirla de cara a la sociedad, como hicimos nosotros y que nos valió que al Congreso le arrojaran 14 toneladas de piedra. Si la intención de ustedes es bajar las jubilaciones, den la cara. Porque les sería más cómodo estar escondidos detrás de las pantallas", acicatearon Ritondo y Silvia Lospennato. Kirchner reaccionó. "¿Ustedes creen que nosotros tenemos algún problema en poner la cara?", replicó, ofuscado.
En el medio de los tironeos, Eduardo "Bali" Bucca, del interbloque Federal, propuso que las sesiones sean presenciales si alguno de los bloques así lo proponía; para ello la Cámara debía garantizar un espacio más amplio que el recinto para permitir la distancia social. Máximo Kirchner sugirió que, en ese caso, se dé libertad de acción a los diputados que quisieran participar de manera remota, más allá de que pertenezcan o no al grupo de riesgo. Por un instante pareció que el acuerdo estaba cerca, pero Juntos por el Cambio intuyó que este con este mecanismo no cambiarían demasiado las cosas.
Las negociaciones fracasaron: Massa y Kirchner, con la anuencia de todos los bloques parlamentarios salvo Juntos por el Cambio, firmaron un acta para prorrogar, por otros 30 días, el protocolo de funcionamiento remotosin límite en el temario.
"Desgraciadamente, a pesar de que por momentos parecía que había consenso unánime de todos los bloques, uno de los bloques de esta Cámara no ha arribado al consenso para participar de la sesión de manera mixta, aduciendo que quieren sesiones presenciales y condicionar la agenda parlamentaria", explicó Massa en conferencia de prensa. "Tan rara estuvo esta reunión que estaba todo acordado, pero pidieron un cuarto intermedio y después dijeron que no. Parece que, de golpe, de un lugar lejano llegó la orden para que no sesionaran", acicateó.
Juntos por el Cambio rechazó la jugada oficialista: sostuvo que esa acta es inválida porque el protocolo exige consenso que, a su juicio, implica unanimidad de todas las partes. Para el oficialismo, en cambio, el consenso significa conseguir la voluntad de la mayoría.
"Dijimos que, si había una prórroga sesión por sesión o por 30 días con temas específicos, no había problemas, siempre que significara no abordar temas sobre la Justicia y sobre previsión social y movilidad jubilatoria –explicó Negri-. No hubo posibilidades, el bloque del oficialismo no quiso incorporar estas excepciones para la prórroga y, como no hay consenso, la sesión no es válida".
Fue entonces cuando Massa y Kirchner decidieron poner en marcha la sesión que había sido convocada para ese día con dos temas no conflictivos: un proyecto para elevar las penas a la pesca ilegal y una iniciativa de asistencia al sector del turismo. En paralelo, los diputados de Juntos por el Cambio, que habían aterrizado a la Capital para el debate presencial, bajaron raudamente al recinto para copar las bancas.
Massa dio inicio a la sesión con 132 diputados conectados de manera virtual. Entre silbidos y abucheos, Juntos por el Cambio anunció que acudiría a la Justicia porque, a su juicio, la sesión era inválida al no cumplirse la regla del consenso para aprobar el protocolo. De allí en más se sucedieron otras cuatro horas de discusión y de chicanas cruzadas entre oficialistas y opositores.
Nadie, ni el Frente de Todos ni Juntos por el Cambio, parecía conforme con el corolario de aquella larga y bochornosa jornada. Massa, que hasta ahora había exhibido una actitud conciliadora y dialoguista, enfrenta ahora una Cámara de Diputados convertida en un campo de batalla similar al Senado, que conduce Cristina Kirchner. Juntos por el Cambio podrá judicializar todas las sesiones del oficialismo con el riesgo de que caigan en saco roto; además, al invalidar el sistema de funcionamiento remoto, ¿con qué argumento podrá participar en los debates de los temas cruciales que se vienen?
Pasada la madrugada, con los ánimos algo más atemperados, los líderes de ambas bancadas se reunieron en el despacho de Massa. Hubo pases de factura, por cierto. Pero también la admisión tácita de que este juego de suma cero no le convenía a nadie. El daño estaba hecho, pero acordaron restablecer el diálogo. La puerta quedó abierta.
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