“Te arruina el día, pero te acostumbrás”: así se vive la marcha federal de los piqueteros en el centro porteño
Comerciantes y vecinos padecen otra jornada de caos, pero la situación es aprovechada por vendedores ambulantes
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“Y vamos de nuevo / contra este Gobierno / para que la crisis no la pague nuestro pueblo / Contra los banqueros y capitalistas / la única salida es la Argentina socialista / Otra vez, otra vez, a las calles otra vez”, cantaban los manifestantes del Frente de Izquierda a la espera de la orden para ingresar a Plaza de Mayo. A su alrededor, y pese a un fuerte operativo que incluyo cerca de 500 efectivos para liberar desde temprano la circulación, el tránsito en el centro porteño era un caos.
Luego de dos días de movilizaciones que comenzaron en los extremos del país, las organizaciones sociales que integran la Unidad Piquetera arribaron ayer a la plaza. Frente a las puertas de la Casa Rosada, volvieron a tensar la cuerda con el Gobierno reclamando trabajo genuino y aumento de los planes y los salarios, en una nueva demostración de fuerza en las calles. También apuntaron contra la CGT, a la que le exigieron un paro nacional.
La espera de los manifestantes se extendió más de lo esperado: aunque el acto estaba convocado para las 15, la plaza comenzó a colmarse cerca de las 17. Los discursos arrancaron una hora después.
“Contá Alberto Fernández, contá Cristina Kirchner, vos que parece la presidenta. Hemos sido más de 300.000 [en todo el país] y hoy acá hay 100.000 personas. Hay que aprender a contar, como tienen que aprender a contar la inflación”, lanzó el líder del Polo Obrero, Eduardo Belliboni, desde el escenario. “Le exigimos a la CGT un paro nacional contra el ajuste”, exigió.
Silvia Saravia (Barrios de Pie) se refirió la inflación de abril (6%) cuyo valor se conoció en medio de la marcha: “Ese número nos duele, significa que mucho más de la mitad de los pibes son pobres”. A su turno, Mónica Sulle (MST - Teresa Vive) pidió un cambio de sistema. “El capitalismo nos sigue hundiendo. El gobierno de Alberto Fernández, el de Mauricio Macri y los de Milei que le tienen asco a la calle. Nosotros tenemos que seguir en la calle. La economía popular es lo que nos salva”.
La idea original era que las tres columnas -Retiro, Constitución y Once- de las agrupaciones que participaron de la “marcha federal” ingresarán al mismo momento a la Plaza de Mayo. Cada una estaba encabezada por una organización distinta. La coordinación se hizo difícil. El Polo Obrero fue uno de los primeros en llegar. Cerca de las 15.30 arribaron caminando por Avenida Rivadavia hasta ubicarse sobre Hipólito Yrigoyen. Las banderas negras con el nombre del partido advertían las procedencias de cada grupo con letras en blanco: San Juan, Entre Ríos, Misiones, Mendoza, Chaco , Mar del Plata, CABA, Pergamino, entre otros.
“Hay bebidas, cerveza, agua saborizada”, gritaba una señora que rondaba la cincuentena. “$100 la bebida”, repetía, esforzándose por enfatizar la oferta. A su lado, su hija vendía hamburguesas. El grupo familiar se completaba con la abuela, que como estrategia se metía entre los manifestantes. “Ya vendí $1000″, dijo una vez que la columna había pasado. “No festejes que por lo menos necesito $3000 para pagar las bebidas”, le contestó su hija, sorprendida por las pocas ventas.
Aunque el reclamo principal de la marcha es el “trabajo genuino” y un “aumento de planes sociales”, en la previa al acto principal se escucharon otras demandas. El plenario del sindicalismo combativo organizó una radio abierta en donde varios de los oradores apuntaron contra la CGT. “La CGT no existe, ni siquiera un paro hicieron”, lanzó uno de ellos. “La CGT y la CTA siguen pactando con el gobierno de Alberto Fernández”, enfatizó el siguiente orador. El Frente de Izquierda, por su parte, insistió con su propuesta para modificar la jornada laboral. “Trabaja 6 horas 5 días a la semana, con trabajo para todos”, dice una de las banderas rojas apostada desde temprano frente al escenario principal rodeado de pantallas y parlantes.
Los alrededores de la Plaza están vallados y custodiados por la Policía de la Ciudad desde temprano. Para las tres de la tarde, la mayoría de los negocios habían decidido cerrar. Un puesto de flores era uno de los pocos comercios que quedaba abierto. Mientras los manifestantes avanzaban por Avenida de Mayo, su dueño se apuraba para levantar las macetas de la vereda. “Pasa que no respetan nada, se suben arriba de las plantas. Tenemos que cerrar ya”, se lamentó, luego de calcular que la protesta le hará perder por lo menos tres horas de trabajo de una jornada normal. El único de los comerciantes que se diferenció fue el dueño de un kiosco. “Depende del día, a veces no beneficia”, señaló.
La marcha federal comenzó el martes pasado con un acto en La Quiaca (Jujuy) y otro en Ushuaia (Tierra del Fuego). Las caravanas con manifestantes, que llegaron ayer a la Ciudad partieron desde cuatro puntos del país: NOA, NEA, Cuyo y la Patagonia. Ayer estimaban que habían ingresado unos 20 micros por cada región. Tal como habían acordado el lunes con el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, fueron estacionados en la costanera. “El metrobus permaneció liberado. El caos fue el esperable por la cantidad de gente”, remarcaron fuentes de esa cartera.
Aunque el reclamo principal de la marcha era el “trabajo genuino” y un “aumento de planes sociales”, en la previa al acto principal se escucharon otras demandas. El Frente de Izquierda insistió con su propuesta para modificar la jornada laboral. “Trabajar 6 horas, 5 días a la semana, con trabajo para todos”, decía una de las banderas rojas apostada desde temprano frente al escenario principal.
Cerca de las 18 y aunque todavía restaban los oradores finales, algunos manifestantes comenzaron a retirarse. Un hombre con una pechera de Barrios de Pie daba indicaciones a través de un handy para recolectar todas las banderas, un ejemplo de la organización de la marcha que, pese a que todos debían regresar a sus respectivos micros, la desconcentración fue ordenada.
Los alrededores de la Plaza estaban vallados y custodiados por la Policía de la Ciudad desde temprano. Para las 15, la mayoría de los negocios habían decidido cerrar. Un puesto de flores era uno de los pocos comercios que quedaba abierto. Mientras los manifestantes avanzaban por Avenida de Mayo, su dueño se apuraba para levantar las macetas de la vereda. “Pasa que no respetan nada, se suben arriba de las plantas. Tenemos que cerrar ya”, se lamentó, luego de calcular que la protesta le haría perder por lo menos tres horas de trabajo de una jornada normal.
Lo mismo sucedía sobre Bolívar con un hombre que se apuraba para cerrar la reja de ingreso a su playa de estacionamiento. “Te arruina el día. Ya desde la mañana se nota que viene menos gente. Pero te acostumbrás”, relató su dueño a LA NACION. Mientras que los días normales cierran a las 21.30, ayer lo hicieron a las 16.30. El ingreso del estacionamiento rápidamente se convirtió en un amplio exhibidor para un vendedor ambulante de remeras. El único de los comerciantes que se diferenció fue el dueño de un kiosco. “Depende del día, a veces nos beneficia”, señaló.
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